paula moreno
Jueves, 5 de agosto 2021, 17:56
El mediodía en el entorno de la Marina de Valencia es caluroso y soleado. Apenas unos árboles y unos pocos edificios protegen al viandante del sol y la brisa marina alivia poco las sofocantes temperaturas. En esos momentos de calor sofocante, lo mejor que se puede hacer en el puerto es buscar una terraza en la que refugiarse y tomar algo fresco frente a los barcos atracados. Un buen sitio para probar la gastronomía marítima es el restaurante Boramar Lounge.
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Situado entre el Edificio del Reloj y el Tinglado 2, la terraza de este local está a apenas unos pasos del mar. En este discreto restaurante, frecuentado tanto por residentes de la ciudad como turistas, la oferta gastronómica se enfoca en tapas típicas valencianas y los arroces. De hecho, su plato más demandado es el arroz vikingo, apodado así por el mote del arrocero del local. Santi Martínez, el manager del local, explica que consiste en una paella de mariscos con doble fumet. «La gente no adivina los ingredientes, no se esperan el sabor», relata.
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Este es uno de los platos más elaborados, pues el local destaca por la sencillez y calidad de sus platos. «Los clientes nos dicen: 'No os complicáis la vida, pero lo hacéis correcto», afirma. Algunos ejemplos son las clóchinas, la ensaladilla rusa, el sepionet y el esgarraet. Una de sus tapas más demandadas es el pulpo, que ellos elaboran como a feira pero con un acabado a la brasa.
En el Boramar también preparan postres, como el brownie casero, que es el favorito de los clientes. En cuanto a cócteles, el restaurante ofrece una oferta de diez combinaciones alcohólicas elaboradas por un barman, de viernes a domingo. Los más pedidos son el mojito y el 'Sex on the beach'.
Es imposible hablar de terrazas en La Marina sin una mención especial al Veles e Vents y a la gran variedad de locales dentro del edificio. Su arquitectura elegante y moderna y su ubicación frente al mar ya atraen por sí a los comensales, quienes llegan al restaurante La Marítima bordeando el embarcadero por el Paseo de Remor. Situado en la planta cero del edificio, es un local acristalado, con una amplia terraza en forma de ele.
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El director de restauración del Veles e Vents, José Luis David, explica que las especialidades del restaurante son los arroces y el pescado fresco de lonja. Lo compran en Cullera porque tienen «un proveedor que nos asegura un producto muy fresco todos los días». Los primeros se piden más al mediodía, mientras que el segundo es un plato típico de las cenas. En La Marítima, los platos destacan por el toque propio que los cocineros aportan a cada plato, exceptuando los arroces, hechos con receta tradicional. Uno de sus platos es el fumet, un caldo de pescado que elaboran durante dieciocho horas a fuego lento.
Entre las tapas de este local está la ensalada mullador, con perdiz escabechada, encurtidos y tomate valenciano. También cabe resaltar los postres, como el milhojas de chocolate con perlas de aceite de oliva y flores de sal. «Este plato causa furor», remarca, sonriendo. En el restaurante se enfocan en el producto valenciano, aunque también incorporan a la carta suministros de toda España, como es el caso del vino. En su amplia carta, hay vinos con denominación de origen de todo el país, así como internacionales.
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Una vez el sol empieza a descender en el horizonte, es una buena hora para dirigirse al Azul Sunset Point, un restaurante situado al final del espigón del puerto. Su ubicación apartada lo convierte en un lugar perfecto al que acudir a relajarse al final de un día caluroso. De hecho, su nombre ya indica que es un punto privilegiado para observar la puesta de sol. Elisabeth Alfaro, camarera del local, explica que el Azul está especializado en comida mediterránea, sobre todo los arroces. «Contamos con una arrocera que tiene treinta años de experiencia», afirma.
En su carta también incluyen pescado, y algunos platos muy demandados son el chuletón y el rodaballo, cocinado a la parrilla y acabado en paellero, acompañado de patatas, pimiento de padrón y tomates Cherry. También cuentan con postres, como sus tartas caseras de queso, de zanahoria y de tres chocolates, pero como cuenta Elisabeth, «nos adaptamos tanto a las comidas como al copeo».
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El ambiente de este punto atrae a personas que buscan tomarse un cóctel y cenar. «Las vistas de aquí no las tienes en toda Valencia», señala. Sus especialidades y bebidas que más se venden son el red chance, una combinación de frutos rojos y sandía, y el tropical, una bebida de mango, piña, melocotón.
Todos los restaurantes mencionados son un buen punto de partida para empezar a descubrir la oferta gastronómica que La Marina esconde entre sus muelles y espigón.
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