![La brasa mágica de la Venta Nadal](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202105/20/media/cortadas/venta-bares-kbxF-R8AfG90MC6FKzNaUSxpvwnL-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
![La brasa mágica de la Venta Nadal](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202105/20/media/cortadas/venta-bares-kbxF-R8AfG90MC6FKzNaUSxpvwnL-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
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Cuenta la leyenda que un domingo se presentaron en la Venta Nadal dos ciclistas con plena disposición a almorzar. Pese al murmullo incesante de unas mesas abarrotadas se escuchó cómo uno de ellos pedía al camarero una tostada de pan con tomate. Automáticamente, las cabezas ... de los comensales más cercanos se giraron como resortes para ver bien quién se había desplazado hasta Peñella para tan escueto almuerzo. Pues bien, eliminen todo atisbo de ficción, porque quien suscribe presenció la escena mientras daba buena cuenta de su plato. Así es la Venta Nadal. Allí se va a ALMORZAR, en mayúsculas.
Enclavado en las montañas de Alicante, este establecimiento, ubicado en Penella, una pedanía de Cocentaina, ya es todo un clásico entre ciclistas y, sobre todo, disfrutones. Si hay algo que caracteriza a la Venta Nadal es el embutido, buena carne de cordero y cerdo y las brasas. Prácticamente todo pasa por ellas.
Cuando hayan conseguido sentarse, una tarea complicada si no se ha reservado, vale la pena dejarse aconsejar por Vicent, el propietario. Lo primero que les servirán será una plato de 'aiguasal', muy típico en la zona. Se trata de aceitunas, pimiento, col o raïm de pastor todo encurtido en agua y sal. También podremos pedir pericana, ensaladas, 'coraeta'... Así abriremos boca hasta que llegue el plato. Sí, leen bien, plato, porque en este restaurante no hay bocadillos. Tampoco hay carta, sólo los consejos de Vicent y la imaginación de cada uno.
Para no fallar, pidan un clásico que se repite por todas las mesas: longaniza, morcilla, sobrasada, costilla de cerdo y chuleta de cordero. Para que el almuerzo sea redondo, soliciten también un huevo frito. Las brasas se encargarán de obrar el milagro y llevarles al cielo. Un café o, incluso, un cremaet, aunque éste es un punto débil del local, servirá de buen preludio para rematar el almuerzo con un herbero, o lo que es lo mismo, la sierra de Mariola en un vaso de chupito.
El precio de tamaño almuerzo oscilará entre los 10 y los 12 euros, según nos hayamos emocionado o no incluyendo ingredientes en el plato.
Si han quedado atrapados por su embutido y no pueden aguantar a degustarlo hasta la siguiente visita no entren en pánico. Hablen con Vicent y hagan su pedido. Cuando acaben el almuerzo se lo llevarán en una bolsa para que la espera sea mucho más corta.
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