Kira Miró: «No me gusto nada con el síndrome premenstrual»

- Está representando en el teatro la obra El nombre, que gira en torno a cómo llamará a su hijo. ¿Sabe usted qué nombre les pondrá a sus hijos?

- No tengo ni idea, pero me gustaría algún nombre canario. Y Kira no, que no soy de repetir.

- Sale embarazada de cinco meses, ¿para cuándo en la vida real?

- ¡Para cuando se pueda! (risas).

- ¿Se ve guapa embarazada?

- Creo que me sienta muy bien, pero es que el embarazo sienta bien a todas las mujeres.

- ¿La vida de Kira Miró es puro teatro?

- La vida es puro teatro y la mía también. Es una buenísima obra de teatro (risas).

- Además, usted ha llegado a mearse de la risa literalmente...

- Sí, en el escenario. Ya es vox populi (risas).

- Su compañera de obra, Amparo Larrañaga, dice que tiene al lado a «la tía más buena de España». Además, usted está siempre en el ránking de las más deseadas.

- (Risas) Pues lo agradezco, pero me dan mucho reparo esas cosas.

- Acaba de ser elegida como una de las españolas preferidas para una partida de strip poker...

- ¿Cómoooo? (risas). Me acabo de enterar. Nunca he jugado, pero no estaría mal probarlo.

- ¿Y usted con qué político se iría de copas?

- No me apetece ir con ninguno.

- Actriz en Que se mueran los feos, usted se ve fea cuando

- Cuando tengo el síndrome premenstrual; no me gusto nada.

- Por cierto, Amparo Larrañaga dice que no acabará con cara de señora mayor operada, ¿y usted?

- Los retoques me dan mucho miedo. Yo del cuerpo me puedo retocar lo que sea, pero la cara me da miedo. Intentaré envejecer bien cuidándome con cremitas y protegiéndome del sol, pero cuando la ley de la gravedad llama...

- ¿Es de las de antes muerta que sencilla o es capaz de salir a la calle en pijama?

- Soy capaz de salir a la calle en pijama. No lo he hecho, pero casi. En pijama no, pero con una mezcla que parecía pijama, sí.

- ¿Qué piensa cuando se ve en televisión?

- Soy mi peor enemiga; soy muy crítica conmigo misma.

- ¿La han tomado muchas veces por rubia tonta?

- Sí, claro. Hay mucho prejuicio en el mundo. Pero yo no lucho contra eso, me da lo mismo. Si alguien quiere rascar un poquito...

- ¿Y se ha tenido que hacer muchas veces la rubia?

- Sí, y a veces viene muy bien hacerse la rubia. Es una salida muy socorrida para no mojarse (risas).

- Dijo en una ocasión que en la cama se merece un 9, ¿qué le falta para la matrícula de honor?

- Eso lo sacaron de contexto (risas). Pero es que yo le pongo ganas y, si uno le pone ganas, tiene buena nota...

- ¿Desde que amanece apetece?

- Sí (risas).

- ¿Con quién ha tenido sueños subiditos de tono?

- ¡A usted se lo voy a contar!

- ¿Quién más le pone aparte de su chico, el cantante Macaco?

- Me pone Daniel Day-Lewis.

- ¿Y qué haría por una cita con Guardiola?

- Pues llamar a un amigo común.

- ¿Cree en los príncipes azules?

- No, me parece que todos son un poco príncipes y un poco sapos.

- ¿Qué nota se pone como ama de casa?

- Pues también un 9. Soy muy buena ama de casa: me encanta cocinar, tenerlo todo ordenadito, fregar los platos... Tengo un toque maruja total.

- ¿De qué se pone tibia?

- No soy de excesos, me gusta todo dosificado. Lo que no me quito nunca es un buen vinito.

- ¿Y se pone mucho a régimen?

- Sí, porque me gusta cuidarme. A veces parece que estoy a dieta permanente.

- Termine la pregunta: ¿cuándo fue la última vez que...

- ¿Comí chocolate? Ufff, pues hace un tiempo debido a la dieta. Y yo era de chocolate diario.

- Adicta al running, ha llegado a participar en cuatro carreras de diez kilómetros en solo un mes. Pero se suele decir que correr es de cobardes...

- ¡Qué va, es de valientes! Hay que ser muy valiente para salir a correr y más ahora con el calor.

- Y sin pintar...

- Un poquito de rímel sí que me pongo, porque siempre cae alguna foto. Me sacan toda sudada, despelusada, desencajada... así que, por lo menos, que el ojo esté un poco decente (risas).

- ¿Alguna manía confesable?

- No puedo dormir con los armarios abiertos. Es que no puedo...

- Siendo canaria, ¿es de aplatanarse mucho?

- Tengo un punto aplatanado, pero tengo mucha fuerza de voluntad. Cuando mi cuerpo quiere aplatanarse, mi fuerza de voluntad le dice que a correr.