DANIEL GUINDO
Lunes, 9 de mayo 2022, 00:16
La que es, posiblemente, la voz más autorizada para hablar del tapiz floral de la Virgen de los Desamparados no sale de su asombro al contemplar la lona instalada por el Ayuntamiento de Valencia para conmemorar los actos de la patrona en la fachada de la Basílica. Miguel Galbis Silvestre, artista encargado de este elemento decorativo durante décadas, señala que la opción actual es «de muy mal gusto» y que se asemeja más a una «pancarta publicitaria». «No han tenido en cuenta para nada los requisitos, ni la tradición, ni la profesionalidad», resume visiblemente indignado por la deriva que esta tradición ha sufrido desde que Compromís y PSPV llegaran a la alcaldía de la capital del Turia en 2015.
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«He realizado el tapiz de flor natural durante más de 30 años, mi hijo Miguel Galbis Ibáñez durante otra década más y, que yo sepa, los dos seguimos vivos para poder realizar esta obra de tanta tradición en Valencia», ironiza este doctor en Bellas Artes y profesor universitario de diseño en la Jaume I ya jubilado.
Galbis recuerda que este histórico tapiz floral empezó a realizarse hace ya más de un siglo, encargo que recayó en sus manos en los años 70 para que, posteriormente, su hijo (Miguel Galbis Ibáñez), continuara con su legado durante unos diez años más. Sin embargo, tras el cambio en el Gobierno municipal, el Consistorio modificó el sistema y sacó a concurso su realización, adjudicándolo a una empresa de fuera de Valencia. «Se empezó a instalar en la plaza un quiero y no puedo que nada tenía que ver con todo lo que se había realizado hasta la fecha», lamenta el especialista.
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Al respecto, aclara que no reclama volver a hacer otra vez el tapiz de flor natural, pero «sí que me gustaría que se realice por lo menos en Valencia, que siempre ha sido tierra de artistas, y que se vuelva a valorar como se debe una obra única en el mundo».
Miguel recuerda que se ha encargado de confeccionar más de una treintena de tapices, «incluyendo la visita del Papa, la de los príncipes y otras celebraciones», añade. «De hecho, el Ayuntamiento me hizo único poseedor de esta labor», agrega.
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El artista apunta también que cuando su hijo se encargaba de la elaboración «de repente el Ayuntamiento lo sacó a concurso y la empresa adjudicataria lo consiguió porque ofertó unos diez o doce mil euros menos de coste». Lamenta que no se tuvo en cuenta «para nada los requisitos, ni la tradición ni la profesionalidad; nada de nada».
Galbis detalla cómo se confeccionaba este tapiz floral. «Nosotros, igual que Enrique Ginés, que fue mi profesor, hacíamos el tapiz con flor seca y flor natural. La flor seca es el 10% de la superficie y el resto es flor natural, pero la empresa adjudicataria puso el 95% de flor seca y el 5% de flor natural. Como lo que salió era una castaña impresionante, feo y horrible, al año siguiente pusieron un poco más de flor natural, pero nunca ha sido un tapiz de flor natural», asevera.
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A raíz de ello, Miguel acudió al Ayuntamiento para trasladar su malestar a los responsables. «Me atendió un señor y me comentó que la flor seca también era flor natural, y así han pasado unos años hasta lo que se ha hecho ahora (la criticada lona) que, precisamente, es un tapiz que hice yo, lo que es la imagen de la Virgen, hace varios años. Era todo flor natural y la Virgen estaba bellísima, pero lo que han puesto ahora es de muy mal gusto. Es como si pusieras ahí una pancarta de publicidad de algo, lo que aparece en las carreteras, no tiene sentido».
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El malestar generado por esta afrenta es lo que le ha llevado a querer denunciar la situación y proponer que se recupere el auténtico tapiz floral, con flores naturales frescas en su mayor parte. «Cuando lo hacía yo, me visitaban los artistas y veían la complejidad que tenía, y a muchos de ellos les apetecía hacerlo, es muy complejo y hace falta mucha profesionalidad».
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Al respecto, resume también el proceso que se solía seguir para confeccionar el tradicional tapiz floral. «Durante más de un mes se pone la flor seca, se confeccionan los oscuros de los trajes, las manos, las caras, y luego la flor natural con más de 40 personas trabajando, y se pone en un solo día. Ese es el tapiz de la Virgen. El viernes anterior se pone con una pasta especial y al día siguiente se coloca en la plaza para que el domingo esté maravilloso. El lunes ya se ve algo más marchito, y el martes o el miércoles ya ha desaparecido», agrega sobre esta obra efímera. «Siempre nos decían que no lo quitaran, pero cuando pasan cuatro o cinco días no es el tapiz que hemos elaborado, aunque sigue con su prestancia», agrega, por lo que «como máximo a los cuatro o cinco días lo quitábamos».
Miguel cree que el cambio impulsado por el Ayuntamiento tiene un trasfondo económico. «Lo han hecho así por el ahorro. De repente un funcionario decidió sacarlo a concurso, no tuvo en cuenta para nada estas cosas, y se fue a buscar la opción más barata», critica.
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«Ahora, si lo vuelven a sacan a concurso, la empresa o el artista que lo haga tendría que demostrar que ha hecho algo semejante, y eso nadie lo hace, nadie se puede presentar. Si lo sacaran con esos condicionamientos nadie se podría presentar porque no todo el mundo hace ese trabajo. Esto es un cuadro creado por un artista que se hace el flor», sentencia, para recordar que cuando salió el primer concurso «se presentó mi hijo pero se lo dieron a esa empresa que rebajó el precio en 10, 12 o 15.000 euros».
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Sobre el coste de los trabajos, Galbis recuerda que «hemos luchado muchísimo porque el tapiz se pagase bien y la propuesta que presentamos estaba con arreglo a lo que se había cobrado en ese momento. Hay que tener en cuenta que el tapiz que presenta la empresa adjudicataria lo hace con flor seca y no les cuesta nada de hacer». Estas flores secas, de hecho, «antes sólo estaban en la cabeza y en las manos, la problemática viene cuando empiezas a poner la flor natural». En esta línea, detalla que se trata de unos 40 tableros de tres metros por uno, más el último de dos metros. «Esos tableros los trabaja la gente sobre caballetes, y nadie reconoce lo que se está haciendo salvo el artista, que es el que la tiene en su cabeza», concluye.
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