Os confieso que hoy en 'El Sitio de mi Recreo' iba a reflexionar sobre temas totalmente diferentes a lo que voy a compartir con vosotros. Debe ser por el espíritu navideño, el ajeno, tal vez por el cansancio de unos días de agotador y bienaventurado trabajo, o quizás porque servidor se va haciendo mayor y reflexiona más, que no mejor. Les prometo que estando en Navidades mi religión no me permite mentir, que mis palabras de esta semana iban dedicadas a una charla ficticia en la Gala Michelin con Juli Soler. Su título: «Juli Soler que estás en los cielos». Estoy convencido, más que convencido seguro, que el bueno de Juli me habría tocado el codo y, con la discreción y la elegancia que derrochaba, me habría dicho que se alegraba enormemente que al final la sala tuviese un protagonismo en la gala Michelín. Se habría alegrado con locura de ver a Toni Gerez recibir este primer premio. Se habría emocionado, reído e incluso tímidamente, sentido orgulloso. También me habría dicho que había visto pocas mujeres en el escenario.

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Pero lo de Juli es una historia de muchas palabras forjadas en una noche maravillosa en El Bulli acompañado de grandes amigos y siendo unos privilegiados que disfrutamos del saber de Juli, del buen hacer de Lluís García con su equipazo, o de Ferrán Centelles y David, y con la sorpresa de tener aquella noche a mi buen amigo José Andrés cocinando y al recordado Anthony Bourdain grabando uno de sus maravillosos reportajes. Juli habría recordado esa noche con la claridad de quien ha repartido felicidad a manos llenas y de quien le puso nombre a la sala y a sus protagonistas. Seguro que habríamos disfrutado de la Gala y que los abrazos hubiesen sido los protagonistas de una admiración y respeto unánime del sector. Un gran tipo. Su charla la escribiré en breve, palabra.

Lo de Toni Gerez como primer «Premio al Servicio de Sala MICHELIN 2023» también merece mil líneas de admiración y de placeres compartidos. Palabra que esa charla os la debo. Solo tenemos que cuadrar agendas y sentarnos con un vino elegido por Toni y hablar de lo humano, de lo divino y de lo que más nos gusta, nuestro trabajo, el servir. (Grande, grande Toni Gerez al recibir el premio y brindar al cielo por Juli Soler, bravo¡¡).

También, palabra, que quería reflexionar sobre la tormenta de datos que nos llegan a todos a final de este año. Tenía hasta el título, 'El dato mato al relato'. Y sí, señores, estoy convencido de que siempre es el dato el que mata al relato. No paro oír relatos de pesimismo, de lo mal que está todo, de las subidas de precios o de si Cristiano o Messi. Son relatos y no datos. Los datos siempre nos suelen decir lo que el relato no cuenta. Datos hay unos, y relatos miles. Me quedo con la reflexión de mi hermano Óscar Carrión «El apocalipsis tendrá que esperar: Pese a quien le pese, no llegan más que buenas noticias a la economía española: la inflación se contiene, el empleo resiste, la energía baja, el ahorro está en máximos históricos, y, sobre todo, el COVID está casi amortizado. Vale, vale, los tipos están subiendo, pero es que no era normal lo de los tipos negativos de los últimos años. Yo he conocido hipotecarios al 18%, y no hace tanto...A poco de disminuya el acojone de la demanda, y tanta profecía del desastre, vamos a salir como locos a las calles, a las tiendas, a los bares... De nuevo, dato mata a relato». Bravo, amigo.

Y del dato viene la explicación del título de mi reflexión de hoy, 'Mi tierra es el bar'. (confieso que he parafraseado a mi amigo Javier Ruiz Taboada, gran poeta, comunicador y mejor tipo que se presenta con 'Mi tierra es el mar'), que también estos días Hostelería de España compartió un Informe sobre la dimensión social de la hostelería elaborado por la Asociación Estatal de Directoras y Gerentes en Servicios Sociales. Algún dato: el fuerte peso económico de la hostelería, que aporta el 6,4% del PIB y da empleo a 1,8 millones de trabajadores; el 85% de las personas usuarias de la hostelería tienen uno o más establecimientos habituales; El informe pone de manifiesto que tener uno o varios establecimientos de referencia se asocia a una mayor satisfacción vital: (entre 3,87 y 3,89 en una escala de 5) y a una mayor confianza vecinal (3,59 sobre 5 frente a 3,32 de las personas que no los tienen).

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Bares, restaurantes y cafetería constituyen así, en el ámbito de la proximidad, espacios de construcción de ciudadanía, que contribuyen a la inclusión social, reforzando sentimientos de pertenencia y evitando el aislamiento de personas que viven solas o mayores. Estos son los datos. Y ahora, el relato: sin bares la vida es muy aburrida, los pueblos que no tienen bar se despueblan, los bares atraen la felicidad y la concordia, no bar no vida, y por todo esto mi reflexión: mi tierra es bar.

Y tras este cúmulo de despropósitos semánticos y gramaticales solo me queda desearos a todos y todas unas muy felices fiestas. Se os quiere. Nos vemos en los bares. Feliz Navidad.

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