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CELIA BARREÑA
Jueves, 16 de febrero 2023, 21:47
No sé que tendrán las pantallas que a todos hipnotizan. Es saltar una notificación y no hay quien se resista a revisar el móvil. Hace unos meses cruzábamos miradas cómplices mi hermana y yo ante la estampa de nuestros padres esperando en el aeropuerto a ... coger un vuelo. Nosotras con un libro cada una, ellos revisando nada más y nada menos que Tik Tok. Como lo cuento. Y no era la primera vez que alguna de las dos advertía: «¿Ya está bien con el móvil no?». Me mataran por contar esto, pero moriría si no lo hiciera, una vez reñimos a mi madre por querer terminar una partida a medias de Candy Crush mientras esperaba en el coche a que un semáforo se pusiera en verde. De verdad, como lo cuento. ¿Con cuantos años te conceden la potestad para reñir a tus padres? Lo que quiero decir es que las redes sociales no entienden de edad. Son como los libros, no me creo a nadie que diga que no le gusta leer. O como los restaurantes, solo es cuestión de encontrar el tipo de comida que más te guste. Es cierto que las redes tienen un punto obsesivo algo preocupante, son esa arma de doble filo que hay que saber usar. Hay quienes la usan (o mejor dicho, las explotan) muy bien, les hemos llamado influencers y tan bien lo hacen que seguimos sus recomendaciones al pie de la letra.
Salir a comer y a cenar es quizás, después de hacer fotos, la actividad favorita de los creadores de contenido. Siempre listos para ser, como diría Paquita Salas, #thefoodies y todas sus personitas seguidoras dispuestas a tirarse por un puente si se lo piden, me incluyo. Existe una lista -de esas que no están escritas- con los restaurantes de Valencia a los que van los influencers y quién mejor para abrirla que el viral de los virales, Voltereta. Pablo y Gonzalo Calvo, los dueños de este grupo que ya cuenta con varios restaurantes, saben cómo hacer las cosas bien. No solo en lo que a la gastronomía respecta, sino también en el terreno de las redes sociales. Que tu local sea «instagrameable» es casi tan importante como que tu comida esté buena. En Voltereta Bali cruzas una puerta y te plantas en una isla de Indonesia. En Voltereta Manhattan viajas a los años 20 no sin antes atravesar un pasadizo con espectáculo de luces que simula una máquina del tiempo. Y, por último, Voltereta Kioto tiene una zona ambientada en 1640 y otra que viaja al futuro. Todo digno de salir en un storie.
La verdad sea dicha y es que si hay un culpable de este germen (el de las fotos foodies) en Valencia es el Grupo Saona. Como si fuese ayer recuerdo el primer día que fui a comer con mis amigas a Saona de Gran Vía Marques del Turia, y todavía conservo la foto de rigor, claro. Cincuenta restaurantes después, entre los que se encuentran Saona, Tagomago y Turqueta, los salvamanteles de papel del grupo continúan inundando Internet. Inma Soria (@coohuco) o Cristina Calatrava (@criscalatrava) son dos asiduas en todos ellos.
Con un modelo de negocio parecido, la cadena de hamburgueserías valenciana, The Fitzerald, es otra de las recurrentes entre los influencers. Será porque hacen locuras como la de vender una hamburguesa azul en colaboración con Rauw Alejandro o la de decorar de rosa de arriba abajo uno de sus restaurantes, «Fitzerald pink edition», pero el caso es que no pasa un domingo sin que veamos una foto con delivery suyo en cualquier casa.
Y hablando de delivery, ¿quién lo hace mejor que Kento? Me atrevería a decir que el éxito de todos estos restaurantes ha sido traer a Valencia un concepto de restauración todavía nuevo para la ciudad y aliarse con los que lo saben hacer bien, los creadores de contenido. Hace poco Kento colgaba de la fachada de uno de sus locales en la calle Pérez Bayer una lona gigante con una foto de la influencer valenciana Teresa Seco (@teresaseco), a la que vemos frecuentemente con sushi del local.
Otros de los restaurantes que protagonizan Instagram son Salvaje, el restaurante del hotel Only You que se convierte en un local de copas pasada la media noche; Naked & Sated, el proyecto del que son socios varios jugadores de fútbol y que aterrizaba en Valencia hace pocos meses; Gonzalez&Co, el Tex-Mex a domicilio con un toque mediterráneo o la propuesta gastronómica del hotel Helen Berger, al que no solo van algunas de las influencers locales más conocidas, sino que también vienen a comer y alojarse las líderes de opinión nacionales de las redes siempre que vienen a la ciudad. Maria Pombo (@mariapombo) o Paula Ordovás (@paulaordovas) se han quedado a dormir en él y las locales Teresa Andrés (@teresaandres) y Marta Lozano (@martalozanop) lo suelen visitar a menudo.
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A medio camino entre lo mainstream y el modelo tradicional están el italiano San Tommaso, donde vemos frecuentemente a Marta Handrich (@martahandrich) o los restaurantes del grupo Gastroadictos, Bar Mistela, Bar Cremaet, Bar Casalla y La sastrería. Los vemos en las redes, eso seguro, aunque quizás no tan a menudo o no con los «#» ni los «@», ¿será eso indicador de algo? Es verdad que la magia se pierde cuando estás entre bambalinas. ¿Vivir triste con la verdad o feliz en la ignorancia? Hay veces que aunque queramos no podemos decidir.
Solo espero que lo de Candy Crush ya haya preescrito. Mi madre también siguió de cerca el sorteo viral de la camper de Voltereta con Gotzon Mantuliz, otro ejemplo más de la fantástica magia de las redes sociales que confirma que, efectivamente, las redes no entienden de edad.
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