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Si pienso en los dulces clásicos de la Navidad y en calidad inmediatamente me viene a la cabeza La Rosa de Jericó, la pastelería insigne ... del Pla del Remei que lleva surtiendo las mesas de las familias con más pedigrí de la ciudad. Con Carlos Jericó a los mandos, el establecimiento con aspecto de boutique parisina alberga en su interior un obrador imponente donde, desde hace más de un siglo, elaboran de manera artesanal los pasteles, bombones y turrones más buscados. Carlos se enamoró del oficio de niño y quiso seguir los pasos de su padre, al cual admiraba profundamente. Estuvo años compaginando los estudios con su trabajo como ayudante de repartidor primero y luego de aprendiz. Se licenció en la universidad para asegurarse una profesión más allá del negocio familiar, pero La Rosa de Jericó ocupaba toda su atención. Hizo cursos de pastelería en el gremio de Valencia, en Palencia, en Barcelona, en Francia, trabajó seis meses en Turín, aprendió dibujo artístico, decoración con cartucho y dedicó muchas horas a practicar. Uno de sus objetivos siempre fue mantener la elaboración artesanal y dar continuidad a los dulces tradicionales locales.
La Navidad es la época del año en la que en La Rosa de Jericó se despachan más referencias clásicas como son el pan de Cádiz, las cascas, las nueces fondant, los pasteles de batata, los mazapanes de Toledo, la fruta confitada, los pastelitos de Navidad, el marrón glasé, el turrón de yema tostada o el de guirlache, que es el más antiguo que existe. Pero si tiene que escoger el dulce estrella de estas fiestas, sería la anguila de mazapán rellena de batata o de yema que decoran con bombones, peladillas, nueces y turrón. «Antiguamente se hacían muchas, pero se perdió la tradición. Un día entró un cliente que quería una anguila de las de antes, muy decorada, costara la que costara. Le hicimos una anguila preciosa con peladillas, nueces, frutas confitadas y bombones de licor», explica Carlos. Se les ocurrió hacer para el escaparate tres tamaños, uno grande como el del encargo, uno mediano y uno pequeño. Empezaron a vender más anguilas, decoradas con todos los productos de Navidad o sin decorar, se puso de moda como postre tanto para Navidad como para Nochevieja y Reyes. «Es un postre fantástico porque lo dejas en la mesa y vas comiendo durante la tarde. A su alrededor se genera una conversación y momentos muy agradables. Me gusta la Navidad en el sentido de compartir con las personas que quieres alrededor de una mesa».
El origen de la anguila se remonta al siglo XIII en la época en la que convivían en Toledo cristianos, mozárabes y judíos. Entre ellos había rivalidad, los cristianos hacían la anguila para que no se la pudieran comer los árabes porque para ellos eran animales impuros. Los árabes, a su vez, hacían otro tipo de producto para que los cristianos o los judíos no los pudieran consumir. «Para hacerla buscamos la almendra marcona más grande posible, de entre 16 o 18 milímetros, que es muy difícil de conseguir. Para nosotros tiene un valor extraordinario, tanto por su sabor porque cuanto mayor es el calibre menos posibilidades tienes de que salgan amargas».
Por La Rosa de Jericó pasan cada año familias que compran desde hace generaciones como Agustín Morera, Juan Giner, Vicente Boluda, Conchita Prats, la familia Giner, los Carpi o los Casanova…«Hay casos en los que he conocido a los abuelos, a los hijos y a los nietos, tenemos unas anécdotas muy bonitas aquí en la casa por los años que llevamos. Los días de Navidad los vivimos con alegría, pero también con mucha responsabilidad, todos los encargos son muy importantes y ninguno es igual, todo es personalizado».
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