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Espectacular imagen de la carretera de Barcelona, repleta de aficionados. sergio lópez Mucho han cambiado los tiempos, aunque la esencia permanece. :: lp
Fidelidad a Juan Pedro Domecq

Fidelidad a Juan Pedro Domecq

El vínculo se remonta a 1956, cuando los festeros de aquel año fueron invitados a las bodegas por Juan Pedro Domecq y Díez gracias a la mediación realizada por el alcalde Rodrigo La Peña Taurina de Massamagrell guarda una estrecha relación desde hace más de cincuenta años con la divisa sevillana

JOSÉ IGNACIO GALCERÁ

Viernes, 21 de septiembre 2018, 00:50

valencia. «Sí, nosotros somos los de Juan Pedro Domecq». Así se les conoce, la fama se la han ganado con creces, a los miembros de la Peña Taurina de Massamagrell, decana de la localidad y una de las de mayor solera y antigüedad de toda la Comunitat Valenciana. Este sábado, tal y como han hecho los últimos cincuenta y seis años de manera ininterrumpida -¡no han fallado ni uno!- celebrará su día de toro y lo harán, como no podía ser de otra manera, siendo fieles a una ganadería estrechamente ligada a la vida de la peña desde los comienzos. La relación se remonta a 1956, cuando los festeros de aquel año fueron invitados a las bodegas por Juan Pedro Domecq y Díez gracias a la mediación del alcalde Rodrigo, quien le compraba coñac por aquellos tiempos. El vínculo entre el ganadero y los organizadores de las fiestas de la localidad siguió y se reforzó a raíz de la compra en 1961 de un toro, de nombre Juglero y pagado entre varios aficionados, que fue extraordinario. Tanto que, al año siguiente, en 1962, se fundó la Peña Taurina tal y como se conoce hoy en día. En todo este tiempo, hasta dos generaciones de ganaderos han visitado Massamagrell. En 1966 fueron Juan Pedro, Salvador y Pedro, conocido en el mundo del toro como 'Tío Perico' y figura imprescindible en la formación de las ganaderías de Jandilla y Juan Pedro Domecq. En 2002 lo hizo el recordado Juan Pedro Domecq Solís, y a día de hoy el nexo de unión continúa con Juan Pedro Domecq Morenés, la última generación de ganaderos, y el mayoral de la casa, Emilio Romero.

Más de cien toros de esta casa ganadera se han adquirido y exhibido por parte de la Peña Taurina de Massamagrell, una cifra que este año seguirá incrementándose con dos astados más, dos con el hierro ducal y otro con el que perteneció al genial Domingo Ortega. «La relación ha llegado a tal punto que todos los años traemos, como mínimo, un toro, dependiendo de la situación del campo bravo», señala Javier del Olmo, secretario de la peña, quien destaca la ligazón de la peña con otras ganaderías señaladas, como «Jandilla y Baltasar Ibán, que el año que viene celebrará los veinticinco años de su debut aquí y del que hemos adquirido una treintena de toros».

Los nombres de toros ilustres se suceden con apenas echar mano de la memoria: 'Bienvenido', 'Juglero', 'Sospechoso', 'Durantillo', y, más recientemente, un'Extravagante' en 2002 de Juan Pedro Domecq; o 'Ingresado', 'Jubiloso' y 'Lastimoso', de Jandilla, cuya cabeza de este último está disecada en la sede de la peña, ya que fue uno de los grandes toros que han pisado las calles del municipio y que a punto estuvo de volver al campo gracias a su bravura. Pocas relaciones tan fieles como la que nos ocupa se ven hoy en día entre una peña y una determinada ganadería, sin embargo desde la entidad lo explican así: «Va en función de los resultados que haya dado la ganadería y del trato que tengan hacia nosotros. En ambos casos nosotros estamos satisfechos a pesar de que hay aficionados que son muy críticos con esta ganadería cuando sale a una plaza de toros. En nuestro pueblo han funcionado muy bien, y a Juan Pedro, como a todas las ganaderías, le salen toros buenos y malos».

La peña cuida al máximo los detalles, en especial el de la arena, donde hace especial hincapié El recorrido cambió hace seis años con motivo del 50 aniversario e incluye la carretera de Barcelona

Este año los miembros de la Peña Taurina tienen puestas muchas esperanzas en el cartel confeccionado. «Los cuatro toros tienen buenas hechuras», apunta Del Olmo. «Emilio nos ha hablado muy bien de los toros pero en la calle se tienen que dar muchas circunstancias. La lidia de un toro en la plaza nada tiene que ver con las virtudes que pueda desarrollar un toro en la calle, donde hay que respetar mucho al toro». Respetar, o, lo que es lo mismo, darle un buen trato al toro con los tiempos y pausas, las distancias y hasta los terrenos. En este sentido, en la Peña Taurina, fruto de su afición, tratan de cuidar al máximo todos los detalles, en especial el de la arena, en el que hacen especial hincapié. «Llenamos todo el recorrido de arena. En el asfalto el toro no tiene tanta defensa mientras que en la arena puede dar mejor juego porque se siente más seguro. Para nosotros la arena es fundamental de cara al espectáculo». Otro de los aspectos que llevan a rajatabla son los tiempos de cada toro. De nada sirve alargar por alargar el espectáculo. «Especialmente somos estrictos en las emboladas, aunque también lo tenemos muy en cuenta en las desencajonadas. Un toro ha de durar dependiendo de las condiciones que tenga. No porque el festejo tenga que durar hasta una hora determinada tiene que estar un toro en la calle. Un animal puede afligirse o, directamente, no dar buen juego, por tanto optamos por encerrarlo. Al contrario también ocurre, si un toro es bueno, lo mantenemos en la calle». Fruto de la seriedad y el rigor con el que se hacen las cosas en la Peña Taurina, hace seis años, con motivo del cincuentenario aniversario de la entidad, se cambió el recorrido del toro. Recuperando una vieja tradición en la que se hacían los toros en la carretera de Barcelona, para ese año se cambió el recorrido, uniendo la plaza, la calle del Mar, otro escenario relevante del bou al carrer, y la carretera. La idea, que tuvo una gran aceptación y mejoró la visibilidad de los espectadores, llegó para quedarse, fijándose la carretera de Barcelona como ubicación y actual recorrido para el toro.

Ahondando en el cartel, Del Olmo destaca: "El toro de Parladé es cinqueño, luego haremos uno de Juan Pedro que irá directamente del cajón al pilón por la noche y el otro es un número 75 que nos gusta mucho, es la estrella del cartel. El de El Retamar también puede embestir".

Toda una vida

En los comienzos llegaron a superar los doscientos socios, no todos de la localidad sino también de poblaciones cercanas, sin embargo la proliferación de peñas fue disgregando la afición y desde hace dos décadas suelen oscilar entre los veinticinco y los treinta miembros, entre ellos, uno de los fundadores, Daniel del Olmo, que con 78 años se mantiene fiel y todavía activo en su afición, siendo uno más en la peña y conservando los valores con los que nació una entidad que es todo un emblema en el bou al carrer.

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