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Rostro de George Washington en el Monte Rushmore (Dakota del Sur) y su gran colaborador Juan de Miralles. :: mike nelson
Valencianos en la historia norteamericana

Valencianos en la historia norteamericana

Juan de Miralles fue un estrecho colaborador de George Washington, el llamado Padre de la Patria de Estados Unidos

ÓSCAR CALVÉ

Sábado, 12 de noviembre 2016, 23:50

Una utopía es por definición un plan, proyecto, doctrina o sistema deseable de muy difícil realización. El concepto alcanzó su máxima expresión gracias a una novela escrita por el inglés Tomás Moro. El libro hablaba sobre una imaginaria isla llamada 'Utopía' que disponía de un sistema político, social y legal perfecto. Una circunstancia que para el que suscribe entra en el terreno de la ciencia ficción. No activen las alarmas, nada de política. Les contaba el significado del término porque se antoja utópico no escribir sobre la noticia más impactante de la semana y no mencionar al magnate que ha acaparado las portadas de todo el mundo por su victoria electoral. Sólo será el pretexto para adentrarnos desde otra perspectiva en nuestra materia, la historia de Valencia y los valencianos. Esta semana en relación con la impronta que nuestros conterráneos han dejado en Estados Unidos. Algunos muy conocidos. Otros no tanto.

La clarividencia de Santángel

Mucho antes de la existencia como tal de los Estados Unidos de América debe destacarse la célebre figura de Luis de Santángel. Fue él quien sufragó buena parte de los ingentes gastos que acarreó la empresa liderada por Cristóbal Colón resuelta con el descubrimiento del Nuevo Mundo. Los hispanos, para bien o para mal, transformaron la historia de aquel continente. Centrémonos en el valenciano Luis de Santángel (1435-1498). Provenía de una familia judía conversa y estrechó todavía más los lazos que desde antaño unían a su estirpe con la monarquía aragonesa. Su padre, hábil comerciante, ya obtuvo pingües beneficios de algunas concesiones promovidas por Alfonso el Magnánimo y Juan II.

La fortuna de nuestro protagonista fue creciendo. Nada más obtener la corona en 1479, Fernando el Católico le otorgará un importante cargo en la ceca de Valencia, el establecimiento oficial donde se fabricaba y acuñaba la moneda, entonces ubicada en la calle Calatrava de la capital. Dos años más tarde, Luis de Santángel era Escribano de Ración, es decir, un gestor financiero cuya principal tarea era prestar dinero al monarca. En muchas ocasiones suministraba capital propio, siempre recompensado con interés en la devolución. Su riqueza creció a la par que su sagacidad. Al menos en un asunto. Probablemente fascinado por el espíritu emprendedor y aventurero de Cristóbal Colón trabó con este una notable amistad desde su primer encuentro en 1486. Seis años más tarde, la actuación de Santángel fue determinante para mediar en las divergencias entre Colón y la reina Isabel de Castilla. El mismo Santángel se ofreció a financiar buena parte del proyecto con su fortuna personal. Más tarde o más temprano algún otro emprendedor habría corrido el mismo riesgo, pero todo el mérito recae en un valenciano.

La familia de Los Borja

Continuamos en el contexto anterior a la creación del nuevo país, destacando sobremanera el linaje de los Borja. Si Alejandro VI fue el encargado de repartir las conquistas, San Francisco de Borja, erigido General de los Jesuitas, promovió la frenética actividad evangelizadora en América. Otros sucesores del pontífice valenciano fueron los grandes promotores de las alejadas Californias, en el Occidente americano. El máximo exponente fue la duquesa María de Borja, quien en el siglo XVIII, y pese a no pisar nunca el nuevo continente, debe considerarse como la impulsora determinante de aquella tierra prometida.

