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'Humano'. Así era también conocido Martin I por su empatía con la gente lp

El rey Martín, entre 'lo Ecclesiàstich' y lo humano

El 31 de mayo de 1410 expiraba un monarca devoto como pocos entre los mandatarios reales valencianos | El hijo de Pedro IV 'el Ceremonioso' murió sin tener descendencia masculina y dio paso a un período convulso

ÓSCAR CALVÉ

VALENCIA.

Domingo, 26 de mayo 2019

Al escribirles sobre el asedio de Valencia (1363) en el contexto de la Guerra de los Dos Pedros, aludí en varias ocasiones a Pedro IV de Aragón, el 'Ceremonioso'. Por exigencias del calendario, hoy el protagonista será el segundo hijo del monarca citado. Como segundón, en la perspectiva del que sería más tarde Martín I 'lo Ecclesiàstich' o el 'Humano', no se vislumbraba el reinar. Sólo la muerte prematura de su hermano, el primogénito Juan I el 'Cazador', siempre y cuando este falleciese sin descendencia legítima, facultaría a Martín como monarca.

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Juan I tuvo 12 hijos, 7 de ellos varones. Enterró a todos sus chicos. Juan sufrió un accidente mortal, a caballo, en el ejercicio de su gran pasión, la caza. Tenía 46 años. Martín se convertía en rey de la corona de Aragón, ergo del reino de Valencia. Algunas voces se alzaron en reivindicación de intereses propios. Se urdieron artimañas dignas de la mejor telenovela, pero no existía duda alguna. Martín tenía que ser rey: Además de ser estipulado por Pedro IV, el testamento de Juan I lo corroboraba.

Juan I murió el 31 de mayo de 1396. Su hermano Martín el 31 de mayo de 1410. Si eso no es una fecha aciaga para una familia real, ya me dirán. Les invito a acercarse a la figura de Martín, personaje trascendental de nuestra historia al que debemos, por poner un ejemplo patrimonial, la creación de la Cartuja de Valldecrist.

Pasó a la historia por ser uno de los monarcas más ávidos de reliquias cristianas Persiguió objetos de la Crucifixión, de Moises, la Virgen María e infinidad de santos

«Era cognomenat Ecclesiàstich, tal nom imposat per quant cascun dia volia hoir tres misses e dihia les hores axí com prevere, ordinàriament, e mirave·s molt en los ornaments de les esglésies, y en especial de la seua capella, que tenia molt ricament ataviada». El cronista de la época explicó a las mil maravillas la razón del apelativo Martí lo 'Ecclesiàstich'. Le sería adjudicado otro sobrenombre, el de 'Humano', posiblemente 'post mortem'. Este mote, por varios autores puesto en relación con su amor por los libros, pudo ser también consecuencia natural de otro de sus rasgos distintivos. Al parecer fue un hombre que detestaba la violencia. Por sus cargos previos de carácter militar (aunque no fuese el sucesor natural a la corona), y por el posterior ejercicio como rey, esa afabilidad o esa empatía hacia el 'otro' no siempre era considerada una virtud. Tampoco piensen que era un blandengue...

Cartuja. Representación de la Cartuja de Valldecrist, fundada por Martín el'Humano'. LP

Un ejemplo magnífico de cómo reinar en la época fue el de Pedro IV de Aragón. Pero no es oro todo lo que reluce. Para infortunio del «Ceremonioso», de sus cuatro matrimonios sólo nacieron dos varones. Ambos de la misma madre, Leonor de Sicilia. Juan nació en 1350. Martín vino al mundo pocos años más tarde, en 1356, en Perpiñán. Los roles de los dos hermanos estaban muy definidos. Uno iba reinar. El otro no. La rueda de la fortuna comenzaba a girar.

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Martín tenía un inmenso patrimonio fruto de donaciones familiares cuando era todavía un bebé. También una esposa asignada... ¡con cinco añitos! El 'Ceremonioso' no dejaba cabo sin atar y había procurado para su hijo pequeño a María de Luna. Esta niña -cuando se pactó el matrimonio tenía 4 años-, pertenecía a uno de los linajes de mayor prestigio de la época. Obviamente, no se casaron de inmediato. Fue en el año 1372. Tendrían cuatro hijos. Todos con escasa fortuna. Martín sufriría un dolor parecido al de su hermano. Si este último vio hasta el final de sus días algunas hijas, Martín enterró a sus cuatro hijos: Martín el 'Joven', Jaime, Juan y Margarita. Sólo el primero, sobre el que volveremos, estuvo cerca, muy cerca, de convertirse en el rey de la Corona de Aragón.

Señor de Sicilia

En 1378 daba comienzo el Cisma de Occidente, y si Pedro IV se mostraba a la expectativa sobre el asunto, sus dos hijos, Juan y Martín, revelaron abiertamente su predilección por la obediencia aviñonesa, tal y como hizo San Vicente Ferrer. La amistad del santo con los hijos del monarca (y futuros monarcas) se estrechó desde la juventud.

