![El bar del Ensanche que borda la marinera y no para de crecer](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2023/03/21/HCD-2-ReEUzwlhpLNl00tQZjJNtRO-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
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EL DESCUBRIDOR
Miércoles, 22 de marzo 2023, 00:46
Una mañana de sábado, la barra de La Raspa roza el lleno de no hay billetes. Es un fenómeno que se registra también en otros momentos de la semana, concentrado en ese horario antaño llamado vermú o aperitivo, ese momento entre el mediodía y la ... hora de comer… que ahora se prolonga hasta la noche. Es el llamado tardeo, intervalo durante el cual también este bar alojado en lo mejor del Ensanche valenciano (Grabador Esteve, esquina a Cirilo Amorós) alcanza su plenitud. La clientela coloniza los veladores del exterior, conquista también las mesas dispuestas en el interior (así las altas como las bajas) y ataca su rica oferta con la fe que distingue a ese tipo de parroquiano, para quien este bar no es un bar. Es SU bar. Y La Raspa responde a ese nivel de exigencia mediante una carta muy rica en golosinas y repleta de buenos vinos y otros néctares que explican su justificada fama. Y también su reciente ampliación.
¿El secreto de su éxito? Para responder a esa pregunta debemos ir al principio, a cuando Amparo y su marido Jorge decidieron montar un bar que no fuera cualquier bar. Que no fuera desde luego la clase de local que hasta entonces habían defendido, en pleno territorio turístico: en la calle Caballeros. «A mí no me gustaba el concepto 'guiri' y quería montar algo que pudiera llevar yo», explica Amparo. Un negocio que se situara cerca de mi casa «y con el tipo de gente que aprecia lo bueno». De ahí, de ese espírito tan positivo, nace La Raspa: primero, «como una gastrotienda en la que también te puedes tomar un vino». Luego, en su actual fisonomía, con un mérito adicional: estamos en el año 2020, en la fase más cruda de la pandemia. En medio de aquel feroz paisaje de restricciones para la vida ciudad y el negocio hostelero, en un ejemplar gesto de valentía abrió las puertas un local que contó desde el primer minuto con el favor del público. «El barrio nos acogió estupendamente», recuerda Amparo, «tal vez por nuestra cercanía y buen hacer.
Una identidad propia que, a su juicio, se refleja en su apuesta «por el buen producto y por el cliente». Una apuesta saludada con el fervor de su parroquia, que justificaba la necesidad de mejorar su oferta, ganando espacio: «Ppronto crecimos con Raspa 2, el local contiguo que no pudimos comunicar, y más recientemente, el pasado mes de septiembre, el Raspa 3, que sí conectamos con Raspa 2». Una ampliación que permite a sus dueños responder a las demandas de la clienta, «dando un buen servicio a cualquier hora del día». «No cerramos ningún día del año, sólo la noche de Nochebuena y la mañana de Navidad», detalla Amparo. No es su única fortaleza: en realidad, el secreto de su triunfo reside sobre todo en su carta, diversa y divertida, donde resaltan platos como su marinera, que merece capítulo aparte, las regañas de anchoas y guacamole o sus tablas de jamón («Siempre bellota», apunta Amparo) «y nuestros vinos». «Siempre al mejor precio, ajustando márgenes para no perder al cliente pero también para que se motive».
Así que allá va lo prometido: ese capítulo aparte para explicar en qué consiste una de sus recetas estelares, esa marinera tan propia de la vecina cocina murciana, que se borda en La Raspa desde que un cliente les lanzó semejante desafío: «Como aceptamos cualquier sugerencia, hubo un día en que un cliente, murciano por supuesto, nos la hizo conocer. Me dijo: 'Amparo, con la ensaladilla tan buena que tienes y la anchoa tan rica que usas, tienes que hacer la marinera». Reto aceptado. Y superado, con nota. Una sobresaliente receta, que justifica por sí solo el avituallamiento que garantiza La Raspa. Su excelente oferta culinaria y vinícola que, como el propio bar, no deja de crecer.
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