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Cuando los chavales de Baovan contactaron con Ángela Montagut y Jordi Iranzo, de Clap Studio, y les plantearon su idea, no tenían ni idea ... de que habían tocado a una puerta que les iba a dar muchas más alegrías de las que hubieran imaginado en sus mejores sueños, sobre todo porque el presupuesto era escaso. Pero la realidad es que la creatividad se agudiza si hay pocos recursos, así que aquellos jóvenes llenos de ilusión les mostraron el camino casi sin saberlo, hablando de surf, de mar, de playas paradisíacas, de atardeceres con amigos y de lugares que llenan el alma.
Ángela Montagut explica cómo, con aquellas ideas llegaron a la esencia del espíritu de Baovan y, sobre todo, de sus creadores, y decidieron transformar el espacio a través del color. «Queríamos crear esa atmósfera de la que ellos nos hablaban». Así, el restaurante es en realidad un atardecer en la playa, en un paseo que comienza por un bosque, representado en el porche, con ese verde que siempre ha sido el color Baovan que les ha definido y una instalación de cuerdas que sale del techo como si fuera vegetación. Al entrar, el azul simboliza el mar y el rosa la arena, con lacados simulando olas y dunas. El final es un espacio semiprivado que recrea una cueva, como si nadando encontrarámos un lugar escondido entre la tierra y el mar, donde el atardecer va tomando forma y la luna se va haciendo visible.
Seguro que tienen en mente días de verano que acaban de esa manera, disfrutando de los últimos rayos de sol junto al mar. Lo más difícil, quizás, era conseguir recrear algo así en un espacio cerrado, pero en Clap Studio lo lograron. «El presupuesto era muy bajito, ellos eran una startup que prácticamente había empezado de cero y el local era pequeño, apenas 160 metros cuadrados, pero ellos apostaron por el diseño y se lo tenemos que agradecer», explica Ángela, que cree que en estas ocasiones el ingenio se agudiza para lograr un buen resultado
Este estudio valenciano, especializado en el diseño de negocios abiertos al público -'contract'- ya había conseguido reconocimientos antes de que llegara Baovan. De hecho, habían sido reconocidos por la revista Forbes como uno de los estudios más creativos en el mundo de los negocios con unas premisas básicas: la sencillez, la elegancia y el juego. Los premios por Baovan les han puesto todavía más en el mapa. «Nos sorprendió que seleccionaran Baovan, pero sobre todo porque había proyectos con muchísimo nivel y pensábamos que no íbamos a ganar. Es cierto que habíamos trabajado muy duro, y aquí está la recompensa», asegura Ángela. De momento, han conseguido ser reconocidos en los Restaurant & Bar Design Awards como el mejor restaurante de diseño del mundo en la categoría de color, además de otros premios que les han puesto más si cabe en el mapa.
Ángela Montagut cree que por lo general «tenemos la mala costumbre en el gremio de admirar el trabajo que se hace fuera, y nos sentimos como un poco menos, pero yo creo que lo vamos puliendo; la capitalidad del diseño en Valencia ayudó a que lo creyéramos un poco más, y es de agradecer que se apueste por el diseño incluso en proyectos pequeños sin apenas presupuesto».
Baovan está basado en una idea que nació en Tailandia, donde los fundadores de la firma probaron los baos, y tuvieron claro que tenían que traer el producto a España. Lanzadera les ha ayudado y ya tienen siete locales abiertos desde que comenzaran con un foodtruck en 2020. Su objetivo, llegar a nivel nacional con un producto de calidad que no tiene nada que envidiar al que ellos se comieron hace ya unos años en el país asiático.
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