Hola queridas y queridos, bienvenidos de nuevo a las palabras de este humilde camarero que os cuenta semana tras semana sus reflexiones, sus inquietudes o sus vivencias. Os prometo que os he echado mucho de menos y no por aburrimiento, sino más bien por un verano intenso de trabajo. Os debo confesar que también setiembre ha empezado bastante animado con un acto muy interesante como fue el primer 'Diálogos de Sala' que ya os informó la mar de bien estas mismas páginas, y una jornada de turismo desde la CEV. Eventos de reflexión y debate que siempre dan la oportunidad de la mejora. Bravo. Pero como siempre, os pago mi deuda de valoración de este verano que ya casi toca a su fin.
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Hace poco menos de un año en estas mismas páginas os compartía mi reflexión veraniega: «¿El verano? Pues ni tan mal», ahora seguro que entendéis mejor el título de hoy. Ha pasado un año y suscribo una buena parte de lo que escribí entonces: «Cuando expreso que no ha ido tan mal, (el verano 2023) tan incierto o difícil tal como lo esperábamos, voy a centrarme en los dos puntos claves de mi reflexión de principios de verano: la falta de personal y la rentabilidad. Sí, ha habido falta de personal. Y sí, ha habido restaurantes que han tenido que acortar sus jornadas o días de apertura por no tener las plantillas necesarias. Sí, es una realidad, pero no deja de ser una realidad esperada. Hemos vivido demasiados años en el límite de lo legal y lo ilegal. Hemos jugado con las condiciones laborales en beneficio solo de unos pocos. Hemos abusado de la alta demanda para empobrecer la oferta. Hemos cuidado bien poco lo que hacía que el sector funcionase, sus trabajadores. Hemos vivido al límite y ese límite se ha roto. Lo de los actuales lamentos de muchos es solo la pataleta de quien ha obrado mal. Y lo sabe. Lo sabe porque quienes ha hecho bien las cosas siguen teniendo colaboradores felices, siguen abriendo las mismas horas y siguen cuidando sus equipos, que es lo más importante. Sé que no hago amigos con esta reflexión, pero las situaciones de este verano me hacían pensar muchas veces que tenemos lo que nos merecemos. Y como sabéis que soy siempre positivo, tal vez este revés nos ayude a afrontar el futuro con ojos nuevos y voluntades diferentes. Y la rentabilidad no ha sido, jamás lo es, la esperada.» Reflexiones de hace un año que este verano han estado más que actuales. De nuevo (no se han puesto demasiadas soluciones), ha habido una falta de personal y una rentabilidad menor debido a los encarecimientos de muchos productos y a una reducción del gasto por parte del turista.
Vayamos a los datos. Para la patronal de la hostelería tras las encuestas realizadas este mes de setiembre, la temporada de verano se inició con un incremento de la cifra de negocios de los bares, restaurantes de un 7,6% en junio respecto al año anterior, expectativa que era previsible que se moderara en los meses siguientes, aunque debido principalmente al descenso del gasto por parte de los consumidores, los hosteleros constatan una caída en julio y mantenimiento de las cifras del año anterior en agosto. En concreto y en la media de los dos meses, para la mitad de los encuestados la facturación ha sido hasta un 10% menor que la del año anterior mientras que para un 23% ha sido igual. En el lado contrario, un 26,7% constata un incremento de hasta un 10%. Con relación al empleo, aunque ha bajado el ritmo de crecimiento respecto a meses anteriores, tendencia de evolución habitual en los meses estivales debido a que la temporada alta para el sector comienza con la Semana Santa, momento de más impulso en las contrataciones, en los meses de julio y agosto se ha superado la cifra récord de 1,96 millones de trabajadores.
Datos que no relatos que nos cuentan que el gasto se ha reducido a pesar de la contención en el aumento de precios, que somos casi dos millones de profesionales de esto de la hostelería y que mantenemos nuestra mayor virtud: la capacidad de adaptación de la hostelería. Bravo.
Nos adaptamos, pero con un desgaste que cada año va a más. Nuestro sector necesita nuevos bríos, algún que otro cambio y, sobre todo, una reflexión conjunta y sin colores que nos lleve al debate desde la autocrítica en busca de la mejora. No quiero que penséis que estoy negativo. Ya me conocéis, siempre positivo, pero creo sinceramente que es tiempo de reflexión y análisis. Cada día nuestras empresas son mejores, más preparadas, más solidarias, mejores en las relaciones laborales con los colaboradores y más de vanguardia. No debemos dispararnos en el pie o morir de éxito. Todos los actores somos responsable de ello y no solo cuando las cosas van bien.
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Estoy seguro que el verano que viene el título será: «Pedazo verano2 pero para ello debemos de empezar el trabajo desde ya.
Y termino con una reflexión en la que insisto, debemos cambiar el discurso hacia lo positivo y no caer en la queja fácil. Y, además, debemos trabajar en dejar lo de las temporadas alta y baja y hablar en conjunto del año. No hay ya casi temporada baja, pero seguimos con estrategias y decisiones como si la hubiese. Y así nos va. Pensemos y caminemos juntos.
Reflexionemos.
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