Borrar
Urgente Gordo de la Primitiva del domingo: un jugador gana 178.991,35 euros
La familia ayer, a bordo de una lancha con la bandera pirata en Ibiza. :: gtres
Suegra a babor

Suegra a babor

Borja Thyssen celebra su 34 cumpleaños mientras su madre y su mujer echan 'pelillos a la mar'desde el imponente 'Mata Mua'

ARANTZA FURUNDARENA

Viernes, 25 de julio 2014, 00:01

Por grande que sea un yate de lujo (y por hondo que sea el mar profundo), no habrá espacio suficiente en el mundo donde una suegra y una nuera mal avenidas puedan convivir... Tita Cervera y Blanca Cuesta se han llevado hasta hace poco a matar. Y el mundo es testigo de aquel frenesí. Ahora acaban de darse una tregua y lo han escenificado a bordo del Mata Mua, el 'megavelero' de la baronesa. Dicen que el roce hace el cariño. Pero lo cierto es que un roce continuo a menudo deriva en escoceduras y heridas. Y aunque esos 38,5 metros de eslora por 8,5 de manga resultan imponentes para un yate, un barco no deja de ser un barco y obliga a sus tripulantes a mucho roce. Que miras a babor y allí está tu suegra, pones rumbo a estribor y allí aparece tu suegra, bajas a tu camarote y te cruzas con tu suegra... Y eso por no hablar de las apreturas de la lancha neumática que inevitablemente hay que compartir en el embarque y desembarque.

«No me queda lengua de tanto mordérmela», le confesó una vez Blanca Cuesta a esta periodista. A estas alturas del verano, embarazada de más de cinco meses de su cuarto hijo, a Cuesta ya no deben de quedarle ni dientes de tanto apretarlos. Porque convivir con la señora que te ha acusado públicamente de habérsela pegado a tu marido hasta el punto de haber tenido un hijo con otro (cinco pruebas de paternidad se hizo Borja para demostrarle a su madre que su primer nieto era un Thyssen) tiene que suponer un esfuerzo de buena voluntad extenuante. Pero ya lo dijo Borja en su día: «Una vez superada la humillación a la que mi madre nos sometió con el tema de Sacha, Blanca asumirá cualquier situación». Y finalmente así ha sido. La veraniega puesta en escena de la reconciliación entre madre e hijo, suegra y nuera ha quedado muy fotogénica a bordo del Mata Mua (hubo más Mua que Mata). Y Borja pudo celebrar ayer su 34 cumpleaños, satisfecho por haber sobrevivido a una singladura de alto riesgo.

Tal vez en el barco la tensión se cortara con cuchillo, pero en las fotos que se han hecho públicas los tripulantes dan cuenta de un alegre (ma non troppo) espíritu marinero; con amables sonrisas y actitud conciliadora. Ayudan mucho los críos de Borja y Blanca, que aunque no han visto a su abuela en siete años (algunos, en toda su vida), son niños y como tales asumen con naturalidad cualquier situación novedosa. Contribuyó también a la paz la presencia del padre biológico de Borja, Manolo Segura, un hombre que en la guerra de los Thyssen ha hecho de pacificador, verificador e incluso de fontanero... Y a quien lo único que quizá se le podría reprochar es su mal gusto a la hora de combinar las bermudas con unos desconcertantes calcetines rosas.

Le gusta contar a la baronesa que la reconciliación se produjo una tarde en la que estando ella en una cafetería de Madrid vio pasar por la ventana a su hijo con su nuera y, sin pensarlo dos veces, salió a su encuentro. Otras fuentes menos novelescas atribuyen la tregua a intereses económicos y a la necesidad de pactar acuerdos para proteger el inmenso patrimonio artístico. Una reconciliación 'con vistas a la bahía', podría decirse, en la que habría tenido mucho que ver la reclamación de Borja ante los tribunales sobre su derecho a poseer una relación de los intereses económicos compartidos. Y es que siete años de conflicto han dado para mucho: acusaciones mutuas, declaraciones, contradeclaraciones... E incluso demandas judiciales cruzadas. Pero todo eso parece olvidado. Y es que a la hora de echar 'pelillos a la mar' ayuda mucho tener un 'megayate' de lujo.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias Suegra a babor