B. González
Millares
Jueves, 19 de diciembre 2024, 18:40
Quién se atreve a rechazar un dulce que se denomina «cariño». Es como llaman en Millares a lo que en otros municipios, incluidos los del resto de la Canal de Navarrés, denominan «coquitos». Un pequeño manjar a base de harina de almendra que no puede ... faltar en los hogares de los mirallencos en las fiestas navideñas.
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Un dulce que no se sabe desde cuando se elabora en este municipio, pero cuya receta se ha ido heredando de generación en generación. Las personas más mayores del lugar no saben, de hecho, de dónde viene el nombre de 'cariños'. «Mi abuela ya los llamaba así», aseguran algunas ancianas que aún continúan con la tradición, por lo que hablamos, como mínimo, que se remonta al siglo XIX.
Como en muchos pueblecitos, la tradición era elaborar los cariños en casa y, al no disponer de medios para cocerlos, llevarlos al horno de la localidad. Ahora, en el siglo XXI, aún hay personas que, pese a contar con hornos de última generación en sus cocinas, continúan yendo al horno de leña para cocerlos.
En Millares, gracias a la apuesta de unos foráneos, Benita García y Emilio Tornero, el horno continúa funcionando. El conocido Horno Filiberto, iba a cerrar por falta de relevo generacional y este matrimonio, que ya había gestionado un obrador e Benetússer, quiso darle un cambio radical a su vida y trasladarse a Millares para regentar este establecimiento, manteniendo el servicio en uno de los pueblos amenazados por la despoblación.
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Ellos han sabido recoger estas recetas tradicionales y también elaboran los 'cariños de almendra' y cuecen aquellos que algunas señoras les llevan, porque todo sabe mejor si se cocina en horno de leña.
Aunque el origen del nombre se desconoce, sí que se sabe el por qué es tan típico este dulce. «En Millares siempre ha sido muy común el cultivo de la almendra. Las familias solían plantar almendra junto a los olivares y con esas almendras hacían harina, uno de los ingredientes principales de los 'cariños'», explica la actual gerente del horno, que apunta, que además de en Navidades, suele ser un postre habitual para cualquier celebración y evento familiar.
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Los ingredientes son sencillos y básicos: harina de almendra, azúcar y huevo. En proporciones que serían del 50%, 30% y 20%, aproximadamente. Para que salgan más esponjosos, se baten las claras a punto de nieve y luego se incorporan el resto de ingredientes. Se amasa bien y se da forma de bolita. Estas se «encapsulan» en moldes de papel y se meten al horno, «Se cuecen en poco tiempo, unos cinco minutos máximo, cuando se doren un poco por la parte superior», explica Beni.
Hasta Millares se acercan vecinos de poblaciones cercanas y no tan cercanas para degustar este manjar cuyo nombre adquiere sentido una vez que se prueba y que seguro que a los millarencos que lo elaboraron por primera vez se les vino a la cabeza cuando lo probaron. Eso sin saber, seguro, que cuenta con sinónimos como «afecto, amor, amistad, estima, querencia...», que son los sentimientos que se expresan en las reuniones familiares donde se degustan.
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