![Franca C, el primer buque de crucero en Valencia](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2024/09/15/194467043--1200x840.jpg)
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Los buques de crucero están encontrando rechazo en algunas ciudades; y en Valencia se quiere controlar la llegada de los de mayor tamaño. Pero ¿cuándo y cómo empezó la relación entre los cruceros turísticos de escala y nuestra ciudad? ¿Cuándo llegó a puerto un buque con numerosos turistas solo para pasar un día? Todo indica que esa «primera vez» se dio en julio de 1960; y que la primera motonave a reseñar con ese cometido fue la italiana Franca C, un navío histórico, con 110 años de vida, que tras ganar un premio Guiness por su largo servicio es ahora un elegante hotel en Indonesia.
En el verano de 1909, Valencia registró dos expediciones de turistas mallorquines que visitaron la ciudad con motivo de la Exposición Regional. Pero vinieron exclusivamente a ese acontecimiento y no viajaban haciendo escalas, en el formato de circuito que hoy llamamos crucero. Dejando aparte aquellos grandes viajes en lujosos buques, con itinerarios de meses enteros, que se practicaron en los años veinte y treinta, el turismo de escalas frecuentes con precios asequibles para el gran público fue una creación posterior a la guerra mundial que empezó a verse en el Mediterráneo a mediados de los años cincuenta.
En el puerto de Valencia, el 1 de julio de 1960, llamó la atención la presencia de una hermosa motonave blanca, de 130 metros de eslora, diferente y mayor que las que habitualmente hacían el servicio de carga y pasaje con las islas Baleares. Era el Franca C, un buque de la compañía italiana Costa, que se movía con objetivos solo turísticos: navegaba de noche, hacía cortas distancias y dejaba la mayor parte de las horas de luz libres a sus 400 pasajeros para visitar una ciudad, Valencia en este caso. El revuelo en el puerto fue grande durante toda la jornada: varios autobuses y no pocos taxis se dieron cita para trasladar al centro a la mayoría de los pasajeros, entre los que había italianos, pero también alemanes y franceses, todos de buena capacidad adquisitiva, según las referencias entonces de la prensa local.
La ciudad parece que gustó a los visitantes. No pocos visitaron monumentos y museos; también se convirtieron en clientes de las tiendas de recuerdos o de los restaurantes. No se conocen detalles de la organización que les atendió en tierra, pero en el Boletín de Información Municipal, que dio noticia del viaje, podemos leer que «la estancia se prolongó bastante, ya que los turistas quedaron gratamente impresionados por el aspecto de gran urbe de Valencia y se entretuvieron más de lo previsto en algunos lugares que recorrieron muy detenidamente, por lo que hasta bien avanzada la noche no zarpó el buque hacia Palma de Mallorca».
La impresión de que un nuevo fenómeno, el turismo, estaba llamando a la puerta, quedó clara en una ciudad que se recuperaba tras la riada, y se hizo evidente en la alcaldía de Adolfo Rincón de Arellano. El Boletín municipal no dudó en añadir a la noticia una «reflexión editorial». «Sería interesante y deseable -escribió- que con la llegada de este buque se reanudase una corriente turística por vía marítima, con escala en Valencia, que fue habitual y frecuente en otros tiempos». Para encontrar otra noticia similar hubo que esperar dos años, al verano de 1962. En la ciudad, que acaba de inaugurar el túnel de las Grandes Vías y disponía de un nuevo edificio de pasajeros en el aeropuerto de Manises, fue noticia, el 24 de julio, la presencia del trasatlántico británico Chusán, que fondeó en puerto, en este caso con casi 800 turistas a bordo. El buque, de 24.500 toneladas, era mucho mayor que su precedente; veterano de la compañía inglesa P&O para sus líneas de Lejano Oriente, había sido reformado ahora, modernizado para el negocio de los cruceros. Disponía de algunos lujos, como piscinas y aire acondicionado, para 464 pasajeros de primera clase y 541 de segunda.
Todo indica que este viaje fue un éxito. Al ser Valencia, el primer puerto desde el inicio del viaje en Southampton, las ganas de bajar a tierra y consumir fueron probablemente mayores. En todo caso, el buque estuvo en puerto 22 horas y fue «la mayor escala de cuantas hicieron en el viaje, ya que los turistas realizaron excursiones a los alrededores más típicos de la ciudad, como el Saler, la Albufera, el parador de Les Forques (Serra) y Monte Picayo». También estuvieron en la terraza Rialto, el restaurante de la Feria Muestrario, donde «se les ofreció una fiesta folklórica española».
El viaje del Chusan, que en tierra reclamó bastante más infraestructura de apoyo que su precedente, hay que encuadrarlo todavía bajo el modelo británico de «mucha mar» y pocas estancias en tierra. Aunque aún no tenía el rígido horario de partida típico del tiempo presente, los buques navegaban también de día y pasaban más tiempo en alta mar que ahora. El Chusan, desde Valencia, solamente proyectaba tocar tierra en Marsella, Sicilia y Lisboa, antes de regresar a las islas. Con todo, el BIM dice en su reseña que «la empresa armadora, a la vista del éxito que ha supuesto esta visita, tiene decidido que el año próximo otros tres buques de la misma índole hagan también escala en Valencia». Desde entonces, la ciudad no ha parado de crecer en número de cruceros.
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