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Encontrar negocios que perduren en el tiempo cada día es más complejo y sabemos que los motivos pueden ser muy variados. Sin embargo, hay pequeños ... comercios que todavía perduran en el tiempo y que merecen el reconocimiento, así como el análisis de por qué siguen ahí. Quedan pocos entre otras cosas porque no existe relevo generacional. Sobrecostes, escasa formación, poca conciliación y otros muchos aspectos que hacen que poco a poco vayan cerrando sus puertas o simplemente no se abran. Por suerte, todavía quedan algunos y nos interesa conocer qué aspectos se necesita tener para conseguir que un negocio perdure en el tiempo. Para conocer un poco mejor los motivos hemos visitado una carnicería centenaria ubicada en El Perelló, pequeña localidad costera a pocos kilómetros de Valencia. Me reuní con Esther y Amparo Aranda. Dos hermanas que junto a sus respectivas familias están al frente de la Carnicería Francisco Aranda.
- ¿Cuándo se abrió la carnicería? ¿Quién la abrió?
- La carnicería se abrió en 1918 y la abrieron nuestros bisabuelos. Eran los abuelos de mi padre y comenzaron en una parada del Mercado, justo enfrente de lo que actualmente es la carnicería. Mi padre desde muy pequeño siempre estuvo vinculado a la carnicería y desde bien joven cogió las riendas de la carnicería junto a mí madre. Ellos fueron los que por los años 70 compraron la casa que hoy en día es la carnicería. Compaginaron las paradas del Mercado y una que posteriormente abrieron la playa mientras pudieron y siempre estuvimos implicadas y ayudando en casa, sobre todo cuando llegaba el verano.
- ¿Cuántas generaciones lleváis trabajando y qué papel desempeñáis en el negocio?
- Somos la cuarta generación. Esther está al frente de la carnicería y es la persona que está más de cara al público y yo me encargo más de la gestión, elaboración de productos y confección de los cáterin. Nos complementamos muy bien y formamos un gran equipo.
- Uno de los aspectos más importantes en la vida de un negocio es el relevo generacional. ¿Cómo se ve el futuro de la carnicería?
- En principio no vemos que vaya a haber un relevo generacional. Al igual que nuestros padres hicieron con nosotras, pensamos que nuestros hijos deben tener sus propios estudios. La carnicería siempre estará a su disposición. Por otro lado, consideramos que ellos deben conocer el oficio y ayudarnos en todo lo que puedan de igual forma que hicimos nosotras con nuestros padres.
- ¿Es un negocio viable hoy en día?
- Este tipo de negocio es muy exigente y requiere mucho sacrificio. Al ser El Perelló un lugar turístico, nosotras abrimos todos los sábados y domingos del año. Además, hoy en día la carne es un producto con muy poco margen de beneficio, mucha caducidad y mucha merma. La legislación es muy exigente y la mano de obra es cara. Todos estos aspectos no ayudan a que las carnicerías y negocios familiares puedan subsistir.
- ¿Cómo ha evolucionado vuestro negocio en los últimos años?
- A partir de los años 70, el Perelló experimentó un boom turístico. La gente pasaba todo el verano en el Perelló. Desde el mes de junio hasta principios de octubre en la carnicería había mucho trabajo. El resto del año las ventas caían en picado. Sin embargo, hoy en día la tendencia ha cambiado y el volumen de trabajo está más repartido a lo largo del año. Ten en cuenta que la mayor parte de viviendas son de propietarios.
- Supongo que la forma de trabajar ha evolucionado a lo largo de los años, pero las recetas del embutido se conservan o también han evolucionado.
- La forma de trabajar ha evolucionado mucho sobre todo a nivel tecnológico. La maquinaria nos permite adaptarnos a la demanda, pero sin perder la esencia y la calidad del producto. Mantenemos las recetas originales. No obstante, la sistematización de los procesos también ha sido un aspecto clave, ya que nos ayuda a optimizar el tiempo, así como los mecanismos de producción y gestión.
- Ha cambiado la forma de trabajar, pero ¿ha cambiado el cliente a lo largo de los años?
- El cliente también ha evolucionado. Nos hemos tenido que adaptar a las nuevas formas de consumo. Hemos creado una aplicación donde el cliente puede reservar su pedido de forma que puede pasar a recogerlo sin hacer colas. También elaboramos platos como por ejemplo el arroz al horno, la berenjena y los pimientos rellenos, canelones, croquetas o caldo de puchero, con el fin de ofrecerle a nuestro cliente todas las facilidades acordes a los tiempos de hoy en día. No obstante, todavía tenemos muchos clientes a quienes les gusta venir a la tienda los domingos y estar el tiempo que sea necesario, poder ver el producto y conversar con nosotras. También tenemos servicio a domicilio y llevamos los pedidos a casa de nuestros clientes.
- ¿Qué destacaríais de vuestro producto? ¿Tenéis alguno que destacaríais sobre el resto?
- Para nosotras la calidad del producto es esencial. Es un elemento que marca la diferencia y supone un valor añadido. Mantenemos las recetas de nuestros ancestros, aunque hoy en día hemos ampliado la oferta. Por otro lado, no hay un solo producto que esté por encima de los demás. Destacaríamos el embutido en general, la longaniza de Pascua, las hamburguesas o la sobrasada.
- Justo enfrente de la carnicería habéis abierto un gastrobar. ¿Cómo surge la idea?
- Pensamos que hay que seguir evolucionando y aunque la carnicería funciona muy bien pensamos que era bueno diversificar. Abrimos el gastrobar y es un concepto bonito que nos da visibilidad desde otra perspectiva. Esto a su vez nos exige mucho más, pero de momento nos compensa. Desde que abrimos está en continua evolución.
P. D. Después de estar toda la tarde conversando empiezas a ver los motivos por los que un negocio centenario sigue en pie. El sacrificio y el esfuerzo creo que es el motor de cualquier negocio. Sin embargo, observo que hay otros aspectos que hacen que este comercio siga ofreciendo productos tradicionales de calidad que cada vez escasean más. Son negocios que se han adaptado a los nuevos modelos de consumo. Negocios que han apostado por la nueva tecnología para rentabilizar los procesos, sin perder la esencia y calidad de su materia prima. La sistematización de los procesos junto a las nuevas tecnologías, han permitido a la Carnicería Francisco Aranda seguir más vivos que nunca. Son emprendedores, son equipo, pero sobre todo son familia. Todo ello, manteniendo un trato con el cliente, cercano y familiar. Así son Esther y Amparo. Así son los Aranda.
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