Antonio Margil de Jesús

El fraile valenciano Antonio Margil de Jesús, uno de los más fructíferos evangelizadores del territorio americano. Más de cuatro décadas de enardecida misión le llevaron por buena parte del continente, alcanzando durante algunos años territorios que hoy corresponde a Norteamérica. Nació en el centro de Valencia, en el año 1657. Fue bautizado en la iglesia de San Juan del Mercado y profesó como franciscano en el desaparecido convento de la Corona, de cuyo recuerdo sólo conservamos el nombre de la calle donde recaía una de sus fachadas. Margil, tras su paso por conventos de las poblaciones de Ondara y Denia partió como misionero hacia las Indias. Su labor en Centroamérica e incluso más al norte mereció un gran reconocimiento tanto por sus contemporáneos como por las generaciones venideras, hoy perceptible por los tejanos en algunos topónimos. En ese estado fundó -previamente a la existencia de tal estado- las misiones del Santo Espíritu y San José. ¿Y si les dijera que otro valenciano fue un estrecho colaborador y amigo personal del 'Padre de la Patria' estadounidense?

El amigo de Washington

Efectivamente. George Washington, el primer presidente de los Estados Unidos tuvo entre sus más estrechos colaboradores -y amigos personales- a don Juan de Miralles. Nacido en 1713 en Petrer (Alicante), parece que amasó una increíble hacienda en nuestro país gracias al tráfico de esclavos. Fue a La Habana. Se enamoró y se casó. Pero también empezó a comerciar con Florida, Charleston, Philadelphia, New York y Boston, algunos de propiedad inglesa. Una coyuntura que le sirvió para convertirse en espía al servicio del rey de España (Carlos III). Director de la compañía de negreros más grande del imperio español, las vicisitudes económicas las compaginó con una misión encargada por el ministro español Floridablanca: internarse en las colonias inglesas insurgentes y notificar los movimientos bélicos entre ingleses e independentistas estadounidenses, sobre todo aquellos que pudieran afectar intereses españoles y franceses. El de Petrer necesitaba de socios para sus tareas como informador. Se hizo acompañar de personas de confianza, entre ellos otro alicantino. Miralles se estableció en Philadelphia, dirigiendo sus barcos hacia las colonias inglesas con variadas mercancías. Las naves volvían con ganancias. Y con informes de movimientos militares de los que también se beneficiarían los norteamericanos nativos cuando España se puso de su lado en el conflicto independentista. La insurrección contra los ingleses era sufragada por la monarquía española. Desde la comida hasta los trajes. Y Washington, más allá del lógico agradecimiento protocolario manifestó en diversas formas su simpatía hacia Miralles. Quizá el más significativo es que el propio Washington presidiera la ceremonia del entierro del alicantino, tras fallecer este de una neumonía repentina en el mismo hogar donde entonces estaba alojado el llamado 'Padre de la Patria'. Por cierto, el otro alicantino al que hizo llamar años antes Miralles era Francisco Bouligny: llegó a fundar una ciudad (Nueva Iberia) y a ser gobernador militar en la Louisiana. Uno de sus hijos fue senador de la joven nación. Si quieren conocer más sobre la historia de Miralles y Bouligny, el escritor e investigador valenciano Vicent Ribes ha realizado diversos estudios especializados al respecto.

De Guastavino al casco Closca

La notable presencia de valencianos en Estados Unidos no quedó anclada en el origen de la nación. Ya tratamos en otra ocasión el ingenio del arquitecto valenciano Rafael Guastavino. Sus soluciones constructivas ignífugas resolvieron uno de los grandes temores de los Estados Unidos de finales del siglo XIX. Creador de una gran empresa junto a su hijo, su impronta está en más de mil edificios del país norteamericano. En esos años se produciría un notable movimiento migratorio valenciano en busca de trabajo. Hasta 15000 conciudadanos partieron a principios del pasado siglo hacia Ellis Island, la isla aduana por donde entraban en barco los europeos y desde donde fueron repartidos por toda la nación para laborar como mineros, operarios o camareros. Muchos echaron raíces y se ganaron la vida honradamente. El reportaje de hoy trasciende el pasado y llega hasta nuestros días. Estados Unidos ha quedado recientemente deslumbrada con un diseño valenciano pequeño en forma pero grande en sutileza. Un casco de protección plegable que ha sido elaborado por una empresa valenciana está causando furor en la moda ciclista norteamericana. Se llama Closca Fuga, por si tienen curiosidad. ¿Sobre el futuro? No es posible prevenir los misterios del porvenir. Buena prueba son las encuestas electorales.

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