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Hace diez años, Juan Valero y su familia se embarcaron en una aventura algo incierta de la que más de uno les intentó disuadir: conquistar el mercado americano con una marca de arroz que todavía ni existía, y a la que decidieron llamar Tartana por Blasco Ibáñez.
¿Quién iba a imaginar que aquello de comenzar vendiendo en Miami, y que surgió como una charla entre amigos (uno importador, otro arrocero) entre tumbonas y piñas coladas en una playa de Cancún, tendría tanto éxito? «Cuando me lo propuso, no me lo pensé. Le dije: Te tomo la palabra», explica Juan Valero, quien echa la vista atrás y ve el camino recorrido, no sólo desde que decidieron dar el paso para convertirse en industriales, sino también desde que sus tatarabuelos, a finales del siglo XIX, compraran un primer 'tancat', tierras ganadas al lago de la Albufera. El Tancat de l'Estell convirtió en arroceros a cinco generaciones de la familia Gorets; actualmente, no sólo tienen una finca, sino siete.
Una década después de fundar Arroz Tartana «vendemos toda la producción que cultivamos en 250 hectáreas». Juan Valero atribuye el secreto de su éxito a que desde los inicios de la marca se enfocaron en ofrecer un producto de mucha calidad, comercializando siempre arroces monovarietales, y dedicado sobre todo a la alta gastronomía y a 'foodies', que buscan la diferenciación. «Hemos conseguido cambiar nuestro modelo de negocio, que consistía en vender arroz a granel en cáscara hasta hace nada…».
Coincidiendo con el 10º aniversario de la marca, Tartana ha dado un paso muy importante con la adquisición de un molino, que montará por fases, para cerrar el círculo. «El salto que vamos a dar ahora nos permitirá mejorar aún más la calidad del producto que ofrecemos al mercado», explica Juan Valero, que ha visto la importancia de controlar aún más el proceso, desde la siembra del grano hasta que el producto llega al consumidor.
Dividido entre su profesión de arquitecto y su pasión por el negocio familiar, Valero ha visto claro desde el principio que tenía una misión como divulgador del arroz. Criado entre arrozales, iba a transmitir todo aquello que ha ido aprendiendo a lo largo de su vida, dando a conocer el mundo del arroz, del campo a la mesa.
Transmitir las bondades de cada variedad de arroz, sus diferentes usos, sus puntos de cocción y mil secretos más de una gramínea que está vinculada a Valencia desde hace ya más de mil quinientos años y que todavía es una gran desconocida, incluso para los valencianos.
«Pretendemos ser y que nos identifiquen como el referente en la cultura del arroz». Famosos son ya sus campeonatos de arroces de autor para amantes de la cocina, donde el Tancat de l'Estell se convierte en una fiesta gastronómica con un enorme impacto entre instagramers e influencers. O el encuentro con la asociación Eurotoques de la Comunitat Valenciana, que justo se celebró el pasado lunes, al que asistieron profesionales de primer nivel, entre ellos, Susi Díaz y Paco Torreblanca. Porque Juan tiene claro que allá donde esté Tartana, habrá siempre un perfecto arrocero.
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