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OSCAR CALVÉ
VALENCIA.
Domingo, 18 de febrero 2018, 00:43
En Llutxent, en su cara norte, existe una fortificación rodeada de montañas que se remonta al período almohade (siglo XII). Aparentemente es otro de los numerosos castillos que, diseminados por la Comunitat, todavía configuran identidad al territorio. Sin embargo, es un vestigio muy singular de nuestro pasado. Se trata del Castell del Xiu. Un lugar indisolublemente asociado a una de las historias con mayor tradición de la espiritualidad valenciana. Si desconocen el Milagro de los Corporales, les adelanto que no tiene desperdicio.
El origen se ubica en el Castell del Xiu. Eso afirman las primeras versiones de este pasaje legendario que se celebra cada 24 de febrero en la localidad de la Vall d'Albaida. El próximo sábado será un día repleto de solemnidades religiosas en Llutxent. Misa, exposición y adoración del Santísimo, procesión eucarística y el recuerdo al padre José Aparicio -quien hace un siglo renovó el fervor por este asunto-, son sólo algunos de los actos organizados.
Al margen de nuestras creencias, resulta estimulante acercarnos a esta simbiosis de historia, leyenda y devoción que ilustra en parte el sentir de nuestros antepasados. Aun cuando este haya sufrido una profunda transformación. Tan cierto es que la creencia en un milagro no depende de una demostración histórica como que la fe -especialmente cristiana-, es un rasgo trascendental de nuestra historia. Estas dos certezas sirven de pretexto para advertir una obviedad: no esperen un relato fidedigno de lo que ocurrió el 24 de febrero de 1239. No existe.
No pocos especialistas indican que en aquella zona la única gresca aconteció años más tarde (1276). Esto no es óbice para recordar un pasaje que cuenta con fuentes que se remontan al propio siglo XIII, y que, muy probablemente, influyó en la eclosión celebrativa del Corpus Christi en Valencia ya a mediados de la siguiente centuria.
El famoso historiador y novelista José Luis Corral mencionaba un par de décadas atrás la referencia más primitiva al milagro. En 1276, a la muerte de Jaime I, Jaime Febrer, hijo de uno de los hombres de confianza de El Conquistador, incluía en uno de sus poemas: «lo fet de les formes sabe de Llutgent» (Es conocido el hecho de las formas de Llutxent).
Ya en el XIV, diversas noticias aragonesas indicaban la conservación del auténtico cuerpo y la verdadera sangre de Cristo en Daroca, siempre en relación con el milagro que nos ocupa. Precisamente en la Colegiata de esta población se halla el primer relato detallado de los supuestos hechos que ocurrieron en la localidad valenciana en 1239.
Es considerado el documento más relevante en torno a los Corporales de Llutxent, con justicia llamados también Corporales de Daroca. Data de 1340 y se conoce como la Carta de Chiva. Es la respuesta que las autoridades de esta localidad -el actual despoblado que defendía el Castell del Xiu en las proximidades de Llutxent- dieron al requerimiento de los gobernadores darocenses, quienes disponían de una sagrada reliquia de la que no conocían muy bien su historia.
Decidieron contactar con el lugar de procedencia. Les resumo la respuesta redactada más de seis siglos y medio atrás. Tras la conquista de Valencia, varios caballeros cristianos infligieron en 1239 serios castigos a poblaciones del sur de Valencia, aún bajo poder islámico. En uno de ellos se vieron obligados a refugiarse en «el pueyo en el qual agora es hedificado el castiello de Chiva».
El 24 de febrero, previsto el inminente asedio islámico y el fatal destino de los cristianos, los caballeros pidieron a un clérigo de Daroca que celebrase la misa. Este mostró la hostia y la guardó en un paño. El Cuerpo de Cristo empezó a sangrar, fundiéndose en forma de mancha con el lienzo.
Espoleadas por la señal sobrenatural y encabezados por el religioso, las huestes cristianas se lanzaron al ataque y obtuvieron una inesperada victoria. Pronto surgió el recelo. Los partícipes de aquel triunfo querían llevar a sus respectivas ciudades de procedencia el lienzo convertido en reliquia. Hasta en tres ocasiones se sorteó tal honor.
Daroca fue la triplemente afortunada, pero el resto de caballeros no aceptó. Se llegó a un nuevo consenso para dirimir el destino de los corporales: irían sobre el mulo que había montado en la batalla el sacerdote de Daroca, tirado por el clérigo. Donde el mulo se detuviera se conservarían los corporales.
Y como era previsible, el animal llegó a Daroca. Allí falleció exhausto el 7 de marzo. ¿En qué pensaban los caballeros del resto de procedencias al aceptar esas condiciones o las autoridades de Chiva (la de Llutxent) al imaginarlas? Sea como fuere, los Corporales de Llutxent pasaban a ser de Daroca. La carta se cerraba informando de la construcción de una capilla en el «pueyo» donde acontecieron los primitivos hechos. Sería el precedente del actual Monasterio del Corpus Christi de la población valenciana.
Pese a ser elaborado en las proximidades de Llutxent, el documento resumido prueba el interés de Daroca por otorgar oficialidad al milagro, en sintonía con las encuestas que se abrían para las canonizaciones coetáneas. ¿Frutos? A principios del siglo XV Daroca era un centro de peregrinación al que acudían miles de personas para contemplar la famosa reliquia.
Las autoridades se vieron obligadas a crear ferias ex profeso de varias semanas para que los fieles dispusieran de unos instantes para visualizar los corporales sagrados. Desde 1418, además de la renovación de su fe, los peregrinos obtenían una indulgencia papal cuyo efecto se extendía más de siete años. Tal perdón fue promovido por el cada vez más aislado papa Luna, quien al menos entre algunos de sus paisanos (Benedicto XIII nació en la próxima Illueca), contaría con un buen número de obedientes a su causa.
La devoción aumentó gracias al favor de los monarcas que se sucedían. Caso sintomático es el de los Reyes Católicos, quienes estimularon a los predicadores la narración del milagro. Estos contaban a su vez con nuevas versiones aderezadas. Por ejemplo el Libro Bermejo de Daroca (finales del siglo XIV) advertía que los corporales se escondieron durante el ataque musulmán, que el milagro se obró en el fragor de la batalla y que se comprobó el prodigio tras la victoria cristiana.
Para satisfacción de incrédulos, el texto aclaraba que el animal de carga era sarraceno y que jamás había pisado tierra cristiana, aspecto que sin duda confiere mayor portento al prodigio. Además incorporaba fantásticos pasajes del trayecto del mulo, en lugares como Segorbe o Jérica se sucedieron hechos fascinantes. Durante toda la Edad Moderna no cesó de editarse el milagro con variantes, y aunque Daroca obtuvo los corporales y el consiguiente impulso económico, Llutxent mantuvo vivo su fervor hacia los Sagrados Corporales hasta el siglo XIX.
Hacia 1920, el Padre José Aparicio (fundador de la 'Germandat dels Sagrats Corporals de Llutxent') revitalizó la conmemoración de aquellos actos y desde 2008, incluyen un peregrinaje de Llutxent a Daroca, emulando el viaje. Queda un misterio por resolver. El hermanamiento de tres localidades. Llutxent y Daroca por causas obvias. La tercera es Carboneras de Guadazaón, donde se conserva la Sagrada Hijuela, otro de los lienzos que cubría la hostia, este en forma circular y en el que también caló la sangre de Cristo. La hijuela llegó allí por deseo póstumo de Isabel la Católica. No. El Castell del Xiu no es un castillo cualquiera.
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