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En 1380, una concatenación de hechos (la muerte de su madre y una imposición matrimonial mediante la cual su hijo Martín 'el Joven' desposaría en un futuro a la heredera del trono siciliano) provocaría que Martín 'lo Ecclesiàstich' fuera nombrado por su padre nuevo señor y regente de la isla mediterránea.

La muerte de su hermano, justo otro 31 de mayo, provocó que tomase la corona

En 1387 moría Pedro IV. Tal y como estaba previsto, Juan accedía al trono de la Corona de Aragón. Juan I el 'Cazador' pudo haber compuesto el mítico verso de «...con dinero o sin dinero, sigo siendo el rey». Se ve que el hombre no escatimaba en gastos. Hablan las crónicas: «Com fos tot son bé ben galdir axí en menjars, en vestirs e en mirar jochs de taules e d'escacs e de fer-se legir libres historials. E per los dits ministrés e cassadors se desfahia, car tots quants diners haver podía aquells dava, car aquell poch patrimoni que son pare li jaqui, vené e donà e bernejà».

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Mientras Juan se pegaba una vidorra, Martín había reforzado su religiosidad, estimulado por su contacto directo con autoridades de la talla de nuestro santo y de Eiximenis. Ejemplo de ello es el decidido impulso que mostró por erigir la Cartuja de Valldecrist en Altura (Castellón), fundada en 1385. Pero también había evidenciado que, aunque poco sanguinario, era un hombre presto para la batalla, y más si cabe para las justas, cuestión que le había costado varias reprimendas de su anciano padre.

Reliquias. En esta arqueta, procedente de la Cartuja de Valldecrist, almacenaba Martin I sus reliquias. LP

Poco tiempo después, nuestro Martín se embarcó en una de sus aventuras más peligrosas. En 1392 Sicilia era un polvorín. Martín el 'Joven' había heredado los derechos de su padre sobre la isla, pero estaba desbordado a causa de revueltas internas. A su ayuda acudió su progenitor, quien estuvo varios años poniendo orden en Sicilia. Residía allí cuando recibió la noticia de la muerte de su hermano mayor a principios de junio de 1396. Era el nuevo rey de la corona de Aragón. O casi. No iba a dejar a su hijo tirado...

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Tardó cerca de un año en regresar a la península ibérica, período en el que actuó como regente de toda la corona su esposa María de Luna. Venga, un poco de culebrón en torno a una martingala: resulta que Violante de Bar, la reina que había enviudado, advirtió nada más morir Juan I que esperaba un hijo de este. Era mentira. Pero háganse una idea de todo lo que hubiera conllevado ese hipotético embarazo.

Martín I de Aragón tenía una señora agenda, lo demás son cuentos. Retorna en 1397, jura con urgencia unos fueros y se ve inmerso en infinitos frentes internacionales. Hasta el 13 de enero de 1399 no puede ser coronado como Martín I de Aragón. A Valencia no vino hasta 1402. ¿La valoración de su reinado? Como todo, por barrios. Según algunos «despuys que fon vengit de Cicília, no féu neguns afers de cap» (vamos, que se hizo un manta), pero, según otros fue «molt savi, justicier e molt virtuós».

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Espinas, lanza, esponja...

Una cosa sí es innegable. Como demostró Albert Torra, su gran devoción le impulsó a ser uno de los monarcas más ávidos de reliquias cristianas. Escribía a diestro y siniestro a otras autoridades con el afán de hacerse con una colección inigualable de estos productos, antaño motores espirituales -y en ocasiones económicos- de la cristiandad. Por cierto, aquello de 'El fin justifica los medios' todavía no se había escrito, pero ya se ponía en práctica. Un señor rey, Humano y Eclesiástico, exhortaba a sus súbditos a obtener reliquias «sia per via de compra, sia per via de furt». Piensen en los objetos presentes en el relato de la Crucifixión del Señor. Martín I quiso todos: espinas de la corona, la lanza, la esponja, los clavos, un fragmento de la Cruz, la cartela de la Cruz (aquella que contenía el I.N.R.I. en tres idiomas según el Evangelio de Juan), etc. Eso en cuanto a Jesús. También dispuso de reliquias de Moisés, Aarón, la Virgen María, san Lucas, santa Úrsula y las once mil vírgenes, san Martín, etc.

El rey Martín 'lo Ecclesiàstich' padeció un triste ocaso. Perdió a su esposa por culpa de la peste en 1406. También a su primogénito, su último hijo vivo, Martín el 'Joven', en 1409. Desolado, Martín I se casó de inmediato con una joven mujer: «Sposà'ls nostre Sanct Pare Benet Terç, e dix-los la missa mestre Vicenç Ferrer». Muy enfermo, su principal preocupación en el final de sus días fue dejar embarazada a su segunda esposa, Margarita de Prades. Sin éxito. Murió en 1410. Pasado un tiempo, nueve personas célebres elegirían a su sustituto.

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