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JOSÉ IGNACIO GALCERÁ
Viernes, 30 de noviembre 2018, 00:40
Valencia. En el término de Domeño, entrando por Villar del Arzobispo, concretamente en la partida Tormé, nombre que coge de las cuevas allí situadas, se puede encontrar ganado bravo. Y no uno cualquiera. Hasta aquí ha llegado Jaume Bosch Arán, más conocido como El Saliner, con sus ilusiones, su romanticismo y sus doscientas cabezas de ganado que conforman una de las divisas autóctonas con más solera de la actualidad. En esta explotación, convertida desde hace un lustro en la finca principal, siguen soñando con escribir más páginas brillantes en la historia de esta ganadería. «Primero decían que no llegaría y luego que no haría nada, y sin darme cuenta llevo cerca de veinticinco años en esto. Fui capaz de salir de la nada y ahora estamos en un punto en el que nos hemos afianzado, que es lo más complicado. No seré el mejor, pero tampoco un pelagatos que está aquí pasando el rato. El trabajo está dando sus frutos y eso se refleja en la buena línea que llevamos», afirma el patriarca de la familia.
El traslado hasta la nueva finca ha sido fundamental para la consolidación de la ganadería. «Estamos haciendo un gran esfuerzo, de trabajo y de dinero, pero era lo que necesitábamos, la guinda que nos faltaba», apunta Jaume Bosch. Unas completas instalaciones, poco a poco más funcionales, con un cercado para los toros, otro para el retrío de novillos, otro para las mansas, dos más para novillas y becerras que no se pueden cubrir todavía, otro más para las vacas que van entrando y saliendo dependiendo de los compromisos y del trajín del calendario, un comedor, una plaza de toros de setenta metros y una amplia extensión destinada al pasto la convierten en el enclave perfecto para el desarrollo del ganado. «Desde hace dos años no movemos el ganado de aquí. Solo en agosto se bajaba a la otra explotación -situada en Puzol- para que el traslado fuera más fácil pero este año ya no se han movido de aquí», comenta antes de justificar con argumentos los beneficios que ha supuesto dicho cambio para los animales. «Se ha notado mucho, sobre todo en las pezuñas, apenas hemos sufrido problemas en este sentido. Si ha habido alguna vaca que se ha lastimado ha sido porque le han pegado mucho tute. Siempre nos tocaba arreglar las pezuñas y ahora se las arreglan de forma natural con el pastoreo en la montaña. Han pasado de hacer ¡clac! a hacer ¡cloc!», explica gráficamente. Unas pezuñas más duras, pero no sólo eso. Las condiciones de la finca, su entorno y la propia naturaleza obligan al ganado a adaptarse, conformándose un animal más robusto, ligero, musculado y más fuerte de patas capaz de aguantar la exigente prueba de la calle. «Es lo que verdaderamente necesitamos porque exponemos al ganado durante muchos días seguidos y en el asfalto, eso desgasta sobremanera a los animales».
En casa de El Saliner tienen claro cuáles son las virtudes que debe reunir una vaca: casta y velocidad por encima de listeza. «Me gusta un animal que sea veloz, ágil, que muerda, hoy por hoy lo que se exige es fundamentalmente movilidad, no quieren ver una vaca con un tranco pastueño, sino que quieren animales con chispa, con motor, eso es lo que buscamos», señala Jaume Bosch, que ahonda en el concepto sobre el comportamiento de un animal. «Ir a más es muy importante también, este año en este sentido nos han sorprendido muchos animales». Sobre la listeza, el ganadero responde: «Ser listo lo lleva el tiempo. Un animal no nace sabiendo trabajar un obstáculo, eso se aprende con el tiempo. En nuestro caso, es cierto que estar aquí en la montaña ha hecho que los animales de casa suban más aparatos que antes, pero la listeza no es una condición que se busque sino que el animal la va adquiriendo con los años».
