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ÓSCAR CALVÉ
Sábado, 19 de noviembre 2016, 23:33
El dato es abrumador. Según un estudio realizado por la Federación de Sociedades Musicales de la Comunidad Valenciana, en nuestra Comunidad hay en torno a 40.000 músicos. El cincuenta por ciento del total del territorio nacional. Esto explica la singularidad y profusión con las que conmemoramos la celebración de Santa Cecilia respecto a otros lugares. La patrona de los músicos es, a tenor del señalado censo, también patrona de los valencianos. Si no les convence el argumento es porque pertenecerán a la excepción que confirma la regla. ¿Quién no tiene un familiar o conocido que toque un instrumento? De hecho, y sólo porque viene al caso, les confieso que un servidor comparte el ejercicio de las letras con la práctica musical. Quizá por eso, al igual que para miles de valencianos de toda la Comunidad, el 22 de noviembre es un día señalado. El colofón a semanas de preparación ajustando un repertorio. Aunque centenares de localidades ya están inmersas en diversos actos -principalmente conciertos-, es el próximo martes la fecha concreta donde, más allá de la dudosa figura histórica, celebramos una tradición de gran arraigo por las características propias de nuestra cultura. Porque Santa Cecilia es la patrona oficiosa del pueblo valenciano. Si dan un paseo estos días lo escucharán. Estén donde estén, la música sonará.
La transformación
¿Quién fue Santa Cecilia? Al igual que ocurre con otros miembros de la pléyade de santos de la Antigüedad tardía, su existencia real se sostiene con hilos muy débiles. Su 'Passio' -las actas de su martirio con las que se deseaba perpetuar su memoria-, fue redactada a finales del siglo sexto, prácticamente cuatro centurias después de la supuesta existencia de Cecilia. De hecho, la aparición de personajes históricamente contrastados en la 'Passio' de Cecilia es la única pista para aventurar que existió. Para sorpresa de muchos, del texto que narra su vida no se deduce ninguna especial relación con la música. En todo caso, Cecilia habría vivido en Roma, aproximadamente entre los años 180 y 220 después de Cristo. Su rasgo más característico habría sido la defensa de su castidad.
Nacida en el seno de una familia cristiana, Cecilia fue prometida a un joven llamado Valeriano al que en la noche de bodas le confesó que un ángel de Dios estaba enamorado de ella, por lo que tendría que respetar su virginidad para siempre. Valeriano creyó el testimonio de su esposa y en recompensa fue bautizado por el papa Urbano al tiempo que presenciaba una epifanía (una aparición divina). Un ángel de Dios ofreció al impactado Valeriano un deseo, a lo que este respondió que su pretensión era que su querido hermano Tiburcio también abrazara la fe cristiana. Oficiado de nuevo por Urbano, Tiburcio se convirtió. El final lo imaginan. Todos detenidos por las autoridades romanas. Todos martirizados tras vencer en la disputa intelectual frente a los paganos. Primero los dos hermanos, luego Cecilia, a la que el propio Urbano habría enterrado en la Via Appia, junto a muchos de los primeros papas de la cristiandad. Urbano correría idéntica suerte que los otros tres protagonistas algunos años más tarde.
Queridos músicos, sé que esperan respuestas. Con cierto pesar por su poca vistosidad, les remito la explicación hoy comúnmente aceptada. Santa Cecilia es la patrona de los músicos por un error interpretativo en la traducción de su 'Passio'. El texto original venía a decir algo así como que Cecilia, durante la celebración de su boda, cerraba sus oídos y su corazón a la música festiva que sonaba; en ese momento su deseo era concentrarse en la oración interior, ya que consideraba que no tenía nada que festejar. Probablemente hacia finales del siglo XIII alguien tradujo mal ese texto, desconocemos si de manera voluntaria o no. La cuestión es que aquel recogimiento de Cecilia se convirtió en alguna versión en una inexplicable muestra de jolgorio de la futura santa durante su matrimonio, donde, además de tocar un órgano, cantaba.
El papel de Santa Cecilia como patrona de la música empezaría a impulsarse hacia el siglo XIV, gracias sobre todo a las pinturas y esculturas que la empezaban a representar junto a instrumentos. Sobre la asentada fama de su culto no existía la menor duda. Sin embargo no sería canonizada hasta finales del siglo XVI.
