En Valencia tenemos la paella, la horchata y… las trufas de Martínez. Un dulce imprescindible con casi cien años de historia cuyo éxito sigue vigente ... pese a la globalización, a Amazon y a las grandes cadenas de supermercados. Se pierde en mi memoria la primera vez que tomé una de estas trufas, me vienen recuerdos de niña en casa de mis abuelos. Desde entonces las he degustado en celebraciones de todo tipo, desde cenas privadas en casas de amigos hasta bodas o bautizos donde las trufas de Martínez aportan siempre esa nota de estilo atemporal que define a las personas con clase. Para conocer la historia de tal exquisitez me cito con Rafa, el primogénito de la cuarta generación de los Martínez. Nos encontramos en la tienda de la calle San Ignacio de Loyola que abrió sus puertas hace veintidós años. Su interior alberga el obrador donde culminan el proceso de elaboración de las trufas y del resto de productos, así como su envasado.
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El origen de este proyecto familiar se remonta hasta el año 1931 cuando Hilario Martínez, bisabuelo de Rafa, abrió el primer establecimiento de Trufas Martínez en la calle Ruzafa tras estudiar bombonería en Bélgica y en Suiza. Primero lanzó una línea de bombones que hacían elaborando los pralinés, troceando los frutos secos y mezclándolos con el azúcar y el chocolate para después bañarlos a mano. Poco a poco se fue ampliando la gama hasta las 63 referencias de bombones que tienen hoy. Cuando Hilario se casó su mujer le propuso crear un producto único, una trufa que no fuera amarga y cuyo textura y sabor fueran distintos a todo lo que había en el mercado. «La trufa normal suele ser una masa hecha de cacao y leche condensada, tiene un sabor fuerte que a la gente no le suele gustar. La nuestra es una mousse de frutos secos con escamas de chocolate, una receta especial y secreta que hacemos igual desde el año 31, somos muy puristas», explica Rafa.
De septiembre a Pascua es la temporada alta de las trufas porque es cuando más eventos empresariales se organizan. En concreto la Navidad y San Valentín son los dos picos más fuertes de venta. Pese a que la trufa es el producto más buscado tienen otras dos especialidades por las cuales son reconocidos; los bombones y los cubanitos, que fueron una invención de su madre. «En todos los eventos especiales había un purito habanero que la gente se fumaba para celebrar. Ella quisimos darle un giro, cogió unos tubitos de barquillo, les metió praliné por dentro, los bañó de chocolate puro y creó un sustituto fantástico del puro que es mucho más sano», detalla. Sus trufas se han convertido en un regalo emblemático con el que siempre quedar bien y lo largo de las décadas han atesorado muchas historias de clientes que han conquistado corazones con las trufas Martínez o han arreglado muchos problemas. «Son un buen mediador. Tenemos clientes que vienen desde hace setenta años, señoras que caminan con ayuda del andador y vienen ellas mismas hasta la tienda para comprar sus trufas, o hijos que le compraban a mi bisabuelo. Hay familias que no conciben la Navidad sin unas trufas Martínez en la mesa», afirma Rafa.
De los bisabuelos el negocio pasó a manos de su abuela Antonia y luego siguió su madre, Teresa, que ha estado ella sola al frente del negocio 35 años hasta que se incorporó Rafa que se encarga de la parte comercial y exterior. Luego entró su hermana Rocío que se ocupa de organización interna y procesos y pronto lo hará la pequeña, Teresa, que se está formando y se encargará de la fabricación. Trufas Martínez se ha convertido en lugar de visita imprescindible para muchos turistas y forma parte de circuito de los guías turísticos que en su ruta siempre incluyen pasar por Ruzafa 12. «Vienen clientes de distintas partes del mundo que quieren probar un chocolate exclusivo, especialmente orientales y muchos belgas y suizos que tiene la cultura del chocolate muy interiorizada«, explica. Y añade: »Nos han intentado copiar muchas veces, nos han analizado, pero nadie ha conseguido sacar una trufa como la nuestra».
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¿Y el futuro? «No somos un producto de tendencia, somos el producto que siempre está«, responde. ¿Conclusión? »Tenemos una imagen corporativa y una gama muy reconocible, pero también trabajamos la innovación, la personalización de productos o los bombones aerografiados, vendemos en toda España y nuestro futuro pasa por abrir fuera de Valencia e implementar cambios en los procesos».
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