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Creatividad y devoción. Fe. Emociones a flor de piel. Tradición de siempre para el hoy del siglo XXI. Y la mirada en el futuro. Que no decaiga, que la Semana Santa Marinera continúe por siempre. Fue la de los abuelos, la de los padres y ahora es la de los hijos para que un día sea de los nietos. Y así por todos los tiempos. Es el aroma que se respira estos días en esas calles de Valencia tan próximas al mar. Un paseo por El Cabanyal-Canyamelar lo descubre.
«El día que se lo llevan siento como si me robaran algo». Lo dice Pepe Carabal, un apasionado de la Semana Santa Marinera entregado a una de las señas de identidad de las celebración del Marítimo, esa que consiste en recibir una imagen en casa u otro local propio o prestado para convertirlo en un altar popular que despierte la devoción de la calle que puede observar un Cristo o una Virgen domésticos, cercanos. Flores, luces, música, telas, ofrendas y plegarias.
LAS PROVINCIAS encuentra a Pepe en el 228 de la calle de La Reina. Está sentado junto al Jesús de Medinaceli del Grao. «Este año me lo he traído a El Cabanyal». La bella imagen vestida de color nazareno ha quedado enmarcada en un decorado de cortinas realizado por Hermanos Pinazo. Está rodeada de flores: rosas rojas, lilium púrpura, gladiolo rojo, anturium, iris y aves del paraíso. «El artista floral es Paco López, que me ha prestado la floristería para poner al Jesús de Medinaceli», explica Carabal. Los colores son acordes con el significado de la imagen, con el calvario, la Pasión y la Muerte. Pero llegará el sábado, el de Gloria, «y las cambiaremos por una decoración floral blanca», la propia de la Resurrección.
No es la primera vez que el devoto Pepe recibe una de las imágenes. Lleva mucha mili y no pierde la ilusión porque quiere «mantener la tradición de tener las imágenes en las casas, una costumbre antiquísima». Tan antigua que no se atreve a datarla, aunque apunta que él la recuerda desde pequeño. «Para el año que viene ya tengo pedida a la Madre Dolorosa de Nuestra Señora de los Ángeles», apunta este hombre orgulloso de formar parte de lo que él, trasladando el lenguaje fallero a las celebraciones de esta semana, llama «la Sección Especial» de los altares populares.
Experiencia no le falta. La Oración en el Huerto, la Dolorosa, Jesús con las mujeres de Jerusalén, El Cristo del Salvador... Y algún paso más, «entre nueve y diez, con alguna repetición», han pasado por sus manos y se han sometido a un criterio de presentación de las imágenes que no deja de atraer a devotos y curiosos, «también muchos turistas», que miran con devoción la imagen y dirigen a Pepe unas palabras que le halagan. Se hace cargo del paso desde el Domingo de Ramos hasta el viernes siguiente al de Resurrección. «Lo tengo quince días y no quiero pensar en el día que se lo llevan», recalca.
Sólo unas calles más abajo, en el 267 de la calle Escalante, la familia que invitó al Cristo del Salvador recibió la imagen el Domingo de Ramos. Lo solicitaron y les correspondió el honor en el sorteo. «Ha vuelto después de veinte años», explicaba contenta María Ángeles Miralles, una de las primas de la familia Miralles y Portero que cuenta con este huésped de excepción. Este Lunes Santo estaban preparando en el recibidor de la casa de Remedios Miralles el altar de devoción popular en torno al crucificado que el Viernes Santo por la mañana se acercará a la playa para horas después, en la Procesión General del Santo Entierro, recorrer las calles.
«Yo tengo 82 años y mi abuela ya tenía devoción por el Cristo del Salvador». A ojo calculan que en esta familia la cosa viene de hace 150 años. Tan largo vínculo se convierte en una fuerza para que a la familia no le importe, sino que les ilusiones, invertir mes y medio en los preparativos que las han conducido hasta Sevilla. En la capital hispalense, madre y maestra de celebraciones religiosas, «hemos comprado incienso de palio», apuntan las decoradoras de la firma Aurora Eventos en quienes se apoya la familia.
El de ese incienso es el aroma que desprenderá la imagen cuya decoración «sorprenderá». El Cristo del Salvador este año se despoja de «terciopelos rojos y damascos dorados», advierten las primas. Vamos a dar a la decoración un aspecto «más rústico», advierten. El propio del monte, el de los Olivos, el paisaje evangélico de la última oración de Cristo antes de su Calvario, el de ese lugar donde le prendieron sus verdugos. De momento y aún cuando no está terminado este altar de devoción popular, en el recibidor de la casa ya huele a romero.
Allí está la aromática planta, junto a otras especies y «flores secas, pero naturales» que buscan ofrecer credibilidad al doméstico Getsemaní de la calle Escalante, pero también una imagen acorde con un hoy sostenible, con un presente preocupado por la ecología. Por eso han apostado por una vegetación que traslada a la montaña y por «tejidos de lino, material noble y natural, para la decoración. También las maderas son naturales», apuntan las primas. Suena música sacra y han puesto un libro de firmas «con cubiertas de piel que hemos traído de Sevilla para que quienes vengan a verlo puedan firmar».
Serán muchos los que pasen por allí para encontrarse con la imagen del Cristo del Salvador, como los que se acercarán a encontrarse a Jesús de Medinaceli. No menos visitas recibirá Jesús atado en la Columna, que se ha establecido en el número 13 de la calle Pintor Ferrandis por solicitud de las familias Aliaga Dasí y Verdeguer Dasí. para todos ellos «es un orgullo», dicen mientras miran al Cristo que atado le han llevado ante Pilatos.
Y Cristo yacente, La oración de Jesús en el Huerto, el Paso de la Verónica, Las Tres Marias, la Virgen de la Soledad, la Cruz Relicario... Hasta 31 pasos, 31 imágenes saldrán de su habitual residencia para acercase a la casa de sus fieles devotos. Manifestación pública de una fe que ayuda a construir una cultura, la de los valencianos.
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Melchor Sáiz-Pardo y Álex Sánchez
Patricia Cabezuelo | Valencia
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