Sant Vicent Ferrer
Caprichos del destino, Sant Vicent Ferrer, patrón de los valencianos, tuvo una especial devoción hacia quien todavía no era ni defensora de los músicos ni santa, al menos de manera oficial. Precisamente el día de Santa Cecilia de 1399 emprendió su viaje sin retorno con el propósito de advertir del final de los tiempos: «Nuestra Santa Madre la Iglesia hoy hace oficio de una gloriosa Virgen y Mártir. Santa Cecilia, y de ella quiero yo predicar, no sólo por la doble cualidad de Virgen y Mártir, sino también porque tal día como hoy comencé a predicar por el mundo y a hacer conocer mi legacía a Latere Christi». El dominico realizó diversos sermones sobre Santa Cecilia, valiéndose sobre todo del texto que hacía las delicias de sus contemporáneos: La Leyenda Dorada. Esta obra era una colección de vidas de santos cristianos confeccionada por el también dominico Jacopo della Voragine, quien en el siglo XIII dedicó cerca de 30 años a diseñar ese catálogo. El objetivo del compilador era favorecer la religiosidad popular, por lo que no escatimó en fantasía. Pese a ser criticado duramente por pensadores de diversas épocas (como el valenciano Luis Vives), su impacto fue tal que todavía hoy los creadores de imágenes sacras acuden a su obra. Sea como fuere, Jacopo della Voragine establecería una tibia vinculación sobre Cecilia y su patrocinio musical. El comprometido pasaje lo resolvió señalando que Cecilia cantaba dentro de su corazón, en silencio, canciones tristes.
La consolidación de la santa como patrona de los músicos se produjo a finales del siglo XVI. Bajo patronazgo eclesiástico nacía en Roma una de las instituciones musicales de mayor tradición de todo Occidente, la confraternidad de santa Cecilia, el precedente de la llamada Academia Nacional de Santa Cecilia. Que Gregorio XIII -quien también canonizó por fin a Cecilia-, pusiera bajo la advocación de esta santa una fundación vinculada a la música da luz sobre la ya entonces afianzada vinculación entre el legendario personaje y la música en el imaginario colectivo. Este último asunto ya había quedado manifiesto en multitud de obras de arte anteriores a la santificación que figuraban a la santa portando un órgano. Es el caso de una obra maestra de Rafael hoy conservada en la Pinacoteca de Bolonia, o, mucho más cercana a nuestra sensibilidad, una de las piezas del retablo de la Trinidad en la recién restaurada parroquia de San Pedro Mártir y San Nicolás obispo. Allí, para el gremio de 'Perayres' que se dedicaba a tareas vinculadas con la lana, Juan de Juanes pintó en una de las tablas una serie de vírgenes entre las que aparece Santa Cecilia con el citado instrumento.
¡Y llegaron las bandas!
De manera oficial, Santa Cecilia ya era patrona de los músicos, que no de las bandas como las conocemos en la actualidad. Estas tardarían mucho en aparecer, pues los precedentes inmediatos surgieron a principios del siglo XIX. Los especialistas como Ruiz Monrabal relacionan el nacimiento de estas formaciones en España y en Francia con el período bélico que enfrentó a ambas naciones. En ese contexto surgirían agrupaciones heterogéneas que acompañarían las huestes militares. La formación de los instrumentistas de aquellas bandas se remontaba tanto a la tradición de los músicos al servicio de la Iglesia como a la de aquellos que interpretaban piezas profanas. El sorprendente repertorio que interpretaban -popular y actual de la época- fomentó la creación de bandas civiles al servicio de una burguesía cada vez más poderosa. Resulta llamativo contrastar el origen urbano de las bandas con el estado actual. Son los pueblos los que han asumido el mayor protagonismo en la difusión de estas formaciones que son causa de orgullo y característica distintiva de los valencianos. Aunque Santa Cecilia la celebren buena parte de los músicos del mundo, el arraigo incomparable de esta disciplina artística en nuestro territorio justifica que, a dos día de su festividad, reivindiquemos su figura como elemento cohesionador de los valencianos.
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