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Debo confesaros que le he dado mil vueltas al título de esta reflexión. El año que vivimos peligrosamente, un buen año, el año de la esperanza, un 2022 lleno de oportunidades o vaya asco de año. Todos estos títulos me evocaban muchas realidades, situaciones o experiencias vividas. Pero la decisión ha sido fácil, el año ya ha terminado así que su título os corresponde a cada uno de vosotros, yo no soy quien para hacerlo.

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Este año ha sido el año de la incertidumbre. No sabíamos lo que iba a pasar al día siguiente. Abriré hoy, podré servir en la barra, encontraré personal, habrá desabastecimiento, me darán una estrella, volverá mi cliente o habrá cambiado, demasiadas dudas, pero ante la duda solo cabe un remedio, tomar decisiones. Y lo he hecho. He decidido seguir trabajando en la loable iniciativa de crear una Sala Mediterránea y dotarla de valor y contarla a todos. He decidido compartir saberes. No guardar nada en el egoísmo del conocimiento, nada es mío y lo mío es de todos. He decidido seguir reuniéndome con mis referentes de sala y aprender de ellos. Crear un decálogo de la sala y trabajar por seguir divulgando nuestro oficio para hacer atractiva nuestra profesión y poder crecer en una cantera de profesionales de sala de futuro.

He decidido seguir formándome. Ser inquieto y buscar la excelencia en mi trabajo y en mi entorno. Ser mejor para hacer mejores a los que me rodean. No guardar y dar. Trabajar por y para los demás con la solidaridad y la sostenibilidad como herramientas del futuro común. He decidido trabajar para vivir y no vivir para trabajar. Conciliar desde la igualdad. Ayudar en la felicidad ajena buscando la propia. He decidido dar los buenos días con una sonrisa sincera sin esperar nada a cambio. Querer sin condiciones. Reír con quien llora. He decidido innovar y crear desde la experiencia. Disfrutar cada día como si no hubiera un hoy. He decidido abrazar y cuidar, recuperar encuentros y personas. He decidido perdonar, todo, todo sin rencor. He decidido asociarme con mis compañeros de sala y ayudarles en todo lo que pueda aportar y recibir de ellos, que es mucho.

He decidido mirar el futuro desde la mirada de un niño, más limpia y verdadera. No mirar el pasado salvo para aprender de los errores y fortalecer lo positivo. He decidido seguir trabajando en el reconocimiento de mi profesión y agradecer las iniciativas que trabajan en ello. He decidido dar las gracias a la Guía Michelín por tener en cuenta el trabajo de sala y sumillería en su próxima edición. He decidido seguir escribiendo y uniendo palabras que os lleguen y al menos os hagan reflexionar o remover vuestras conciencias.

He decidido seguir siendo siempre positivo, nunca negativo. Es un año de oportunidades. Un año de seguir trabajando y seguir siendo pilares del futuro. Un año de no juzgar. No esperar. Ver más amaneceres. Un año de seguir reflexionando y analizando, de aprender de lo vivido. Y termino -porque para empezar hay que terminar- con dos reflexiones de personas que me importan: «Que esaá Navidad sea el inicio de un camino exitoso, de una transformación real en todos los aspectos de tu vida»; y algo que aprendí de mi padre y que con el tiempo he entendido su significado: «Es el pasado lo que alecciona al futuro».

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Pue eso, que el futuro y el año venidero lleguen llenos de ilusión, trabajo, esperanza, amor, paz, conciliación, formación y reconocimiento sin vanidad. Feliz año a todos y todas.

Reflexionemos.

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