Según consta en la crónica que publicaba LAS PROVINCIAS sobre los actos del 12 de mayo de 1923, la jornada festiva llegó «con gran expectación» por la «llegada de trenes repletos desde Castellón, Xàtiva, Buñol, Llíria o Alberic», entre otros municipios valencianos. En el periódico también se hace constancia de toda la gente que fue llegando durante los días previos, así como el alquiler de balcones para presenciar el acto oficial.
A las 08.30 horas de aquel sábado, 12 de mayo de 1923, empezó la Misa de Pontifical en la Catedral de Valencia, por parte de don Enrique Reig Casanova, cardenal-arzobispo de Valencia, el propulsor de la Coronación a la Virgen. Según se indica en el ejemplar del periódico presenciaron la misa, además, «el cardenal-arzobispo de Burgos, el arzobispo Padre Nozaleda, los obispos de Segorbe, Marruecos, Vich, Orihuela y Jaca, así como el Nuncio de Su Santidad en España». También estuvo presente en la Catedral el alcalde de Valencia, Juan Artal, acompañado de los concejales, el presidente de la Diputación de Valencia, Jiménez de Bentrosa. La eucaristía comenzó con el notario de la Curia dando lectura a las actas apostólicas por las que se concedía la coronación a la Virgen de los Desamparados de Valencia. El sermón del prelado duró «23 minutos», según precisaba la crónica. La imagen de la patrona de Valencia estuvo situada en la Catedral Metropolitana en un altar mayor decorado con «tapices de terciopelo rojo franjeado de oro», así como numerosas flores según se precisa en una fotografía del montaje.
Tras concluir la Misa de Pontifical partió desde la Catedral el desfile para la celebración del acto de la coronación. «Por la puerta de los Apóstoles salieron las banderoles, tabalet y dolçaina, las parroquias de Valencia, la cruz alzada, representantes oficiales y el Cabildo de la Catedral con la cruz» por delante de una peculiar imagen de la Virgen de los Desamparados: «Sin corona, con la aureola y un cintillo de perlas y brillantes recogiendo sus cabellos». El ambiente en la plaza al ver a la patrona se convirtió en «una aclamación ensordecedora», comenzando así un recorrido que siguió por las calles «de la Harina, Almudín, Salvador y Trinitarios». Ante el paso de la patrona se dispararon tracas en varias calles, así como que sonó la Marcha Real ante el paso de la patrona por el Seminario de la calle Trinitarios. El desfile tenía que concluir en la zona de la celebración, en el triángulo formado por la bajada del puente del Real y las plazas del Temple y Tetuán. En esta zona «antes de las 10 horas ya era difícil entrar y moverse», según indicaba LAS PROVINCIAS en la crónica del acto.
Una corona de oro y un himno de 1.500 voces
Los actos celebrados durante aquel fin de semana estuvieron presididos por los Reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia. A las 11 horas de aquel 12 de mayo de 1923 los monarcas salieron de Capitanía, siendo aclamados por el pueblo valenciano. El Rey vestía el «uniforme de Capitán General, con banda de Mérito Militar», mientras que la Reina «lucía un soberbio traje de tul color topo, bordado en plata y capa de crespón de China, color champagne, con cuello de piel». Los Reyes accedieron a la tribuna dispuesta para presidir un acto que comenzó con la llegada de la imagen de la Virgen «a las 11.16 horas», cuando se colocó a la patrona sobre un «canastillo de flores, repleto de rosas y claveles».
El cardenal-arzobispo de Valencia disputo un discurso inaugural, al que le siguió el momento más esperado del día, el instante que cambiaría por completo la devoción y el sentir de Valencia por su patrona. El alcalde Artal cogió la corona que había estado expuesta durante los primeros días del mes de mayo en la joyería de José Sugrañes, una joya de oro realizada por los donativos de oro y alhajas de los valencianos. Cuando el edil mostró al pueblo la corona, éste aclamó. En ese instante las bandas de música presentes comenzaron a interpretar la Marcha Real, entre los diferentes vítores de los valencianos presentes, provocando un ambiente «ensordecedor». Las salvas de artillería no faltaron para rendir honor y a las 11.37 horas la Virgen lució su nueva corona.
Tras ese instante, «cuando el pueblo pudo relajarse de la emoción vivida y reinar el silencio», se interpretó por primera vez el Himno de la Coronación, una composición del organista Luis Romeu con letra del sacerdote José María Juan García. Ese estreno tuvo lugar con 1.500 voces llegados desde el Seminario Conciliar, Colegios de Vocaciones, Padres Jesuitas, Salesianos, Escuelas Pías, Hermanos Maristas y Escuelas de la Asociación de Católicos, al son de la Banda Municipal y todos dirigidos por el maestro Ayllón y por el presbítero Juan Belda.
Llegó el momento de regresar a la Catedral, un recorrido que la patrona tardó más de una hora en completar, pasando por la plaza Tetuán, calle Conde Montornés, plaza Congregación, calle Trinquete de Caballeros, Palau, plaza Cardenal Benlloch y Almoina para acceder a la Catedral.
La crónica de LAS PROVINCIAS concluye señalando que la jornada acabó con «la Salve a las 18 horas en la Catedral», así como una «vigilia extraordinaria». Santa Catalina y el Miguelete se engalanaron con luces, así como las estaciones del Norte y «de los Ferrocarriles Económicos» (actual Pont de Fusta).
Aquel 12 de mayo de 1923 fue uno de esos días en los que Valencia reafirmó la devoción por su patrona, por una advocación creada por el propio pueblo en busca del amparo a los más desfavorecidos. Durante más de una semana se celebraron desfiles, tracas, animaciones, actos religiosos y conciertos para festejar un nuevo hito que la ciudad ponía al alcance de su devoción. Como dice la letra del himno que se interpretó aquel sábado festivo, «la fe per Vos no mor», la expresión de un compromiso que Valencia firmó hace 99 años y que sigue vigente en la actualidad. Este 12 de mayo de 2022 comienza la cuenta atrás para alcanzar el centenario de la coronación con la que Valencia encumbró a su Madre.