

Secciones
Servicios
Destacamos
ÓSCAR CALVÉ
Lunes, 20 de abril 2020, 01:09
La fe mueve montañas. La expresión hunde sus raíces en la Biblia. Los primeros discípulos cristianos, decepcionados por su incapacidad para sanar milagrosamente a un enfermo, preguntaron a Jesús la causa de su fracaso. Cristo respondió: «Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible». Bajo el auspicio de la fe para superar lo que parece insuperable, la cristiandad ha sido protagonista de increíbles manifestaciones de esperanza.
Destaca el caso de las pandemias. Al respecto, la confianza de millones de ciudadanos europeos durante varios siglos fue depositada en la figura del santo valenciano Vicente Ferrer. Innumerables huellas atestiguan esa devoción hacia Sant Vicent Ferrer en calidad de protector contra «pestilències», aunque a tenor de los documentos de la época, no pudo contener esas epidemias en vida.
Vicent Ferrer nace en Valencia en el ecuador del siglo XIV, justo cuando la muerte negra, la pandemia pestífera más devastadora de la historia cercena aproximadamente un tercio de la población europea. Con una carrera académica fulgurante y una proyección en el seno de la Iglesia sin parangón, sería testigo en 1394 de la muerte de al menos nueve sobrinos, ya saben, las siete hijas y dos hijos de su hermano Bonifacio.
Para entonces, con sumo respeto, sant Vicent Ferrer no era considerado un santo. Es su famosa visión en Aviñón (1398) y su posterior predicación itinerante hasta su muerte en 1419, las que, poco a poco, le confirieron la aureola de santo en vida. En este último periodo señalado «mestre Vicent» fue requerido por autoridades de todo Occidente para proclamar, como nadie lo había hecho en siglos, el Evangelio.
Su predicación levantaba la admiración de propios y extraños, pues los beneficios sociales derivados de ella eran extraordinarios. Un documento de 1405 señala que Vicent Ferrer era recibido «como un ángel del cielo»: su presencia desataba una suerte de histeria colectiva que, con las enormes distancias culturales, podría compararse a la generada por los Beatles en los años 60 del siglo XX, pero, además de lo acontecido en Valencia en 1394, ¿qué hay de las epidemias?
En 1406 Vicent Ferrer predicó en Génova y encabezó una multitudinaria procesión para solicitar al Señor el cese de un brote pestífero que azotaba la ciudad. Según el cronista Giorgio Stella, testigo directo de los hechos, el resultado fue calamitoso. Con lágrimas en los ojos Ferrer comprobó que el contagio aumentó. Cabe señalar que entonces se adolecía de la actual e irrefutable perspectiva científica.
Ya ven, al menos en dos ocasiones Ferrer presenció la virulencia de la peste sin que pudiera hacer nada al respecto. Sin duda alguna, él no se consideraba a sí mismo intercesor divino en tales menesteres. De hecho, el dominico exhortaba a los regidores de Valencia a colocar imágenes de San Cristóbal en diversos lugares de la ciudad para combatir rebrotes de la temida enfermedad.
Entre 1440 y 1450, Vannes, la ciudad donde fue enterrado el santo, sufría un grave brote pestífero. El proceso de canonización del beato Vicente Ferrer estaba detenido y corrió el rumor de que sólo la efectiva santificación del valenciano libraría a la población de aquella desventura.
En consecuencia, las autoridades bretonas reimpulsaron el proceso en el que tendría gran protagonismo el también valenciano Alfonso de Borja. En la capital bretona y alrededores fueron entrevistadas más de 300 personas entre 1453 y 1454 para certificar la santidad del dominico. La mitad aseguraban conocer milagrosas curaciones de enfermos de peste obradas por Ferrer, en su mayoría 'post mortem'.
El 'quid' de la cuestión es que aquellos interrogatorios en la Bretaña francesa (junto a los de Toulouse, Nápoles y Aviñón) fueron la base documental usada por el humanista Pietro Ranzano para escribir la 'Vita' de San Vicente Ferrer a petición de Alfonso de Borja, ya entonces papa Calixto III, quien por cierto materializó la canonización en 1455.
