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Amparo Nácher, en los fogones de Xaruga. Adolfo Benetó.

Jóvenes y valientes: nueve novedades gastronómicas para ilusionarse en 2025

Xaruga, Boira, Mengem, René, Marghé, Cocleque, Munart, Maestro Bar y Abastece. La lista es larga, y comparte ese espíritu de autor que tanto echábamos de menos

Jueves, 13 de febrero 2025, 16:25

La apertura es una quimera en el sector de la gastronomía. Todos quieren decir 'yo lo vi primero', aun cuando fueron segundos. A ... esto se suma lo obvio: ser el más rápido en hablar de un restaurante en absoluto garantiza ser el mejor. Ni tan siquiera ofrecer la pista más oportuna al comensal. Por mucho que el gastrónomo viva con avidez los estrenos, las primeras semanas de un restaurante suelen inducir a confusión acerca de su futuro, pues todavía no es posible discernir la calidad, ni mucho menos el servicio. Ni siquiera cuando el negocio viene respaldado por un nombre de confianza, y ni qué decir si estamos ante la opera prima de una precoz pareja. Esto abre el interesante debate sobre si el ticket también debería ser el mismo -que dejaremos para un futuro artículo-. En resumen, ser el primero en descubrir, comer o relatar un restaurante no supone ninguna victoria, pero a decir verdad, nadie quiere ser el segundo.

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Nos quejábamos de un 2024 que se saldó con pocas aperturas y bastantes cierres en València. Sin embargo, 2025 está dispuesto a devolvernos la ilusión y despertar nuestra curiosidad. Tenemos un listado de nombres a los que echar un vistazo, porque prometen generar conversación en torno a la mesa. Muchos de ellos cumplen con los requisitos que más no emocionan: son restaurantes impulsados por gente joven y atrevida, que hace grande lo pequeño. No solo denotan estilo propio en la cocina, sino que acogen con calidez en su sala. En muchos casos, tropezamos con personajes secundarios de restaurantes anteriores, ahora protagonistas de su propia aventura. Vamos de la creatividad de Mengem y Xaruga, al sendero libertario de Cocleque y René; de ese gran estallido culinario en el Cabanyal, a la anunciada preponderancia de otros barrios, que prolongan Marghé o Munart. También, claro, regresa el bar.

Puestos a darnos un festín, no queramos devorar todo el menú. Mejor ir plato a plato, para lograr una digestión amable. Nos merecemos celebrar los nombres que hacen crecer esta ciudad, apreciando el cariño que se desprende de cada propuesta.

Xaruga (C/ de la Reina, 217)

Lo de Amparo Nácher va a ser un bombazo. Una vida dedicada al oficio -ha pasado por Entrevins, Beat, Óscar Torrijos, Alma del Temple; ha viajado a París, Granada, Barcelona, Calpe- da como resultado una cocina personal y con mucha frescura. En Xaruga todo está en su justa medida: el producto, la creatividad y el precio. La chef se permite jugar con lo que le ofrece el mercado -guisantes, vieiras, anguila, cordero, cochinillo-, pero poniendo en el centro las necesidades del comensal, que se enfrenta a una carta de longitud media y dos menús (del día, 25 euros; y degustación, 57 euros). En su pequeño comedor del Cabanyal, también destaca Álex, jefe de sala entregado y servicial, que logra redondear la experiencia. Imprescindible.

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Boira (C/ Joaquín Costa, 50)

Guillermo y Marta, durante la reforma del local. LP

El local no les hace justicia. Estamos ante una parejita joven, la conformada por Guillermo y Marta, que impulsa este proyecto con su propia inversión. Desprenden ilusión; también talento. Él proviene de Q'Tomas y Gran Azul, lo que anticipa que vamos a comer producto, por un ticket medio de 45 euros -sí, se puede-. En general, Boira aplica pequeños toques para elevar ingredientes ya excelsos, como las navajas o las ostras. Combina una carta desenfadada, donde encontramos molleja o huevas de sepia, con algunos platos del día, en los que se deja ver la cuchara. Es imprescindible la tortilla de bacalao y resulta divertido el bocata de merluza y salsa tártara para terminar. Ojalá más puertos seguros de precio medio en el centro de la ciudad.

Mengem (C/ Columbretes, 19)

El bistró es un concepto tan francés que se echa de menos en Valencia. Es motivo de celebración que una pareja gala, con fuerte impronta gastronómica -Elías ha pasado por El Poblet; Sandra proviene de las cocinas de Ricard Camarena-, se atreva a impulsar su propia casa de comidas en el Cabanyal. Menudo estallido el de este barrio, sobre todo en lo que a cocinas de mercado se refiere. En Mengem se puede elegir entre el menú dúo (33 euros, dos platos), trío (39 euros, dos platos y un postre ) y degustación (59 euros, seis pases). Los platos navegan entre la gamba y la caballa, sacan partido del repollo y la endivia, o tratan con nobleza el pato y la presa, sin alejarse de las elegantes reminiscencias francesas, también en el postre.

