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José Luis Benlloch
Jueves, 15 de agosto 2024, 00:46
El 15 de agosto, día en que tantos pueblos celebran la festividad de la Asunción pasa según el imaginario taurino más clásico por ser el ... día más torero del año. El que no torea el 15 de agosto, se decía, no puede considerarse torero y los menos afortunados se aprestaban a cerrar contratos con empresarios y comisiones de fiestas con tal de no quedarse parados, para que nadie dudase. Hoy día, aunque el adagio admite muchos matices, la cartelera taurina de la jornada continua en máximos hasta convertir España en un gran ruedo.
Desde las capitales más rimbombantes, Madrid al frente, que honra a la Virgen de la Paloma, hasta los pueblos más recónditos tienen colgados en esquinas y escaparates los pasquines de sus festejos. Abres el Avance en Aplausos y tras el cartel de la capital aparece San Sebastián, Málaga, Gijón… los pueblos de Blanca, Calamocha, Roa, El Casar, Mozoncillo, seguidos de una retahíla sin fin de poblaciones todavía menos pobladas que no digo menos importantes… además hay que contar con la Francia taurina con Dax y Beziers al frente. Todo ello sin que los medios alcancen a darle publicidad a los festejos menores y muy menores de las poblaciones de la España vaciada que se convertirán en refugio de los coletudos menos afortunados donde disimular sus penurias a la vez que en territorio para que los aspirantes sueñen en tardes de peñas, pasodoble y charanga. Así que el que no logra torear el 15 de agosto procura pasar desapercibido. Solo alguna figura en los tiempos más dorados del toreo, dicho como anécdota, elegía no hacerlo para vengarse de los años difíciles en que no le contrataban «Ahora el que no quiere torear soy yo» y se iba con la familia.
En clave valenciana, la cita más comprometida de la jornada la tiene el requenense Jesús Duque en Madrid, donde acude a confirmar la alternativa. No es objetivo fácil porque encontrará un público duro y una corrida de toros no menos dura de las que no apetecen las figuras, a buen seguro de gran trapío, aunque por su ascendencia, lucirá la divisa de Valdefresno, hay que esperar que sea brava y ofrezca posibilidades de triunfo. Es el día en el que hay que triunfar sí o sí, no hay otra salida a riesgo de una larga condena de ostracismo. No es fácil pero tampoco imposible, siempre se recuerda como caso proverbial que en circunstancias semejantes se produjo el relanzamiento de Paco Ojeda que salió catapultado a la gloria taurina en esa misma plaza con toros de una ganadería de las consideradas más difíciles, como era entonces la de Cortijoliva.
Por su parte, Román, que viene de triunfar esta semana en una plaza de Perú y en Huesca, dos orejas y puerta grande, no torea hoy pero lo hará mañana en Alfaro, el 17 en Cazalegas, el 18 en Dax, el 25 en Santa Eulalia, el 30 en Gálvez y el 31 en Requena lo que equivale a una frecuencia de agenda propia de un triunfador. Y en el otro extremo del escalafón los chicos de la escuela de Valencia en lo que se podría entender como una lección de geografía peninsular, estos días ayudarán a dar a conocer los pueblos de distintas provincias, Miraflores de la Sierra, Carboneras de Guadazaón, Pradoluego, Cogolludo, que se convertirán en aulas de aprendizaje taurino en este caso para Bruno Gimeno e Israel.
Los últimos días han generado noticias controvertidas y poco gratas para los novilleros valencianos. En Madrid, El Niño de las Monjas tuvo una actuación heroica. Ante una novillada exageradamente (e injustamente) ofensiva, el valenciano se jugó la vida, asustó como quien dice al miedo y solo el infortunio con la espada hizo pasar desapercibidos los muchos méritos que acumuló en su actuación que acabó siendo arrastrada por la polémica que generó el trapío impropio de los toros. Con esos planteamientos toristas pretender que aparezcan nuevos valores es directamente una quimera o un milagro imposible.
El otro nombre propio es el de Miguelito, que en Utiel, novillada del Circuito de la Fundación, cortó dos orejas a su segundo oponente, estuvo valiente y arrestoso, sufrió una cogida que le obligó a pasar por la enfermería donde le atendieron de un duro golpe en la cabeza del que como quien dice se despertó con la desagradable sorpresa de que el jurado había valorado más a sus compañeros pese a que él había sido el único que cortó un doble apéndice a un toro, lo que significó que quedaba eliminado y no toreará las semifinales. Difícil de entender salvo que ocurra en Valencia.
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