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Sabor de huerta a orillas del mar
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La verdulera Teresa Orts, cuarta generación en el negocio, describe cómo está construyendo una clientela gracias a la venta onlinepaula moreno
Jueves, 30 de septiembre 2021, 22:36
Son las dos del mediodía en el Mercado del Cabanyal. La hora del cierre se acerca, y por los pasillos tan solo se apresuran ... los repartidores, que recogen pedidos, y los últimos clientes del día. Las lonas y toldos bajados oscurecen el pasillo nave de Levante, donde se ubica el puesto Verduras Teresa Orts.
Es de los pocos que aún no ha cerrado. El enorme y colorido mostrador llama la atención al paseante. Limones del tamaño de un balón de rugby, ocho clases diferentes de tomates y patatas de todo tipo son algunos de los productos que se alinean en la encimera de la tienda.
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Tras el mostrador, organizando los pedidos, está Teresa Orts. Va con prisa porque está preparando una comanda para un barco que en breves zarpará hacia Grecia. Uno de los tripulantes del barco llega con una larga lista y se lleva una pila de palés llenos de verduras.
Una vez el hombre se va, Teresa puede parar y se reclina sobre el mostrador del negocio que empezó la familia de su bisabuela, quienes tenían campos donde cultivar verduras. «Mi bisabuela venía aquí con el carro y el burro en los años veinte», cuenta.
Por aquel entonces ya vendían verduras en el mercado viejo del Cabanyal, y fueron sus abuelos los primeros de la familia en empezar a vender frutas y verduras dentro del edificio del mercado. La madre de Teresa se lo traspasó a ella y a su hermano, y actualmente la hija de Teresa trabaja en el puesto de frutas y Teresa, en el de verduras.
Mientras que su hija hizo una carrera antes de entrar a vender en la parada, Teresa relata que siempre le gustó vender en el puesto y supo que era lo que quería hacer. A los catorce años, ya ayudaba en la verdulería. «Yo me lo pasaba muy bien, era la recadera», afirma.
Y desde aquel momento, han pasado 39 años. Actualmente, la tienda está en varias redes sociales y vende en una plataforma de venta online, Freshmercat, junto a una carnicería y una pescadería. «Ella es más joven, más moderna», declara, sonriendo.
Sin embargo, aunque hayan potenciado la venta online, lo que más le gusta es el trato personal con sus clientes. «He tenido clientas que lo han sido de mis padres y de mis abuelos», comenta. También los descendientes de estos van al Mercado, atraídos por la calidad del producto de temporada, así como por la variedad. «Aquí hay un gran abanico de carnes, de pescados y verduras. Hay quien vende solo setas», señala.
Sobre todo destaca el pescado, una especialidad de la zona del Cabanyal que hace que gente de Meliana, Puzol y Alboraya vayan hasta el barrio. «Aquí hay pescadores que tienen barcas propias y viveros de clóchina», explica. Estas paradas cierran los lunes, pues los domingos no se pesca.
Los nuevos residentes de la zona, jóvenes acostumbrados a comprar en supermercados, han comenzado a buscar su producto fresco. «Algo que me gusta del Mercado es que estás dando al cliente el mejor género posible», argumenta. Aun así, es difícil competir con los amplios horarios de los supermercados, pues ellos abren solo medio día. «Y al final no te renta, es un negocio en el que somos pocas personas», sostiene. La venta online ha sido su forma de captar a los clientes que no pueden ir por las mañanas.
Por su parte, Teresa ha trabajado duro para mantener a los negocios a los que sirve, como los restaurantes o barcos del puerto. «Me preguntan si tengo un producto y yo me busco la vida para conseguirlo», explica. Aun cuando la tendencia ha sido que los locales de hostelería empiecen a comprar en grandes superficies, en esta zona siguen teniendo un fuerte vínculo con el mercado. «Cuidar a los restaurantes es tener un cliente todos los días», declara.
En cuanto al futuro de los puestos, Teresa no duda en que seguirán más años. «El Mercado tiene calidad y se distingue», asegura. Sin embargo, nota que las personas ya no lo ven como un lugar al que acudir frecuentemente, tal y como hacen con las grandes superficies, hecho que podría perjudicarles con el paso de las décadas. «No veo el futuro muy bien, pero no me puedo quejar», concluye.
P: ¿Cuál es el producto que más vendéis?
R: Tomates. Tenemos de ocho o diez clases: para rallar, freír, ensalada. A toda la gente no le gusta el mismo tomate.
P: ¿En cuál época del año vendéis más?
R: Pues en invierno. Viene la gente porque come más en casa y hace más comidas en común.
P: ¿Qué producto es el que más te gusta, personalmente?
R: Los tomates. Si pudiera, tendría la parada solo de tomates.
P: En estos últimos años, ¿cuál es el cambio más notorio que has visto en el mercado?
R: Que nos estamos reduciendo a clientes de fin de semana y de entre semana, que son los cuatro clientes de cerca del mercado. Antes venía mucha más gente de lunes a viernes. Otro cambio es que hay paradas nuevas, hay gente joven que abre negocios.
P: ¿Qué otra parada del mercado que no sea la tuya recomendarías?
R: Unas cuantas. Pescados y Mariscos Bianca me encanta porque tiene de todo, no solamente cuatro productos. Te lo deja preparado para un guiso y tiene caldo hecho. Está muy al día, y es lo que la gente busca, comodidad. Y luego hay otra, la charcutería Fermín y Victoria, que está buenísimo todo. Eso no quiere decir que los otros puestos no sea buenos, solo que es lo que me gusta.
Después de la conversación, sigue apilando cajas y ordenando el producto que queda encima del mostrador. Las montañas de tomates desaparecen, y donde antes había un gran colorido de verduras ahora hay huecos. Apenas queda nadie por el pasillo, excepto algún cliente rezagado y un hombre trasladando cajas de verduras con una carretilla. La quietud vuelve a reinar en el Mercado del Cabanyal con el fin del día.
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