Anne Hidalgo en la Venta de Vargas, uno de los establecimientos más típicos de San Fernando (Cádiz), que está decorado con fotografías de artistas flamencos.

El reposo de Anne

Tras su año más duro, la alcaldesa de París vuelve a casa por Navidad. En Cádiz no le faltarán los churros, las tortillitas de camarones y esos largos paseos por la playa que le descomprimen

ESTER REQUENA

Martes, 22 de diciembre 2015, 20:40

Ya ni una gruesa capa de maquillaje cubre las ojeras de Anne Hidalgo (San Fernando, Cádiz, 56 años). La alcaldesa española de París tacha sin parar citas en su agenda descontando, como muchos, las jornadas que le quedan para pillarse unos días libres en Navidad y escaparse a disfrutar de la luz de Andalucía, «mi tierra». Para animarse, de vez en cuando mira un banderín del Cádiz C. F. que comparte espacio en su despacho con la camiseta del París St. Germain.

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Este año ha sido muy duro para Ana María, como figura en la partida de nacimiento de la alcaldesa parisina, la 'Maire' de la capital gala. Los últimos atentados terroristas, sumados a la organización de la Cumbre del Clima, la han dejado agotada, con muchas ganas de refugiarse en Chiclana y en los mimos de sus padres, aunque sea en una escapada exprés por Nochebuena. Hasta hace tres días su familia no sabía con seguridad si verían a su 'pequeña' debido al panorama que sacude la capital gala. Pero Hidalgo no quiere perder la oportunidad de pasar las fiestas con sus padres octogenarios.

La regidora ya casi puede saborear los desayunos con pan mojado en aceite de oliva y tomates de la huerta. Esos que alterna con los churros y porras del 44, un céntrico café en la plaza del Ayuntamiento de San Fernando, que tiene servicio a domicilio, y que conserva el viejo sabor de siempre. Por eso ella prefiere perderse en el interior entre las mesas de mármol, la sillería clásica, los azulejos pintados de las paredes y el aromático olor del arábica recién tostado.

El mismo sabor añejo que la Venta de Vargas, un museo del flamenco que frecuentaba Camarón, el más ilustre paisano de Anne. Aunque allí lo importante no son las fotografías de los grandes del cante que decoran las paredes. ¡Le pirran las tortillitas de camarones y el pescaíto frito! «Ella es de ir a lugares castizos, nada de los exquisitos», revela la exsenadora socialista María Jesús Castro, una de sus más cercanas en Cádiz. Allí Hidalgo pasa por una vecina anónima con su media melena azabache, ojos oscuros y un vestuario de corte sobrio pero colorido. Sin guardaespaldas que alerten de su presencia. «Ni siquiera cuando hemos cenado juntas en París ha llevado personal de seguridad o coche oficial. Incluso hemos llegado andando al restaurante», revela Castro. Posiblemente, tras el viernes negro, ya no le dejen tanta 'libertad'.

Curiosamente uno de sus lugares preferidos para comer en la capital gala es El Fogón, del manchego Alberto Herraiz. A falta de pescado fresco de su bahía gaditana, allí se entrega a las paellas.

Solo su leve acento francés mezclado con su toque andaluz la delata al hablar en castellano cuando se escapa al sur. En Chiclana sus padres figuran como afiliados históricos de la Agrupación Local del PSOE y la alcaldesa se ha convertido en un referente. Aunque intenta no hablar de política en estos días... salvo con su segundo por teléfono y lanzar algún 'tuit', pero sin desvelar su ubicación. Se intenta dedicar solo a su familia y a sus amigos, con los que reserva una noche para cenar y ponerse al día.

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Sus paseos a la orilla del Sena los cambiará en unos días por largas caminatas junto al Atlántico para descomprimirse. Porque ama el mar. Como buena gaditana, le encanta plantarse en plan 'low cost' con su sombrilla, su nevera y su libro a tostarse en las playas familiares de Conil y Chiclana. Eso es cuando se escapa en agosto. Ahora, pese al buen tiempo reinante, deberá conformarse con la lectura (suele hacerlo en francés, aunque autores españoles) y la música -Luz Casal le vuelve loca-. Nada de caprichos... y menos caros. Sus vacaciones en España huyen de cualquier lujo.

«Me gusta la fiesta»

En verano suele alquilar un piso durante un par de semanas para su marido, el también político Jean Marc Germain, y su hijo Arthur de 13 años. Completa sus días de asueto moviéndose con un coche de baja gama (un Kia Picanto) por los alrededores.

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Hace años que vendió el coqueto chalé que mantenía en su tierra natal por el poco uso que le daba. No necesitaba tanto espacio porque sus hijos mayores, Mathieu, un abogado de 29 años, y Elsa, ingeniera de 27, ambos de su primer matrimonio, ya se prodigan poco por España.

«¡Soy andaluza y los andaluces no son aburridos! Quien me vea así es que no me conoce. En política soy seria, pero en mi vida personal me gusta salir de fiesta, vivir en grupo y estar con mi familia». Eso piensa hacer estos días en Cádiz la alcaldesa que ha tenido que lidiar este año con los doce asesinatos del 'Charlie Hebdo' (7 de enero) y los atentados del 13 de noviembre que dejaron 130 muertos en las calles de su amado París.

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