Julián Muñoz, en abril de 2013, en un juicio en la Audiencia Nacional.

El hombre que se deshizo a sí mismo

Julián Muñoz obtiene el tercer grado por «enfermedad incurable». Su abogado pide la condicional por «alta probabilidad de muerte súbita»

ARANTZA FURUNDARENA

Martes, 4 de agosto 2015, 23:43

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Lo que no consigue la Pantoja acaba de obtenerlo Julián Muñoz, pero seguro que la tonadillera no querría estar en el lugar de su ex novio. Y es que mucho peor que seguir en la cárcel es tener una sentencia de muerte. Parece ser el caso del exalcalde de Marbella, a quien el juez de Vigilancia Penitenciaria de Málaga acaba de conceder el tercer grado por su "enfermedad grave e incurable". Que todos vamos a morir es evidente. Como dice Woody Allen, la vida es tan injusta que cualquiera por el hecho de nacer ya está condenado a muerte aunque jamás cometa un delito... La diferencia es que la mayoría vivimos convencidos de que esa sentencia se ejecutará a muy largo plazo, mientras que a Muñoz los informes médicos le dan "un pronóstico de vida corto".

Y es que hay algo todavía más triste que delinquir: no tener fuerzas para hacerlo. En la resolución del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía que aligera la condena del exalcalde (14 años por distintos delitos de corrupción) y le permite cumplirla en régimen abierto, se han tenido en cuenta, además de razones humanitarias y de dignidad, "la falta de facilidad para volver a delinquir» y «la escasa peligrosidad del interno". Muñoz hace tiempo que había dejado de tener peligro para Marbella, como ciudad, y para Isabel Pantoja, como mujer. Pero esto de ahora es distinto. Su abogado, Antonio José García Cabrera, ha anunciado que pedirá la libertad condicional de su cliente ante la "alta posibilidad que tiene de sufrir una muerte súbita".

El cuadro médico que ha detallado Cabrera es tan extenso y variado que la pregunta ahora mismo no sería qué tiene Muñoz sino qué no tiene. Entre sus dolencias figuran cardiopatías, diabetes, arteriopatía sistémica, insuficiencia venosa, hipoacusia bilateral, adenoma de próstata, artrosis cervical, aneurisma de aorta... A ello hay que añadir, según ha publicado el portal Vanitatis, la "claudicación intermitente de extremidades inferiores, desviación de la comisura bucal hacia la derecha con babeo constante, pérdida de masa muscular y mala ventilación de lóbulos inferiores pulmonares". Así como una trombosis en una pierna, un ictus reciente y la pérdida de 23 kilos... Esta vez, de peso.

Los médicos consideran que Julián Muñoz no es un enfermo terminal. Sin embargo, sus allegados lo describen como un hombre que parece haber abdicado de la vida, que no acepta su situación y que no se adapta a la realidad de la cárcel. Y eso que tras su ejercicio como alcalde de Marbella, el cachorro (marioneta, según él) de Jesús Gil tuvo tiempo de sobra para hacerse a la idea. Ha estado imputado en más de cien casos de corrupción (por delitos urbanísticos, contra la Administración, cohecho, malversación de caudales públicos, prevaricación...) y acumula más de 50 sentencias con penas de cárcel, multa o inhabilitación.

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La primera vez que salió de prisión, Muñoz montó un chiringuito (por suerte, no financiero), se paseó por los platós, vendió exclusivas, conquistó a una ganadera... Pero su dilatado historial delictivo volvió a enviarlo a la cárcel y eso, a sus 66 años, ha minado su salud y sus ganas de vivir. Hoy de aquel triángulo amoroso y morboso formado por Muñoz, Zaldívar y Pantoja ya solo quedan cenizas, y sus tres protagonistas entre rejas. "Me falló en todo, no le guardo cariño pero tampoco rencor", llegó a declarar su 'gitana'. Es el ocaso de Cachuli, un hombre que se hizo (y se deshizo) a sí mismo. O que, como diría Groucho Marx, "partiendo de la nada y con su solo esfuerzo llegó a alcanzar las más altas cotas de miseria". Eso sí, pasando por la opulencia.

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