El texto que daba a conocer el nuevo santo a toda la cristiandad, la 'Vita', ensalzaba su capacidad para detener la peste. Incluso incorporaba una oración en teoría compuesta por el santo en vida con la que derrotar la enfermedad. San Vicente Ferrer era situado al mismo nivel de otros santos taumatúrgicos especialmente diligentes en la sanación de epidemias y plagas, caso de San Sebastián, San Roque, o como el propio dominico esgrimió, San Cristóbal.
Los efectos fueron inmediatos. Apenas canonizado, Girona celebró una procesión en honor de Sant Vicent Ferrer para que el dominico «vulle gardar aquesta ciutat e patria de totes malalties de epidèmies e de totes altres adversitats». Es sólo un botón. Y así el proceso de canonización, fue el punto de partida de una leyenda.
Desde la séptima década del siglo XV las representaciones de Sant Vicent Ferrer como agente antipestífero se multiplicaron por todo el continente. Esas pinturas tenían en común que fueron creadas como exvotos en agradecimiento al dominico por haber facultado la supervivencia en las antaño recurrentes epidemias.
Tal vez los productos más célebres sean el Políptico de Giovanni Bellini para la Basílica de «San Zanipolo» en Venecia y el retablo al óleo que Pandolfo IV Malatesta encargó en Rímini a «Il Ghirlandaio», ambos asociados a la superación de brotes pestíferos por parte de sus comitentes merced a San Vicente Ferrer. Si esto ocurría en la distancia, imaginen en la tierra natal del santo.
En julio de 1519 un brote de peste amenazaba Valencia y buena parte de sus autoridades, perdonen la expresión, salieron por patas. De inmediato fueron organizadas procesiones para pedir la ayuda de «Sent Vicent Màrtir i sent Vicent confessor, protectors d'aquesta insigne ciutat».
Al estudiar el relato original conservado en el Archivo Histórico Municipal de Valencia, se comprueba la confianza del pueblo en sant Vicent Ferrer. Es él quien debe liberar a su ciudad «dels flagells de pestilència».
Por ello, «les pregàries» se realizaron en dos lugares muy significativos: «on naixqué Sent Vicent Ferrer», y en «la capella de Sent Vicent Ferrer del monestir de prehicadors». Desconocemos esas plegarias. Quizá sonó alguna versión simplificada de la supuestamente atribuida a Vicente Ferrer ya citada, a la sazón incluida en la vida de Sant Vicent Ferrer elaborada por Miquel Péreç en 1510. Esta oración sería incorporada durante la Edad Moderna en multitud de publicaciones.
En 1523 la peste asesta un nuevo golpe en territorio valenciano. Concretamente en el Alto Palancia. Pocos meses después Vicente Macip pinta el retablo del santo para la iglesia de la Sangre de Segorbe, hoy conservado en el magnífico museo de la catedral de aquella localidad.
En las tablas sitas en los extremos de la predela se representan dos milagros del santo que el pintor, tuvo a bien inmortalizar también textualmente: «En un monestir de frares de Sant Bernat estaven molts ferits de peste y lo gloriós sant Vicent Passant per allí entrà dins y guarí a tots» y «En lo dia que morí lo gloriós Sant Vicent vingueren molts ferits de peste y tots guariren acostanse a la tomba o java». Con el paso del tiempo, la fe en la eficacia de Ferrer frente a las enfermedades globales no dejó de crecer.
La conocida escultura del santo dominico hoy en la plaza de Tetuán fue ubicada en origen en la puerta de San Vicente Mártir. Proyectada extramuros de la ciudad, ofrecía protección contra la peste y otros males. En este caso en colaboración con su tocayo, quien también tenía su escultura. Para nuestros antepasados la acción del héroe valenciano contra las epidemias también era efectiva en un plano más terrenal. En varios episodios sobrecogedores de cólera ya del siglo XIX, los fieles acudían a la casa natalicia del santo para obtener agua del popular «Pouet de Sant Vicent» para beneficiarse de sus supuestas cualidades sanadoras.
Esta historia no tiene fin. Los altares valencianos continuarán difundiendo el próximo año la particular cualidad del santo con la representación de 'miracles' como el que lleva por título «La peste vençuda». La fe mueve montañas. Ahora se vislumbra una de tamaño colosal. Hagamos todos por moverla.
Publicidad
Almudena Santos y Lidia Carvajal
Rocío Mendoza | Madrid, Álex Sánchez y Sara I. Belled
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.