![Románticos de la calle](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2024/05/16/Foto%201_20240516222321-RfoPGWUJpknZwAYPXWifNHN-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
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José Ignacio Galcerá
Viernes, 17 de mayo 2024, 01:11
En 2004 se puso por primera vez delante de un toro de Giménez Indarte en Massalfassar. Tenía catorce años. Hace unos días, en El Puig, su localidad natal, se repitió la historia como cada fin de semana desde que decidió jugarse la vida en las ... calles de nuestros pueblos a cambio de nada. Dos décadas después de aquel debut, la llama sigue encendida. Ahora disfruta desde una posición más privilegiada por el reconocimiento ganado al ser considerado una de las grandes referencias actuales entre los rodaors. «Toda mi vida he sido un loco de esto, no tengo un recuerdo que no tenga que ver con el toro. Pasarme a un toro cerca de mi cuerpo en la calle es lo que me ha motivado siempre», señala Raúl Moreta.
La historia de Moreta es la de muchos chicos que desde muy niños han visto pasar al toro por delante de su casa y que un día quedaron prendados de la belleza, fuerza, bravura y nobleza de este animal. Sin mayor reconocimiento que el orgullo propio, lo suyo es pura afición, puro romanticismo. «Si me pongo delante de un toro, lo que busco es que me llene personalmente». El rodaor de El Puig no ha sido ajeno a los focos de los populares concursos de recortes, incluso llegó a participar en uno de los circuitos durante un año. «Desgastan mucho -dice-, y mantenerte no es fácil. En la calle, sin embargo, te sientes igual de vivo y voy donde me motiva». Uno de esos pueblos que justifican su locura es La Vilavella, donde es un ídolo para las nuevas generaciones. «Nadie es profeta en su tierra y yo no soy una excepción, así que, aunque El Puig es mi casa, La Vilavella es donde me siento más querido y donde más disfruto». Y dentro de La Vilavella: ¿barrio de Sant Xotxim o Sant Roc?: «El primero me llena mucho, es distinto; en el otro disfruto más, estoy más de tú a tú con el toro».
En la actualidad, Moreta puede presumir de ser uno de los mejores exponentes del quiebro. «Sin menospreciar a las demás suertes -el recorte y el salto-, los quebradores nos exponemos más. De las tres suertes es la que más exige y la más complicada, porque no a todos los toros puedes hacerle un quiebro. Además, las cogidas suelen ser más fuertes. Es la suerte más pura, más compleja y la menos valorada. Para muestra está en que los quebradores suelen durar menos años». En el quiebro, el hombre, inmóvil ante la arrancada del toro, con la única defensa de su cuerpo, burla la embestida con apenas un leve movimiento de una pierna. «Que el toro se venga hacia ti de cuanto más lejos, mejor, para después desplazarlo levemente y una vez roto, dirigirlo de nuevo a tu cuerpo para que pase lo más cerca posible. Así tiene que ser».
A Luis Cabezas, Sito entre los aficionados, se le podría considerar como un clásico en la cuestión pese a su juventud. Una especie de continuador del legado de otras grandes leyendas de la calle. Su especialidad es el ganado autóctono. «El ganado de corro tiene reacciones muy distintas, desarrolla más sentido. Es cierto que jugamos con la ventaja de que conocemos a las vacas y su comportamiento, si van más a la larga o a la corta, si llegan hasta el final, pero como saben lo que les vas a hacer, te exigen pensar más», comenta el de Rafelbunyol.
Las oportunidades en forma de concursos para especialistas en ganado autóctono no abundan, así que apenas hizo una aparición en el primer certamen con ganado de corro que se hizo en Valencia en el año 2017. «La plaza es un escaparate, no hay duda, pero la esencia está en la calle. Es donde me gusta estar. Es lo que he vivido desde que veía los toros en casa de mi tía y hay algo que me tiene atado a la calle. Lo que sentimos con los animales en la calle no lo cambio por nada», asegura. A día de hoy, tiempos en los que el quiebro se ha extendido como la suerte que más abunda en la calle, se mantiene fiel a la rodà, la forma más académica y tradicional de librar las embestidas. «Me gusta la rodà larga, la que hacía Edu de Puçol, por ejemplo, en la que se le da toda la ventaja a la vaca. No se trata de correr en recto, sino de dejarte ver a mucha distancia y en el momento justo, cortar a la vaca lo más despacio posible. Poca gente queda que lo haga así».
Otro caso de romanticismo por la calle es el de Vicente «Coca», de La Pobla de Farnals. «No sé explicar qué tiene la calle, diría que es una manera de estar ligado a lo que siempre he vivido, que es ver el toro con los amigos de toda la vida. Es una manera también de tener la libertad de elegir si hoy me apetece o no ponerme delante; personalmente no quiero tener el compromiso de los concursos, no he participado en ninguno». Con catorce años se puso por vez primera delante de un toro embolado de Hermanos Serrano. «Lo hago porque me gusta, no por demostrar nada a nadie. Es una cuestión personal. A veces pienso que cualquier día me puede desbaratar un toro y me digo que lo tengo que dejar, pero cuando veo a un toro que se arranca, no puedo quedarme quieto. Es inevitable». En sus formas, también mantiene la esencia de la rodà. «El toro tiene que ver que te puede coger, no se le tienen que buscar los riñones. Tienes que darle las ventajas para quitártelas a ti. La rodà es lo que hemos visto siempre, lo que nos han transmitido, y ahora parece que se pierde en favor de otras modas. Se van muchos toros sin rodar».
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