Desde que debutaran en Puzol en 1999, en el segundo día de las fiestas del 7 de Setembre, El Saliner ha ido abriéndose hueco en el festejo popular. El reto no es sencillo y más viendo el gran nivel que se vive en la actualidad en la ganadería autóctona. «Estamos satisfechos de lo que está saliendo, podemos ir con garantías a cualquier sitio y eso, hoy por hoy, ya es mucho. Hay quince o veinte animales que lo pueden hacer perfectamente bien donde sea». En los dos últimos años se han alzado con el premio al mejor toro en la Semana Taurina de Puzol -Rompedor en 2017 y Goloso en 2018- y con la segunda posición en la categoría de mejor conjunto de vacas. «Ha sido una temporada fantástica, hemos ido a muchos concursos y el nivel ha sido bueno», destaca.
Actualmente la ganadería está compuesta de animales de distintos y variados orígenes, sin embargo, «desde hace seis o siete años sacamos productos nuestros. Se compra muy poco fuera, alguna vaca puntual de La Paloma, Germán Vidal o Benavent para hacer pruebas, pero el 90% es propio». Desde sus inicios se han sucedido distintas compras para la formación de la ganadería, la primera gran adquisición fue en 1999 con una punta de vacas y dos sementales de Collado Ruiz con los que se fundó el hierro de la ganadería. Sin embargo, tres años después, problemas de tuberculina obligaron a sacrificar la práctica totalidad del ganado a excepción de cinco vacas. Más tarde adquirieron vacas de José Antonio 'Rambleta' y José Marco Diago 'Pacoc', aumentando ese mismo año la ganadería con animales de Cayo Verges. En 2005 se compraron animales de Vicente Domínguez -toros capones y algunas vacas- y posteriormente nueve vacas de José Vicente Machancoses y varios capones de Enrique Domínguez. En 2007 se produjo la compra más numerosa de la ganadería, adquiriendo por completo el ganado de Vicente Morell 'El Bendito', sumando en los años venideros animales de Alicia Urriza -20 vacas y 2 toros-, Iván López, Gregorio de Jesús, Tomás Alba, Germán Vidal, Hnos. Benavent, Alcega Arriazu y Murillo Conde. «Sea fruto de los productos que están dando los animales que están cubriendo o sea por el cambio de finca, los resultados estos dos últimos años son muy buenos», comenta.
Fruto de esa simiente, El Saliner cuenta hoy en día con un corro de vacas de garantías. De veteranas como Pantera, Fleky o Jardinera a las más jóvenes como Avispada -«una vaca nacida en casa, hija de Romana y Jotero, muy encastada, con corazón y brava»-, Pistolera -«es de las que crean pura emoción, capaz de realizar todos los obstáculos con codicia y peligro»-, Tabaquera -«hija de Estanquera y Arrogante, muy rápida y astuta, capaz de emplearse cada segundo de su actuación con agresividad»-, o Chilena -«vaca procedente de La Paloma, con mucha personalidad, capaz de trabajar todos los obstáculos con agresividad, ha sido una vaca muy importante en varios concursos realizados este año»-, describe el ganadero, que a la lista de vacas añade toros como Loco, Careto, Pinocho, Serranito, Rompedor y Goloso, «que han hecho una gran temporada».
A lo largo de su trayectoria, la ganadería de El Saliner ha pasado por problemas de tuberculina. «De todos los colores los hemos tenido», afirma resignado el ganadero. «Cuando hoy te dicen que está bien, mañana te dicen lo contrario. No sabes qué hacer. He tenido muchas broncas con la Administración por este tema, pero detrás de una mesa no se solucionan las cosas. En la zona de Aragón los animales tuberculosos se matan, el ganado no puede salir de la comunidad pero pueden seguir trabajando; en cambio aquí no podemos hacerlo, se nos cierra la explotación durante cuatro meses sin poder participar en concursos ni ir a pueblos, estamos atados de pies y manos», denuncia Jaume Bosch, que este año, afirma, «tengo las dos explotaciones saneadas y perfectas. En enero o febrero pasaré de nuevo el reconocimiento pese a que no se incorpora ningún animal».
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