La candidata Begoña

Si había alguna duda, Pedro Sánchez se encargó el pasado domingo de disiparla: los socialistas no solo irán a por todas las próximas elecciones generales, además lo harán de manera diferente a lo que en España estamos acostumbrados. La puesta en escena de su proclamación como aspirante a la presidencia del Gobierno dejó claro que Ferraz ha apostado por otra forma de hacer campaña. Porque, y en eso coincide todo el mundo, lo que hemos visto este fin de semana es el fruto de una estrategia largamente pensada: había que componer un discurso y decidieron hacerlo apoyados en dos elementos fundamentales: la bandera de España, «que el PSOE siente como suya», y Begoña Gómez, la mujer del candidato.

Terminada la arenga política, sobre el escenario del Teatro Circo Price nadie vio a dos personas, sino a una pareja joven, cariñosa y bien avenida. A un equipo. Una escena muy lejos de la que tradicionalmente ofrecen en esta parte del mundo los políticos y en las antípodas de la que acostumbra a mostrar su más serio contrincante. De hecho, si no fuera por alguna que otra entrevista en la que el líder del PP ha abierto su corazón, y la media docena de apariciones de Elvira Fernández a lo largo de la más que dilatada carrera política de su marido, nadie diría que llevan treinta años casados.

Por eso, mientras los recién ascendidos Jorge Moragas -director de campaña- y Pablo Casado -nuevo portavoz del PP- piensan en cómo contrarrestar semejante golpe de efecto, es complicado quitarse de la cabeza a la guapa bilbaína vestida de rojo intenso, saludando sonriente con el pulgar en alto de la mano de su marido.

«Sin duda estamos ante un cambio en el que el papel de la esposa del candidato va más allá de lo que, no solo en España, también en el PSOE, estamos acostumbrados», apunta el asesor de comunicación Antoni Gutiérrez-Rubí, que asegura que la vida de un aspirante a presidente se mueve en tres niveles: íntimo, privado y público. Y dejando al margen el primero, los otros dos son especialmente valiosos porque ofrecen pistas sobre el personaje. «La vida privada de alguien nos puede aportar mucha información: su forma de ser, de vivir, sus valores... Y todo eso es cada día más importante».

Abrir su casa

En el PSOE aseguran que en esa nueva forma de conectar con los ciudadanos tiene mucho que ver Verónica Fumanal, la mujer que se ha convertido en su gurú de cabecera y que antes de fichar por el equipo de Pedro Sánchez consolidó la carrera de Albert Rivera. Ella está detrás de sus comparecencias en televisión y de la comentada llamada de teléfono al programa 'Sálvame' que dirige Jorge Javier Vázquez. También de que se decidiera a subir a un generador de 70 metros y al Peñón de Ifach con el aventurero Jesús Calleja, y de paso abriera las puertas de su casa a todos los españoles.

En aquel capítulo de 'Planeta Calleja', Begoña llega de trabajar, saluda a Pedro Sánchez y, mientras el secretario general del PSOE pone la mesa, habla con su invitado de cómo se conocieron, de cómo es su trabajo y cómo encara la carrera política de su marido. Fue el principio de una nueva era. Begoña contó que había nacido en Bilbao -"soy vasca, por su puesto"-, que afrontaba los cambios en su vida como una asunción de nuevas responsabilidades y que si Pedro es elegido presidente le gustaría seguir viviendo en su casa de Pozuelo.

"Es de sobra conocido que Pedro Sánchez lleva tiempo asesorado por personas que tratan de romper con el modelo que ha imperado hasta ahora. No se sí casposo, pero sin duda antiguo, y tratando de buscar el éxito como sea", precisa Teodoro León Gross, profesor de comunicación y editorialista del Grupo Vocento. El polo opuesto a lo que representa la mujer de Rajoy, cuya presencia más significativa, a lo largo de toda la carrera de su marido, fue aquella salida al balcón de Génova tras la derrota de 2008. "Lo cierto es que, cuando todos miraban al candidato del Partido Popular como a un cadáver político, ella estuvo junto a él y le abrazó. Con aquel gesto, Elvira Fernández se ganó la simpatía de la mitad del país".

