Pues sí, mis queridas lectoras y lectores, hoy empieza todo. Todo lo que nos gusta, todo lo que nos pone, todo lo que nos hace mejores, todo y todo, arrancamos temporada. Esta temporada es y será la temporada de las personas, ese es y será ... nuestro lema, nuestro deseo y parte de nuestro ruego. Mi bueno amigo David Giganto, un gigante del servicio y del cuidado de sus equipos, siempre me dice, y reafirma lo que llevo toda mi vida profesional haciendo, que esto va de personas. Somos la industria de la felicidad. Unir industria y felicidad puede generar una sensación extraña, pero os confieso, que lo nuestro, servir a los demás va de eso, de dar felicidad. Y por supuesto, va de personas. Siempre de personas. Y aquí añado a otra gran amiga y mejor docente y escritora, Adela Balderas: ella también siempre me dice que va de personas, pero, sobre todo, de buenas personas. No podemos ser buenos profesionales si no somos buenas personas.
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Repito, esto va de dar felicidad y la felicidad solo sale del corazón y de la nobleza de los sentimientos. Si compartimos alegrías, recibimos alegrías. Ese es el camino y en nuestra querida profesión lo sabemos y lo ponemos en deseada y necesaria práctica Hoy empieza la primavera y para vosotras y vosotros compañeras y compañeros de batalla hostelera y hotelera, empezamos con lo bueno, con lo que soñamos en los cálidos o fríos meses invernales. Hoy con la salida masiva desde esa que llaman la capital de la Libertad, y con sus ansías de conquista de espacio cervecero o supermercado de costa, seremos invadidos por unas Hurdes de clientes hambrientos y sedientos. Bienvenidos, qué ganas de veros. De corazón, no es hipocresía. Sin ellos, sin vosotros, no existiríamos. Somos y estamos para vosotras y vosotros. De nuevo, bienvenidas y bienvenidos.
En los negocios de temporada, la llegada del buen tiempo, la celebración del día del padre y las cercanas fallas nos han servido de maravilloso entreno para una temporada que se prevé llena de buenos momentos, de buenos ingresos, y llamadme pesado, de grandes alegrías. Año tras año, temporada tras temporada, el sector de la restauración, toda esta industria de la felicidad que os decía, ha ido poniendo en práctica una de sus mayores virtudes: nuestra adaptación a los momentos y a los entornos cambiantes. Esto va muy rápido: los cambios en los gustos, los apetitos, las modas y las tendencias, o el aumento de las expectativas de nuestros clientes, nos trasladan un nivel de autoexigencia que afrontamos con la nobleza y la pasión que nos caracteriza.
Os doy mi palabra. No os escribo desde la vanidad o la soberbia, soy un auténtico convencido y devoto de nuestra profesión, y del carácter de las personas que la trabajamos. Somo personas sirviendo a personas por eso debemos cuidarnos y mimarnos entre nosotros. Cuidar y mimar a lo que hoy llaman el cliente externo, el comensal, pero principalmente cuidar y mimar a nuestro cliente interno, nuestro equipo. Sin nuestro equipo, sin personas, de nada vale lo que hagamos. No perdurará. Para que las emociones perduren se necesita sentimiento, buenos sentimientos y eso solo sale de las personas, repito, de las buenas personas.
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Esto empieza, y va de personas. Palabras como clima laboral, conciliación, trabajo y vida, o bienestar laboral deben formar parte de nuestro vocabulario con la normalidad que da el tiempo y el entorno presente. Aquellos mantras de solo cuidar desde el dinero, la explotación o el abuso de las necesidades ajenas, han quedado fuera de contexto y quien lo hace nos avergüenza a todas y todos aquellos que creemos en la coherencia y en la honestidad hostelera y hotelera.
Y termino con mi deseo y con mi ruego. Mi deseo, no es otro que trabajar por mejorar el sector desde la humildad, de cuidar y mimar a nuestras y nuestros profesionales para que sean los primeros prescriptores de esta profesión tan bonita, y que desde el ejemplo de buenas prácticas laborales consigamos ser, que lo hemos sido, un sector atractivo para las nuevas generaciones y una cantera de vocaciones que nos permitan seguir siendo un sector clave en nuestro país.
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Y un ruego: como esto va de personas, que cuidemos y mimemos a los trabajadores y las trabajadoras del turismo, ellos y ellas ayudan a que nuestro país sea una potencia mundial, a generar riqueza en sectores afines, a ser motor económico, y estoy convencido que además, son buenas personas, cuidémosles. Por favor.
Reflexionemos
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