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Un símbolo para los valencianos. Así definía el rector emérito de la Basílica de la Virgen, Jaime Sancho, la figura de la Virgen de los ... Desamparados el pasado diciembre con motivo de una exposición sobre el centenario de la coronación de la patrona. «Todos los valencianos saben lo que representa la Virgen de los Desamparados en Valencia, que muchas veces es el único símbolo que nos une a todos los valencianos porque discutimos todo: la bandera, la lengua, la denominación del país... Pero lo único que está por encima de todo es la Mare de Deu», decía al presentar el contenido de una muestra en la que, precisamente, se pudo contemplar una talla de estilo gótico que representaba a la Virgen en su posición primitiva, yacente –y no en el altar– con la iconografía conocida por los devotos: el Niño Jesús con la cruz, la azucena y, a sus pies, los Santos Inocentes.
Seis siglos de devoción desde aquel 1416, fecha en el que el rey Alfonso el Magnánimo concedió autorización a la Archicofradía para tener «la representación o imagen de la gloriosa Virgen María de plata sobredorada i [sic] madera» que pueda ser llevada «sobre cajas de los cofrades que mueran». Una historia que no puede desligarse de la obra del padre Jofre y su 'hospital de ignoscents, folls e orats' y, por tanto de la labor social de la Archicofradía, que prestaba su ayuda a los enfermos, locos y condenados a muerte.
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De ahí esa imagen yacente de la Virgen, pues estaba destinada a ir sobre los féretros, con la cabeza inclinada reposando sobre un almohadón, por lo que cuando está erguida mira hacia los fieles (lo que derivó en la Geperudeta). De tamaño natural, con el dorso plano y de poco peso para facilitar su manejo, además de ropajes con pliegues en sentido horizontal y con la posición de los pies muy juntos, según detalla el capellán Emilio Aparicio Olmos en su libro 'Madre de los Desamparados. Síntesis de la historia de la devoción valenciana a su patrona, año a año'.
Esta imagen, que era llevada a una pequeña capilla donde se celebran las reuniones de la entidad (conocida como el Capitulet), aparece recogida en 1426 en el Inventario General de los bienes de la Archicofradía: «la imatge de la Verge Maria que va sobre los cossos, amb un brot de lir e una creu de fust». Entonces, y durante 150 años, la imagen se custodiaba en las casas de los cofrades.
Un Real Privilegio del Rey Fernando el Católico rubricado el 3 de junio de 1493 decidió que a partir de ese momento la imagen fuera llamada como «Nostra Dona dels Desamparats». Y así llega hasta la actualidad, con distintas intervenciones para garantizar su conservación, entre ellas, la más destacada, la realizada entre 2013 y 2014 de la mano del IVCR+i (Institut Valencià de Conservació, Restauració i Investigació) –entonces llamado IVACOR– con la aportación de la Fundación Hortensia Herrero. Una restauración que se prolongó durante cinco meses y que se realizó en dependencias de la propia Basílica. Fue entonces cuando, por ejemplo, se descubrió la peana original sobre la que se apoyaba la Virgen, oculta dentro del pedestal barroco de plata.
Esta intervención permitió recuperar la imagen como se contempla actualmente en el altar de la Basílica, es decir, la talla gótica original de principios del siglo XV, ya que se optó por retirar delantales o escapularios barrocos.
Era la primera vez en 350 años que se contemplaba en su totalidad en la parte frontal, pues sólo era visible la cara y una mano, deterioradas por la gran acumulación de suciedad, grasa y polvo así como por pérdidas de policromía.
Además, la vara de mando de alcaldesa honoraria de la ciudad así como el fajín de capitana general, título que le fue otorgado en 1810, fueron colocados a los pies de la Mare de Déu.
La Virgen de los Desamparados cuenta, además, con dos réplicas, conocidas como la imagen Peregrina, destinadas a las visitas en el exterior de la Mare de Déu para que la original no saliera del camarín. Son obra de Carmelo y Octavio Vicent, padre e hijo. La primera, que habitualmente puede verse en el Museo Mariano, fue restaurada el año pasado por Pedro Arrúe . Esculpida en 1945, recorrió en 1948 todas las parroquias de Valencia durante la Misión que impulsó el entonces arzobispo de Valencia, Marcelino Olaechea, con motivo del 25 aniversario de la coronación de la patrona. La segunda Peregrina, esculpida en 1966, es la más viajera y está considerada la procesional , pues además de visitar las localidades valencianas, es la que sale en el Traslado, la procesión de la festividad de mayo o el Besamanos.
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