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De esta historia podría escribir Shakespeare una muy buena tragedia, aunque la trama de Toni y André termina con final feliz. La familia de Toni ... Martínez es la propietaria de uno de los mejores hornos de Valencia, el Horno Alfonso Martínez, fundado en 1886. La de André Rocha-Amorim es la creadora del famoso restaurante italiano (con sello valenciano) La Lambrusquería, que cuenta con tres locales en la ciudad. Los Montesco y los Capuleto, el inicio perfecto para un relato bien romántico, que en vez de suceder en Verona, sucede en la histórica Plaza del Dr. Collado. Y como pasó con Romeo y Julieta, y suele pasar sólo y también con los negocios, además de en el amor,
Toni y André tuvieron un flechazo, que ha resuelto en un delicioso proyecto que lleva como nombre Focacceria Mercat. Pero antes de llegar al desenlace, esta historia merece recrearse un poco más en cada uno de los actos y poder disfrutar bien de todas las escenas. André estudió Derecho y empezó a dedicarse a la abogacía, pero a los pocos años se dio cuenta de que el oficio de las leyes no era lo suyo. Había crecido entre quesos y platos de pasta, pues su padre, italiano, abrió su primer restaurante cuando él tenía tan solo seis años. Él fue quien propuso a su familia abrir y encargarse de un nuevo local bajo el mismo nombre en la calle Caballeros.
Por su parte, Toni pasó su infancia -y lo continua haciendo- rodeado de masa de pan y alfonsitos, los dulces más típicos del horno. Su madre y tres tías gestionan el horno y un hostal que también está en la zona, el Antigua Morellana. Él estudió diseño de interiores y actualmente trabaja en el estudio de la valenciana Susana Lozano. Un amigo en común los presentó un día y de una idea en la cabeza de André, que como es de esperar visita Italia con mucha frecuencia, nació Focacceria Mercat.Sencillo y fácil, como eran antes los negocios, de la misma manera que se casaron Romeo y Julieta: «Tú pones el pan, yo pongo la mezcla». Y listo, ¡trato hecho!
La familia de Toni contaba con un local que utilizaba como almacén, pared con pared con el horno, en la calle de Ercilla número 15. Pequeño, pero suficiente para poder montar una focacceria al puro estilo italiano: un comercio local, sin mesas, sin sillas, en el que compras y te vas. Con una vitrina en la que poder mostrar el fiambre y los productos frescos, y con un pequeño obrador en el que elaborar cada día el pan. Un negocio de barrio para la gente del barrio, esa era la principal de sus intenciones. «Buscábamos hacer algo asequible, para que los vecinos puedan venir a comer aquí todos los días. Cada vez hay menos negocios tradicionales en la zona y es lo que las personas del barrio quieren, comercios con esencia y mimo, con una cara y un nombre detrás del mostrador», comenta André.
Y eso mismo se confirma cuando echan la llave al cerrar y les esperan en la puerta no uno sino tres vecinos para comentar cómo estaba la focaccia que se han pedido para comer, para hacerles saber que van a abrir un nuevo local en la esquina, o para preguntar a qué hora van a bajar mañana. La generación joven mezclada con la veterana, y con una misma intención, cuidar del barrio. Todo un deleite para la vista y el sentir valenciano.
La receta original de la focaccia, que nace en la región italiana de Liguria, consta de un pan plano, esponjoso y crujiente, relleno de ingredientes al gusto de cada comensal. En la Focacceria Mercat elaboran el pan cada día, cortan el fiambre al momento y es un siciliano quien monta estos bocadillos italianos donde el buen producto es el protagonista. Tienen una carta corta con siete opciones a la que sele suma una octava cada mes, con productos de temporada. «Nuestra intención es ofrecer un producto exclusivo con buenos y pocos ingredientes. En algunas de las opciones hemos añadido ingredientes típicos valencianos como longaniza de Alcácer, para hacer un guiño al almuerzo de nuestra tierra», cuenta Toni. Su top ventas es la tradicional de mortadela, burrata, pistacho y queso. Para su grata sorpresa, reciben cada día un alto número de clientes italianos, que visitan Valencia, compran y continúan caminando por las calles del que es uno de los barrios más bonitos de la ciudad, mientras se comen un producto italiano con corazón valenciano.
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