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Marghé (C/ D´Aarón Vidal López, 4)

Alessandro y Daylen, rodeadados de sus quesos y chacinería. FOTO: PALOMA AGRAMUNT

Vamos con la bottega italiana que ha revolucionado el barrio de Malilla. En Marghé hay de todo, pero sobre todo, hay de lo mejor. Al frente encontramos a Alessandro Menin y Daylen Márquez, quienes presumen de la despensa transalpina, empezando por los excelsos quesos. Mozarellas y burratas que derretirían cualquier paladar, pero también parmesanos de diferentes curaciones y embutidos para completar la tabla, con mención especial para la mortadela y la panceta. Hay platos más elaborados, como el steak tratar, la tortilla de queso, las pastas o el risotto; pero el verdadero hito es traccionar públicos a una zona remota, con algo tan humilde como es la chacinería de calidad y el queso bien seleccionado. Sin olvidar, claro está, el tiramisú.

Abastece (C/ Heroi Romeu, 4)

En el antiguo establecimiento de un restaurante italiano, frente al popular Mercado de Abastos, acaba de nacer Abastece. Su carta indica que nos espera una cocina clásica, de mercado, con algunos toques informales e interesantes dosis de cuchara. Desde los pescados y carnes, al gazpacho de monte o los garbanzos de lodosa. No en vano, Marta ha heredado el amor por la hostelería de sus padres, en cuyo bar de la Hoya de Buñol obtuvo su primer sueldo. Y ahora, junto a su pareja Vicente, se atreve a poner en práctica lo aprendido. Menú de mediodía y carta variada para convencer a una zona de ideas fijas y público familiar, donde el buen producto no puede fallar.

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René (C/ Eolo, 7)

El equipo de cocina de René. FOTO: PABLO DURÁ

Algo del mar Mediterráneo, algo del mar Argentino. En René se mueve entre dos aguas, desde el mismo momento en el que hay pescados y ostras, pero también carnes a la brasa y milanesas. No en vano, cuentan con un horno Josper de carbón por el pasan los buenos productos. Con un menú del día a 17 euros, este restaurante cubre todos los horarios, empezando por el desayuno y el almuerzo, para continuar con el tardeo, donde no escatiman en champán y cava. Situado como está en la zona de Aragón, es un concepto que ofrece, ni más ni menos, que lo que el público de proximidad demanda. Y encima, con una máquina para hacer sus propios helados artesanales de dulce de leche. La masa de las empanadillas también es casera.

Cocleque /C/ de Francesc Baldomar, 40)

El nombre de este restaurante es una palabra de infancia compartida por Adrià Inglés y Victor Fraguas, los dos primos que capitanean este restaurante, junto con Doina Hmaruc. El dato sugiere que todo podría ir bien. Porque si algo transmite este nuevo local del Cabanyal, que ha causado sensación desde su apertura a finales de 2024, es familiaridad y sinceridad La cocina es libre y divertida. De repente convierte el all i pebre en un dumpling, o las mollejas en un plato picante, con reminiscencias asiáticas. Incluso el postre sorprende: tortilla coreana dulce con helado de vainilla. Queda trabajo por hacer, a cuenta de una sala de bastante capacidad, y una cocina que promete ir evolucionando. Pero lo fundamental está: personalidad y ganas.

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Maestro Bar (C/ Maestro Gozalbo, 19)

Situado en una de las esquinas más privilegiadas del Ensanche -Maestro Gozalbo con Reino de Valencia-, este nuevo proyecto viene a reivindicar el bar como espacio de buenos momentos, sin renunciar a una propuesta gastronómica de calidad. Ejemplos de su carta son la gilda Maestro, el salpicón de langostinos de Isla Cristina, el Katsu Sando ibérico o una nueva versión de los macarrones de la abuela. Los hermanos Gómez Martínez-Barona, Carlos y Nacho, bastante conocidos entre la hostelería valenciana, lideran este proyecto tan propio de ciudades como Madrid o Barcelona. Y tan necesario en Valencia, que no termina de creerse sus bares. Su terraza promete las mejores noches de cara al buen tiempo, y además, en horario ininterrumpido.

Munart (C/ Archiduque Carlos, 99)

Terminamos con Patraix, zona que no deja de sorprender. Aunque Munart es una apertura del pasado otoño, convive con la filosofía de autor de este listado y se viene colando en el discurso desde hace muy poco. Carlos y Megan habían ido dando pequeños pasos de gigante sin muchas fotos ni promoción. Estamos ante una cocina contemporánea y libre, donde las zamburiñas de repente despuntan por el toque de ají, o las bravas se terminan con salsa de kimchi picante. El procedimiento es el mismo cuando se enfrentan a los pescados y las carnes. Los sabores viajeros son aptos para todos los públicos, que también disfrutarán de su ticket medio de 30 euros -si llega-, y eso no es algo precisamente nimio: al contrario, la variedad hace más grande esta ciudad, donde tantos jóvenes valiente han venido a izar su bandera.

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