Preparando menús el sábado pasado, último día en el CDT. José Luis Bort

La World Central Kitchen se despide del CDT y se prepara para la Navidad

Más de 300.000 bocadillos han salido de estas salas ya vaciadas, donde no solo se ha cocinado para los damnificados por la DANA, sino que se han vivido historias humanas para la posteridad. Las labores de ayuda siguen en el Tinglado 2 de Valencia durante las fechas más señaladas

Martes, 17 de diciembre 2024, 17:13

Aquí se lloró, pero también se rió. Es lo que tiene la solidaridad, esa profunda emoción que logra transformar el dolor en acción. El pasado 29 de octubre, la mayor catástrofe natural que ha vivido la Comunitat Valenciana, con miles de afectados directos e ... indirectos, transformó para siempre nuestro territorio. Pero también la vida de miles de voluntarios, que no dudaron ni por un instante. Así es como la World Central Kitchen, ONG creada por el chef José Andrés para asistir en situaciones de emergencia, ha encontrado en Valencia una fuerte cantera de ayudantes. Aquellos que todavía hoy permanecen en el Tinglado 2 de Valencia, dispuestos a vivir una Navidad diferente, durante la que seguir asistiendo a los damnificados. Pero también quienes pasaron tantos días en el Centro de Turismo (CdT) de Valencia, resignificado templo del bocadillo, que cesó su actividad el pasado sábado con agotamiento, pero también inmensa satisfacción. La cadena de favores frente a la DANA no caerá en el olvido.

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De la coordinación del CdT se encargaron, una vez más, Carito Lourenço y Germán Carrizo, chefs que fueron los primeros en recibir a la WCK en Valencia durante la pandemia, y que ahora han repetido gesta. «Esta segunda vez ha sido bastante más dura, porque veíamos a muchos afectados directos. Gente voluntaria en la época de la Covid-19 recibía ayuda ahora», comenta Carrizo, quien lamenta que su labor siga siendo necesaria mes y medio después, pero anima a la resiliencia eh 2025. Otros colaboradores imprescindibles han sido Toño Núñez y Julia Pastor, técnicos de Turismo del CdT, encargados de coordinar a los voluntarios. «Solo tengo palabras de agradecimiento para todos, porque se han portado súper bien. Han cuidado el centro; al día siguiente de irse, lo han dejado como si nunca hubiera pasado por aquí una ONG», destaca. Y eso que el tránsito ha sido de unas 200 personas al día, 4.000 en índices totales, gestionadas a través de un grupo de WhatsApp de700 participantes.

«Es un grupo que se creó durante la pandemia, pero se reactivó con la DANA, bajo el lema ¿En qué puedo ayudar?», revela Javi Serrano, conocido por organizar La Cena de los Sentidos, y también responsable de montaje en la WCK del CdT. Explica que los primeros días se preparó comida caliente, pero luego se dedicaron en exclusiva a los bocadillos. «Hacíamos equipos de 40 personas: el equipo pan, el equipo mostaza, el de bandejas… Cada cual ayudaba como podía, a su ritmo, porque ha habido voluntarios de más de 70 años. Venía gente de todas partes, de Madrid, de Oviedo... Como trabajaban horas y horas, sin apenas levantar la cabeza, se terminaba creando una familia. Había algo muy emotivo, muy potente», narra. En total, más de 300.000 bocadillos han salido de las cocinas del CdT de Valencia en dirección a las zonas afectadas. La media ha sido de unos 1.000 por día, aunque se han producido picos, como los 12.000 emparedados del sábado anterior a la Maratón, ya que el domingo cerraba el centro. Ese día se trabajó de 10 de la mañana a 10 de la noche.

Es importante remarcar que estos bocadillos no eran de cualquier cosa. «Queríamos que siempre hubiese proteína y que la receta fuese gourmet. Por eso, preparábamos carrilleras a baja temperatura durante toda la noche. La gente alucinaba porque se encontraba patatas panaderas pochaditas. Hicimos cochinita pibil, salsa de setas… Todo con mucho amor», explica Esmeralda Marcos, ex concursante de Masterchef, quien ha estado al frente de la gestión de alimentación. «Nuestro lema ha sido ser repartidores de felicidad, al menos lo que dura un bocadillo. Dar de comer es uno de los mayores actos de amor y, en este momento de tragedia, era lo mínimo que podíamos hacer», comenta. Conforme se han apagado las luces del CdT, ella se ha desplazado al Tinglado número 2 para continuar la labor humanitaria: «Si reparten en Navidad, me quedo. No voy a Salamanca, ya he avisado a mi padre».

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Trabajadores de World Central Kitchen, este martes en los Tinglados. J. Signes

Una de sus grandes aliadas, a quien Esmeralda define como «la Tomb Rider del CdT», ha sido Raquel Peñaranda. De profesión, fotógrafa; pero estos días, mujer todoterreno. «No se trata de si eres carnicera o barista, sino persona y empática con el prójimo. Me flipa ver cómo, en situaciones como esta, hay gente que deja su vida al margen y crea un día a día con desconocidos para ayudar a quien ha perdido tanto», analiza. Tiene experiencia en la WCK, ya asistió en tiempos de pandemia, y no duda de lo mucho que merece la pena. «Cuando tu intención es ayudar a la gente, al final del camino, a quien te ayudas es a ti misma. No hay mayor premio que saber que estás donde debes», añade esta experta en dar carreras desde la planta -1. Hablamos antes de que se vaya a seguir colaborando, ahora al Tinglado 2, «con el corazón encogido, «porque se acerca la Navidad y habrá mesas con muchas sillas vacías».

¿Hasta cuándo se queda la WCK?

Como decíamos, si bien la WCK se ha despedido del CdT de Valencia, la actividad se mantiene en el Puerto de Valencia. La labor de esta organización sin ánimo de lucro siempre ha sido establecerse en zonas de máxima emergencia, para después retirarse y permitir que los territorios internacionales avancen en su propia recuperación. Sin embargo, en Valencia, sigue haciendo falta la ayuda extraoficial, mes y medio más después de la catástrofe. «No hay fecha de prevista para la retirada. Se seguirán aportando comidas calientes a las localidades afectadas, muy probablemente hasta Navidad«, confirman. El chef José Andrés tiene prevista una comparecencia este jueves para hacer balance del trabajo realizado y explicar próximas acciones durante la Navidad, en una provincia que intenta caminar hacia la reconstrucción.

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Por su parte, el CdT clausura su actividad porque en las últimas semanas ya se había reducido la producción de comida a 2.500 bocadillos diarios y para grupos muy concretos (el Banco de Alimentos, los cuerpos de bomberos vascos, etc). Es hora de que las aulas de este centro de formación vuelvan a recibir alumnos, y de que los técnicos de Turismo retomen sus rutinas. «Te quedas con la idea de que esto sigue mal, pero debe empezar la fase de recuperación. Ahora toca ayudar a quienes van levantando cabeza y, en especial, a esos negocios que se reactivan. Porque tú abres un bar, pero gracias a ti la frutería puede abrir, y así todo el tejido social», dice Toño Núñez. Todos han llorado al despedirse, para que mentir. «Es una sensación extraña volver a ver estas salas vacías, las mismas donde la semana pasada recibíamos a cientos de voluntarios. Estamos muy cansados, eso es verdad, pero también muy orgullosos», concluye. No es para menos; en realidad, lo estamos todos.

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