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José Ignacio Galcerá
Viernes, 28 de junio 2024, 01:31
Tardará mucho tiempo en olvidarse, si es que se olvida, el día y la noche de toros vivida el pasado 23 de junio en Puçol. ... El paso de los días no ha borrado ni un ápice los recuerdos y los ecos de la bravura desparramada por la ganadería de El Torero resuenan con fuerza entre quienes tuvieron el privilegio de presenciar tan completo espectáculo. La divisa gaditana protagonizó el festejo con motivo de la festividad del patrón de esta localidad de l´Horta Nord y por (muchos) méritos propios su nombre figura con letras de oro en la que es ya sin duda una de las grandes tardes de la temporada.
La divisa que en 2002 heredó Lola Domecq Sainz de Rozas de su padre, el recordado Salvador Domecq y Díez, entronca directamente con lo mejor de la sangre domecq, siendo una de las más encastadas de cuantas existen en el campo bravo. Su presencia en las calles de la Comunidad Valenciana se ha vuelto habitual desde hace siete años, cuando en esta casa gaditana apostaron por abrirse al festejo popular como una vía de negocio a tener en cuenta. El comportamiento de sus toros y los continuados éxitos -a reseñar un toro rechazado en Madrid y de excelente juego el año pasado en Villafamés, otro en Almassora, dos en Massamagrell y uno más en Museros el último octubre, entre otros-, con el aldanonazo reciente de Puçol, han disparado las expectativas, dígase también la demanda, por hacerse con un astado de El Torero, ahora convertida en ganadería al alza. «No cabe duda de que es una de las ganaderías del momento y de las que más mercado tiene. Valoran mucho todo lo que supone el festejo popular y desde hace unos años sus toros son de los predilectos entre los aficionados. Ahora mismo hay mucha demanda y muchas reservas para adquirir un toro de El Torero», afirma Javier Villanueva «Villa», veedor de la ganadería gaditana y uno de los artífices de la gran jornada de toros vivida en Puçol.
De los ochenta y cinco toros que conforman la camada de toros de El Torero, alrededor de veinticinco tienen como destino las calles. A los seis, una corrida entera, que se desencajonaron en Puçol, le seguirán tres en Massamagrell, entre ellos un sobrero de Las Ventas de Madrid y otro de Sevilla; otro irá a El Puig, de nuevo repetirá en Puçol en el aniversario de la Peña Hostalets; también estará en Museros en una fecha clave como el 14 de agosto y pisará Castellón, en concreto Almassora, un pueblo que siempre lleva -a cargo de la peña El Trasto- de continuo un toro de esta casa.
El único precedente en Puçol de anunciar seis toros de una misma ganadería el mismo día tuvo lugar el 7 de septiembre de 1992 con una corrida entera de Puerto de San Lorenzo. Anteriormente, el 7 de septiembre de 1983 se dio el mismo caso pero con toros de diferentes hierros, como ocurrió también el mismo día pero de 1998.
Poner todos los huevos en la misma cesta siempre es arriesgado pero los chicos de la Comissió del 7 de Setembre -excelente su trabajo y el cuidado de todos los detalles siempre a favor del espectáculo y del toro- ganaron con creces el envite. El sexteto de toros que pisaron la arena de la localidad valenciana fue un muestrario de la bravura más categórica.
Un compendio de entrega, casta, fondo y nobleza, virtudes que se apreciaron en todos los toros y que se concentraron especialmente en uno, el extraordinario Dictador, número 81, cinqueño, el mejor hecho y rematado, muy serio por fuera y por dentro, y que desde que salió del cajón marcó un nivel de intensidad en la tarde que ya no dejó de crecer en toda la jornada hasta bien entrada la madrugada.
La franqueza y prontitud del toro, como su calidad, la gozaron rodaors de la categoría de Rober, Moreta y Sarrión. Este toro, por cierto, protagonizó por la noche una embolada extraordinaria. De la clase de este animal se pasó a la exigencia que imprimió un Ofuscado que generó peligro en la arena con arrancadas de vértigo.
Su encastada condición no era para todos y el perímetro de distancia a su alrededor puso de manifiesto el respeto que representó este toro. El colofón de la tarde lo puso Bochornoso, número 65, que emplazado enfrente de la iglesia, fue un derroche de transmisión.
No importó cómo de largo se arrancaba porque siempre lo hizo con alegría, humillado y con el morro por delante, obligando tras los quiebros a salir al quite por su condición de ir hasta el final. La ovación cuando los cabestros de El Saliner enfilaban los corrales junto a este toro era el reflejo de la emoción vivida.
El éxito ya era una realidad y las expectativas para las emboladas se desbocaron por lo visto horas antes y más cuando un toro castaño -el único de los seis- que se había guardado todo su poder para la noche se vino arriba como su hermano, el 72-Durango, ambos más discretos por la tarde pero que no se quedaron atrás con su juego respecto al resto.
Cerró la fiesta -se embolaron cuatro al lastimarse un pitón en los corrales el número 31 y embolarse otro antes de la cena- ese Bochornoso que de nuevo embistió con categoría para erigirse en el más completo de la jornada. La pasión a esa hora de la noche era incontrolable y fruto de ello se desató una ovación cerrada que acabó con manteo incluido al veedor Villa y a los miembros de la comissió, cuyo próximo reto, por cierto, será la fiesta grande de la localidad, el 7 de septiembre, para la que ya han adquirido un toro de la legendaria ganadería de Miura. ¡Bou fora!
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