Las 16 cosas que hacemos los clientes y más irritan a un camarero (primera parte)
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Como camarero vuestro que soy os debo una explicación. Y esa explicación que os debo, os la voy a pagar. Os la pagaré en dos plazos. Hoy lo que menos nos gusta de los clientes, y el segundo plazo lo que menos les gusta a los clientes de los camareros. Me explico: no creo que vaya a estar muy orgulloso de mi reflexión de hoy, pero tras mi último artículo sobre el saber ser y el saber estar en la sala, han sido muchos los comentarios que me han llegado. Gracias, gracias por ellos. Y con todos estos estos comentarios nacen estas dos reflexiones inversas sobre lo que menos nos gusta a los camareros de nuestros clientes y lo que menos les gusta a ellos de nosotros. Vaya por delante que no es ni una crítica ni un reproche, es simplemente un breve resumen de esos pequeños detalles que los clientes tienen con el personal que les atiende, con nosotros, los camareros. Y viceversa. Hay cien mil detalles buenos, pero también algunos malos. Es algo que aprendemos a diario, la diversidad es positiva y negativa a la vez. Real como la vida misma.
En el restaurante 'La Casa del bocadillo de calamares' te preguntan si tienes bocadillos de calamares. Son las 11 y 30 de la noche, tienes la persiana medio bajada y entra un cliente que pregunta si está abierto. «Hola, no he reservado, somos quince y tenemos prisa. El agua de la piscina está muy húmeda y fría. Pero cómo que no hay sol hoy. He pagado y tengo razón. Yo pago, yo mando. Tengo mucha prisa... y después se queda una hora jugando con el móvil tras haber pagado y tú necesitando la mesa...» Son clientes y les queremos, palabra. Pero a veces cuesta un poquito.
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Antes de contaros más cositas que no nos gustan mucho de nuestros clientes, me gustaría sacar mi parte didáctica y compartir lo que enseño a mis alumnos sobre los tipos de clientes que tenemos. El cliente introvertido, es reservado, cauto, serio, calculador, callado y distante. El cliente duro o difícil, es seguro, tajante, firme, entendido o absoluto. El cliente extrovertido es amable, amistoso, cordial, simpático y hablador. El cliente condicionado que suele ser indeciso, tímido, puede ser anciano o con alguna limitación física. El cliente nervioso es excitable, agresivo, malhumorado, impaciente o grosero y quisquilloso. El cliente inabordable que es inaccesible, evasivo, pone barreras o no da la cara. Añadiría el enterado, el amenazante, el curioso, el familiar, el influencer o el listo. Repito, les queremos y mucho. Cada tipología tiene un trato diferente y el conseguirlo es el éxito de un buen servicio.
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Pero ahora a lo que vamos, a lo que menos nos gusta a los camareros. Debería ahondar en cada punto, pero prefiero que la reflexión parta de cada uno de vosotros que me leéis, personalmente solo quiero trasladaros una breve lista con las situaciones compartidas con un gran número de compañeros sufridores.
Pues ahí van:
• Que te sientes en la única mesa sucia de todo el restaurante habiendo 50 limpias y relucientes.
• Que me llames chascando los dedos, levantando la mano o con un silbido en vez de mirarme.
• Que hables por el móvil sin parar.
• Que me preguntes todos, todos los ingredientes de cada plato de la carta y que luego me pidas una tortillita francesa porque estás muy lleno.
• Que tu reloj vaya más rápido que el resto del mundo y que todo tarde en intervalos de «llevo media hora o hace una hora que lo he pedido».
• Que te imagines y te sientas como el único comensal del restaurante.
• Que te cambies tres veces de mesa.
• Que tengas calor o frío en constante cambio durante una comida y me hagas regular el aire acondicionado tantas veces como te apetezca.
• Que me des lecciones científicas sobre la cocción del huevo a baja temperatura o que los puntos de las carnes o el pescado sean simplemente una apreciación personal.
• Que cuando algo no te gusta digas que está malo, sin argumentar.
• Que me cambies las sombrillas o las mesas de sitio.
• Que llegues el último y quieras ser atendido el primero.
• Que me digas que conoces al jefe o eso tan manido como «tú no sabes con quien estás hablando»
• Que me amenaces con una crítica en RRSS a cambio que una compensación.
• Que salgas a fumar cuando te acabo de dejar el plato y luego me lo devuelvas porque está frío.
• Que me digas eso que «el que paga manda»
• ……
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Repito, esta reflexión y estas situaciones son reales, afortunadamente menos comunes de lo que pensamos, pero ciertas. El que desaparezcan o simplemente queden en pequeñas anécdotas es un trabajo que nace desde los profesionales y que se plasma o se plasmará, en los clientes. E insisto, sin los clientes no somos nada, sois nuestra mayor razón ser y como buenos profesionales lo disculpamos todo, pero por ello no debemos de dejar de ser conscientes de estas realidades que no nos gustan.
Y palabra que pagaré mi segundo plazo en forma de necesaria autocrítica que las cosas que menos gustan a los clientes de los camareros.
Hoy más que nunca, reflexionemos.
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