Jorge Casals
Viernes, 25 de octubre 2024, 01:30
Hacía 17 años que un valenciano no se coronaba en el palmarés de recortadores con anillas. Javier Soler, un joven de 19 años de Canet ... d'en Berenguer, lograba tal hazaña en la pasada Feria del Pilar de Zaragoza, en la catedral de esta modalidad que sigue siendo la reina de los concursos en las plazas del norte del país. Javier, todo un portento de facultades y con la ambición de quien comienza a abrirse paso, se proclamó Campeón de España junto al azpeitiarra Xabier Iturralde, pareja que esta temporada ha causado sensación, quedando además subcampeones de La Liga de las Anillas. Lo de Javier ha sido llegar y besar el santo. Esta ha sido su primera temporada participando en estos concursos y alzarse con el trofeo más importante ha sido un sueño cumplido que no imaginaba que llegaría de forma tan prematura.
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Hasta el coso cubierto de la capital mañana se desplazó un grupo de aficionados valencianos para arropar al joven recortador. A muchos de ellos les embargó la emoción durante todo el festejo. Pero quien explotó de verdad en un sollozo sin fin fue el propio Javier. Después de tantas emociones contenidas, de la presión que supone el escenario, cuando vio que era su madre quien le hacía entrega del galardón, rompió a llorar desconsolado, fundiéndose ambos en un abrazo.
Había emociones encontradas. Además de la alegría por lo conseguido, algo al alcance de muy pocos, estaba el recuerdo del padre, Juan Ramón Soler «Majín», popular recortador que destacó precisamemte en las anillas y que perdió la vida en las astas de un toro de Adelaida Rodríguez el año 2012, cuando Javier apenas era un niño de siete años.
En esta misma plaza, Majín se proclamó campeón de España del concurso de anillas la temporada 2005 junto a Javi López, de Borja, Zaragoza, con el que formaría una pareja emblemática. Diecinueve años después lograría lo mismo su hijo, que más allá de guardarle rencor al animal que arrebató a su padre demasiado pronto, ha querido honrar la memoria paterna siguiendo sus mismos pasos.
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«Todo el que se pone delante sabe que en un momento u otro te puede coger un toro. Era su destino, su vida tenía que acabar así. Siempre me pregunto qué hubiera pasadio si él estuviera aquí, quizá yo no hubiera sido recortador o tal vez estaría ahí, apoyándome, dándome consejos detrás de la barrera», afirma a corazón abierto Javier a la hora de recordar el fatal desenlace de su padre. Majín era un recortador muy seguro, ayudado por sus buenas facultades físicas y una veteranía adquirida con los años.
Pero su destino estaba escrito. Un toro cerril, en su Canet natal, le infirió una cornada mortal de necesidad. Fue en esas calles, las mismas en las que tanto jugó al toro con su hijo Javier, donde Majín entró en la gloria para siempre, las mismas en las que su hijo, doce años después, sintió lo que es ponerse delante de un animal que te puede quitar la vida en un suspiro. «Si pienso que fue ahí donde murió mi padre y haciendo precisamente lo mismo que yo, pues no me hubiera puesto delante a parar ese toro de salida. Pero si te digo la verdad, los toros cerriles no me gustan tanto como las vacas, no siento lo mismo, así que suelo estar más apartado», confiesa.
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Admite que durante los primeros años, siendo un niño todavía, prefería no ir a los toros. Pero poco a poco afloró esa pasión que llevaba dentro, decantándose por una modalidad en la que su padre fue un referente: las anillas. «Para mí fue el mejor, he visto cientos de vídeos suyos. Algunos dicen que me parezco en las formas, aunque yo no quiero, prefiero tener mi personalidad. Ser como él será algo que nunca voy a alcanzar».
Quien ya tiene asumida esta situación nada fácil es la madre de Javier, que vive continuamente con el miedo de que a su hijo le pase lo mismo que a su marido. «Es muy duro para ella, ha llorado mucho. La primera vez que me cogió una vaca lo pasó muy mal. Para mí también es muy duro verla así. Yo le dije que es lo que sentía, y que lo asumiera cuanto antes y poco a poco lo está consiguiendo e incluso viene a verme a los concursos. Lloramos mucho en Zaragoza por todo lo que significó para nosotros ganar en esa plaza», concluye.
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Javier Soler, que ahora en invierno y finalizada la temporada taurina está centrado en sus estudios de ingeniería en la Universidad Politécnica de Valencia, se postula ya, por méritos propios, como el gran representante valenciano de los recortes con anillas, una modalidad que aunque en esta tierra fue eclipsada por los recortes con toros, sigue teniendo relevancia en Aragón, Navarra y País Vasco. Plazas en las que este nuevo Majín continuará prolongando la leyenda de este apodo con las anillas y defendiendo el sitio que siempre tuvo Valencia en estos festejos.
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