La lección

Vuelvo de MadridFusión, y a través de la ventana del tren disfruto de la madre de todas las tormentas, la he visto como se formaba, como nos metíamos dentro de ella y explotaba descarnada al principio, manteniéndose moderada para al finar ver como al escampar, los tímidos y cálidos rayos de sol del atardecer enmarcaban la postal perfecta. En veinte minutos, una alegoría de este último año y medio que hemos sufrido que parece que ya se serena y nos empieza a iluminar con tímidos rayos de esperanza.

Por los pasillos y traseras del congreso, los antaño nervios, velocidad, el ¡quita que voy! en esta edición han tornado en abrazos, sonrisas de alivio que se leen en los ojos, y confesiones, o mejor confesión, única y al unísono: «Qué mal lo hemos pasado, pero si te soy sincero, necesitaba parar, sino pasa esto, creo que nunca hubiese llegado a parar», una reflexión íntima que ha inundado el ambiente durante la jornada. «Necesitaba reencontrarme, estar con los míos, ahora hemos recortado los servicios y el aforo, ya no vuelvo a lo de antes», « me he propuesto ser feliz y disfrutar de algo de tiempo, ahora voy a trabajar más contento». Llámalo cocinero, productor o distribuidor: ésta ha sido la ponencia 'off the record' más escuchada.

Quizás el trepidante ritmo al que estábamos acostumbrados en el que obviamente, me incluyo, nos conducía a cruzar una supuesta meta que cuando estábamos a punto de alcanzar, automáticamente se alejaba, incluso más lejos cuanto más apretábamos. Miro a nuestro pasado de hace 16 meses y veo a un hámster corriendo dentro de la ruedita hasta la extenuación.

Escampa, el tren avanza y según decelera para llegar al destino, más definidos son los árboles y nos damos cuenta que forman parte del bosque, llega un momento que incluso podemos distinguir a los pájaros, estamos llegando a la estación, juego a contar las traviesas en cuenta regresiva, ya hemos llegado y no sé porqué, sonrío.

¿Habremos aprendido la lección?