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La Missa d'Infants cumple un siglo de fervor

La Missa d'Infants cumple un siglo de fervor

Origen Desbordada la capacidad del templo, en 1924 se celebró por primera vez una misa al aire libre a la que asistieron los escolares de la ciudad

Sábado, 11 de mayo 2024, 23:41

Si en 2023 celebramos con gran solemnidad el Centenario de la Coronación de Nuestra Señora de los Desamparados, en 2024 cumple recordar otra efeméride: los cien años del nacimiento de la Missa d'Infants, la popular celebración en que niñas y niños rinden homenaje de fervor a la Patrona. Esa primera vez se dio el 11 de mayo de 1924, en el marco de las Fiestas de Mayo, cuando Valencia vivía el inicio de un deseado cambio. La plaza de Castelar, ese año, se pudo ver especialmente engalanada para las fiestas.

Desde el año 1904 se instalaba un tapiz floral en la fachada de la basílica de la Virgen, costeado por el Ayuntamiento como tributo especial a la Patrona. Y dentro del templo se celebró una misa especial a la que asistían los alumnos de las escuelas municipales. Pero al año siguiente de la Coronación, en 1924, los organizadores de la comisión municipal de Festejos, con don Rosario Martínez al frente, vieron que el templo desbordaría por tan gran asistencia y tomaron la decisión de sacar la misa a la calle. Fue una misa de campaña, mañanera y al aire libre, que habría de quedar entre las más íntimas costumbres de la ciudad.

El periódico lo contó al detalle: José Martí Casani, un sacerdote valenciano que había pasado largos años de misiones fuera de su tierra, tuvo el honor de ser el primer celebrante en la plaza. Y fue el alcalde, el general Avilés, el que dio el marco de silencio necesario para la ceremonia: tras el concierto de la Banda Municipal de la noche anterior, en el que el murmullo de la gente apenas pudo dejar que se escuchara la música, en la mañana del domingo se logró, por orden de la alcaldía, que se suspendiera el paso de los tranvías y no circularan los coches, una medida solo reservada para los días centrales de la Semana Santa. La Misa de los Niños fue un éxito de fervor y emotividad; en ella se cantaron los himnos consagrados a la Patrona el año anterior y otras piezas dedicadas a María.

«La Virgen es de todos», decía la crónica de aquel año para pedir así que se permitiera acercarse a los fieles a tocar la imagen

En una crónica que da detalles interesantes sobre los actos del día, LAS PROVINCIAS contó el Traslado, en el que «sería conveniente que no hubiera acaparamientos». Se debería dejar a la gente llegar hasta el anda; porque «la Virgen es de todos y no hay que formar el cuadro ante ella, porque todos tienen derecho y devoción para acompañarla». Después, con todas las autoridades de gala, llegó la misa de pontifical, la solemne procesión de la tarde bajo una lluvia de flores...

Las Fiestas de Primavera se crearon desde el Ayuntamiento para animar la ciudad durante el mes de mayo. La oposición de los republicanos a subvencionar fiestas religiosas quedó así cubierta bajo un programa global de celebraciones. Porque incluía la Feria Muestrario, una ya antigua exposición de Flores y Frutos que se celebraba en Viveros y otras muchas iniciativas en el campo de los deportes y, por descontado, varias corridas de toros. A las corporaciones municipales de la Dictadura ya no les fue difícil mostrar su afecto oficial a la Virgen. Y en 1924 se evidenció a través del adorno de la plaza de la Constitución y en la especial atención a la plaza mayor de la ciudad. Allí «las iluminaciones han sido este año espléndidas, especialmente en la plaza de Castelar, cuyo parque parecía un verdadero jardín de ensueño. Los árboles ostentaban perillas eléctricas hasta las ramas más altas, y los monumentos del pintor Ribera y marqués de Campo estaban contorneados por líneas de luz».

Reformas en la ciudad

El nuevo ayuntamiento de la Dictadura había retomado la idea del alcalde republicano Ricardo Samper y preparaba la emisión de un empréstito, ahora de 60 millones de pesetas, destinado a grandes reformas urbanas. Estaba en marcha el sueño de construir escuelas y ampliar los Viveros, de mejorar el alcantarillado y la pavimentación, de dar remate al nuevo edificio municipal y de culminar del modo mejor la comunicación del Mercado Central, aún en obras, con la Estación del Norte, a través de una renovada Devallada de Sant Francesc.

Los kioskos de las floristas

En los primeros días de mayo de 1924, el Ayuntamiento del general Avilés emprendió una enérgica reforma de la plaza de Castelar. Fruto de ella fue la aparición de unos kioscos cilíndricos, con zócalo de cerámica, y un peculiar techo en forma de seta, que levantó no menos comentarios, bromas -e incluso enfados- que los que, en tiempos recientes, dedicamos a los maceteros verdes ubicados en la misma plaza. La reforma iniciada hace un siglo, y concluida a toda prisa y a medias, tenía como finalidad adornar la plaza para la ya próxima visita a Valencia de los Reyes de Italia. Ese día, y tras una batalla por conseguir el honor, se ubicó a señoritas de la buena sociedad, vestidas de valenciana, a pie de kiosco y con la mejor sonrisa. Las floristas esperaron unos meses hasta el sorteo de los nuevos puestos consagrados a su trabajo.

El cartel de Ruano Llopis

Las fiestas de mayo de 1924 tuvieron un cartelista de excepción: Ruano Llopis. Especializado en temas taurinos, se centró esta vez en los asuntos florales para mostrar a una valenciana que, sentada en un banco de mayólicas muy propio de los Viveros, señalaba la llegada de las grupas a la ciudad en fiesta. Pero hay un detalle a reseñar: en el cartel parece el arco principal del nuevo Ayuntamiento que acababa de incorporar -al fin-las esculturas labradas por Mariano Benlliure. Es una referencia clara al avance de las obras de la nueva Casa Consistorial, tan esperada por todos... Especialmente los que recordaban que la primera piedra se había puesto allá por 1906.

Una Feria internacional

La Feria Muestrario, inaugurada en 1917, fue la primera de España. Y en 1924 llegó a su séptima edición y lo hizo con categoría de internacional. Ese año pudo ofrecer a sus visitantes unas instalaciones más adecuadas, aunque no es estuviera concluido el proyecto de un edificio, levantado frente a los Viveros, que fuera desde la Alameda al Paseo al Mar. En esa edición se inscribieron unos mil expositores de todo tipo y dimensión empresarial. La inauguración se demoró al 18 de mayo y el certamen tuvo especial vocación italiana, dado que se esperaba la visita de los Reyes de Italia, un acontecimiento que finalmente no pudo darse. El cartel fue una estupenda obra realizada por Dubón.

Dos conciertos de Rubinstein

El mes de mayo valenciano estuvo animado por la presencia del gran pianista Arthur Rubinstein, que dio dos conciertos en el teatro Principal, a iniciativa de la activa Sociedad Filarmónica. Los días 9 y 10 de mayo, en efecto, hubo un enorme interés en escuchar al músico de origen polaco que, en marzo de 1916 ya había hecho las delicias del público valenciano con cuatro recitales desarrollados en el Conservatorio. A los 37 años, el músico se encontraba en su momento mejor; su gira le llevó a tocar en Madrid donde un periódico recordó su defecto de «atropellar a veces los tiempos sin necesidad». Rubinstein, dotado de una excepcional simpatía y sentido del humor, decía que «en efecto, a veces se me caen notas al suelo»; pero en Valencia la crítica fue unánime y se deshizo en elogios.

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