Urgente Un incendio en un bingo desata la alarma en el centro de Valencia y deja 18 atendidos por humo

Vaya por delante que estas palabras que voy a compartir con vosotros no son una crítica. Tampoco será un alegato reivindicativo. Ni para nada es una pataleta de niño olvidado. Mis palabras de hoy serán una reflexión pausada y medida sobre una oportunidad perdida.

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Me explico, creo que hemos perdido una oportunidad de oro para poner en valor a nuestros grandes profesionales de sala con motivo de la próxima Gala de las Estrellas Michelín que se celebrará el martes en Valencia. Sé que ha costado mucho esfuerzo y dedicación traer la gala a nuestra comunidad, ha sido un trabajo intenso en el que se han implicado muchos actores de nuestra gastronomía y una apuesta sincera y real de la guía Michelín para con nuestra comunidad a la que tanto cuida y quiere. Con el aforo casi desbordado rondando ya los 700 invitados y con una organización perfecta, conocemos los cocineros que mostrarán y compartirán sus mejores creaciones al universo Michelín, pero desconocemos quienes las servirán. Sé que es complicado contentar a todos y todas, sé que tanto la organización Michelín con Mónica Rius al frente como los cocineros que servirán la cena de gala cuidan, miman y comparten protagonismo con sus equipos de sala, pero tal vez deberíamos de haber dado un pasito adelante y singularizarnos dándoles su merecida visibilidad.

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No es una cuestión de vanidad, los profesionales de sala carecemos de ella, es una cuestión de fe y de distinción. Somos una potencia gastronómica envidiable, nuestros cocineros y cocineras son reconocidísimos por su creatividad y carácter, tenemos unas instituciones que apoyan y mucho al sector, el sol nos sonríe a diario y, además, servimos siempre con profesionalidad, amabilidad, carácter y una sonrisa sincera. Tenemos un estilo de servicio cercano, elegante y profesional. Debemos contarlo.

Pues eso, sonríamos desde nuestras salas, dotemos la Gala Michelín de nuestro carácter de servicio y estoy seguro que siendo como somos, todos los invitados de la gala Michelín se irán felices y sonrientes por lo comido, por cómo han sido servidos y por constatar que la Comunitat hay estrellas en la cocina y estrellas en la sala.

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