Salta a la vista que las dos candidatas a primera dama tienen poco en común. Begoña ha contado que conoció a su marido en una fiesta a la que acudió con unas amigas: "Fue un flechazo, la verdad". Quienes la conocen afirman que es lista, decidida y responsable, además de una fantástica compañera. También que al principio no le hacía mucha gracia aparecer en primer plano junto a su marido. "Cuando Pedro tomó la decisión de postularse como candidato a dirigir el partido sabían lo que podía pasar. Ella está con él a cien por cien y seguro que le apoyará en todo lo que consideren que es bueno para su carrera", cuentan en Valderas (León), el pueblo al que Begoña acudía cada verano y donde su prima Mariceli recuerda las mañanas de juegos en el jardín de la casa de los abuelos y los paseos en bicicleta cada tarde a Valdefuente, donde ahora está enterrada su madre. "Begoña siempre ha sido una chica sociable y divertida que encajaba perfectamente con la pandilla que teníamos aquí. Nos alegramos de que su papel junto a su mrido sea importante. Seguro que lo hará bien".

Y frente a ese perfil desenfadado, el de Elvira, Viri para los amigos. En los últimos cuatro años solo ha aparecido en actos estrictamente oficiales y visitas de Estado. Eso sí, tanto en la victoria como en la derrota, la mujer a la que Mariano Rajoy consulta cada paso que da siempre ha aparecido junto a él en el balcón de Génova.

Espinosa y Botella

Viri está más cerca de otras esposas de presidentes de Gobierno como Sonsoles Espinosa, que apenas acompañó a José Luis Rodríguez Zapatero en cuatro o cinco ocasiones. Y lejos de Ana Botella, que se dedicó en cuerpo y alma a interpretar el papel de presidenta consorte. La mujer de José María Aznar llegó a contar con secretaria, dos funcionarias de apoyo y una jefa de prensa. "Ana aparcó toda su actividad profesional para complementar la labor de su marido. Lo acompañaba en todos los viajes oficiales, gestionaba almuerzos en La Moncloa, organizaba eventos culturales y artísticos y tenía una agenda tan repleta de compromisos como el propio Aznar", explica María Ángeles López de Celis en 'Las damas de La Moncloa' (Editorial Espasa, 2013). La escritora asegura que, desde el inicio de la democracia, cada esposa de un presidente del Gobierno ha reinventado el papel de la primera dama. "Cómo lo hace tiene mucho que ver con cada modelo de matrimonio y, en muchos casos, con una forma de funcionar pactada entre marido y mujer".

Visto lo visto, está claro que el matrimonio Sánchez ha decidido hacer el viaje de la mano y que el candidato socialista lo hará arropado por una estrategia de comunicación más propia de las elecciones presidenciales norteamericanas. También lo cree el sociólogo y profesor de la Universidad de Cantabria Juan Carlos Zubieta. "Presentar en el escenario político a la mujer (y que asistan al acto otros familiares) es comunicar que es una persona de familia, de orden, como la mayoría. La idea es sencilla: para dirigir a todo un país (de ahí la presencia de la bandera común, la de todos) el mejor candidato es una persona 'como nosotros': tranquila, estable, que sonríe, con una vida familiar convencional".

El profesor coincide también en que estamos ante un cambio de modelo importante, después de que la vida privada de los políticos no importara durante décadas. No sabe si dará resultado, pero el candidato debe asumir las consecuencias: críticas y pérdida de espacios de la vida privada.

Ya lo dijo la controvertida Cherie Blair, esposa del ex mandatario británico Tony Blair: "El de primera dama es un cargo en el que hay que cogerle gusto al asiento de atrás".