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Lunes, 17 de marzo 2025, 12:42
La liturgia de 'l'esmorzaret' se ha ido componiendo con los años. En sus inicios era un acto de descanso en las jornadas de agricultores, jornaleros y obreros a mitad de la mañana. El bar, un bocadillo, bebida fría, 'olives' y 'cacaus' componen este ritual que ha llegado a nuestros días convertida en un acto social que enriquece la cultura culinaria valenciana. Desde el principio, las aceitunas formaron parte del cuadro 'almorzaril' valenciano por ser un elemento básico en la dieta mediterránea desde hace siglos. Y es que la tradición es sabia y ya los romanos valoraban las aceitunas por sabor y su versatilidad. Es un alimento que acompaña muchos momentos del día. Como no, también el almuerzo.
Algo de eso saben en Cándido Miró-Serpis, conocida por sus aceitunas rellenas de anchoa, y por ser la primera empresa en comercializar y popularizarlas en toda España hace casi 100 años. Desde entonces, igual que los almuerzos, se han atrevido con una gran variedad de rellenos y combinaciones.
La gran estrella sigue siendo la aceituna rellena de anchoa. Y no una anchoa cualquiera, porque la gama de Gran Selección se rellena de anchoa del Cantábrico. Pero, si se quiere probar sabores nuevos, las hay rellenas de pimiento, chorizo, jamón serrano, queso manchego, chili, jalapeño; también aliñadas a las finas hierbas, con tomate seco, al pimentón y hasta con Tabasco.
Y es que las aceitunas son el único fruto que contiene los cuatro sabores básicos: dulce, salado, ácido y amargo. Por eso, son las compañeras ideales en el almuerzo, además de combinar bien casi con cualquier tipo de ingrediente.
Además del sabor, las aceitunas contienen ácido oleico, que se encarga de disminuir el LDL, conocido como el colesterol 'malo' y aumentar el 'bueno' (HDL). Un motivo más para que las aceitunas estén en la mesa junto a esos bocadillos capaces de hacernos salivar mientras leemos la carta.
Historia, sabor y variedad. Son muchas las razones por las que las aceitunas son las eternas compañeras del almuerzo.
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