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Natalia de Molina se ha consagrado como actriz con su papel de madre coraje ante un desahucio en la película 'Techo y comida'.

Estrella del Sur

Natalia de Molina es la acriz de moda. Con sólo 25 años lleva dos goyas. «¡Techo, comida y dignidad para todos!», pidió al día siguiente de recoger el 'cabezón'

INÉS GALLASTEGUI Y DANIEL OLIVARES

Lunes, 15 de febrero 2016, 20:37

Natalia de Molina venció a la maldición. En el mundillo del cine se dice que el Goya al mejor actor o actriz revelación está gafado; que quien gana este premio instaurado por la Academia del Cine en 1994 -aunque sea un intérprete ya curtido- apenas vuelve a hacer películas. Se citan los casos de Ruth Gabriel, Rosana Pastor, Fele Martínez y Laia Marull, que después de esa estatuilla consiguió dos más pero a la que apenas se ve en las pantallas.

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Con 25 años, Natalia solo ha tardado dos en pasar de promesa con su primer largometraje -'Vivir es fácil con los ojos cerrados', de David Trueba- a actriz consagrada con la ópera prima de Juan Miguel del Castillo, 'Techo y comida'. En medio, hizo varios papeles secundarios ('Temporal', 'Solo Química') y protagonizó junto a su hermana Celia, también actriz, la comedia 'Cómo sobrevivir a una despedida'. Tiene otras cuatro películas pendientes de estreno: 'Pozoamargo', de Enrique Rivero, 'Rendezvous', de Guillermo Julián y Román Santiago Pidre, 'Los del túnel', de Pepón Montero, y 'Kiki, el amor se hace', de Paco León. Ni rastro de la famosa maldición.

Varias provincias andaluzas se la disputan: nació en 1990 en Linares (Jaén), se crió en Granada y estudió en Málaga. Cuando sus padres se separaron, la madre, Emilia, se trasladó con las cuatro niñas a su Granada natal; Natalia, la pequeña, solo tenía 2 años. Se crió en el barrio del Realejo, en las faldas de la Alhambra, y en la ciudad conserva aún la casa familiar y a sus amigas de la infancia.

Su tío Pepe es actor y director del grupo teatral sevillano Los Ulen, así que mamó desde muy pequeña el amor por las tablas. Pero el primer contacto directo con la interpretación fue en el grupo de teatro del instituto en el que hizo la ESO y, después, en el bachillerato artístico. Siguiendo los consejos de sus progenitores -él, «No te conformes»; ella, «Haz lo que te haga feliz»-, con apenas 18 años se marchó a Málaga a estudiar en la Escuela Superior de Arte Dramático, en la especialidad musical. Hizo sus pinitos en el teatro amateur con obras como 'La casa de Bernarda Alba' o 'La dama boba' y también bailó y cantó en musicales ('Nine') y montajes de cabaret ('La mirilla').

«Soy de Graná»

Pero antes de terminar los estudios se marchó a Madrid a buscarse la vida. Su gran oportunidad le llegó de la mano de David Trueba y su 'road movie' sobre un profesor de inglés (Javier Cámara) que viaja a Almería para conocer a John Lennon, que está rodando allí una película, y recoge por el camino a dos jóvenes con problemas. Natalia, que era prácticamente una desconocida, estuvo a punto de quedarse sin el papel de Belén porque, en el casting, decidió eliminar el acento andaluz que tantos disgustos le había dado en otras audiciones. Al cineasta madrileño le encantó la chica, pero le pareció una lástima que no fuese del sur y siguió buscando. Como ninguna otra le convencía, volvió a llamarla y le preguntó de dónde era. «Pues soy de Graná», recuerda ella. Y rodó la película que se llevó seis Goyas, entre ellos el 'maldito'. Poco después recibía en la Berlinale el premio European Shooting Star a los talentos emergentes, de manos de Natalie Portman.

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Belén era una chica soltera embarazada en pleno franquismo. La Rocío de 'Techo y comida' es una joven madre que se enfrenta al desahucio. ¿Le atraen las películas con mensaje social?

El arte siempre está ligado con la sociedad y con la época en la que te ha tocado vivir. Belén era una mujer luchadora de los años sesenta y Rocío es una mujer luchadora de nuesta época.

¿Ha conocido gente en situación tan extrema como la de Rocío?

No lo sé, porque la mayoría de la gente no lo cuenta, lo vive en silencio y en soledad y no te enteras. He investigado y he hablado con gente que trata estos asuntos, pero nunca me he puesto delante de una personas que estuviese viviéndolo en sus carnes, al menos yo sabiéndolo. Por eso, cada vez entendía más a Rocío, ese pudor que tiene de contarlo.

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Quizá la rebeldía contra las injusticias esté en su ADN. Su abuela materna, Encarnación, estaba emparentada con los hermanos Quero, unos famosos maquis urbanos que tuvieron en jaque a la Guardia Civil de Granada durante los años cuarenta, con sus atracos espectaculares y sus huidas de película, siempre salpicadas de tiros. Los cuatro acabaron muertos y se convirtieron en leyenda.

En la última gala de los Goya estaba tan sorprendida -acababa de imponerse a Juliette Binoche y Penélope Cruz- que no fue capaz de pronunciar un discurso coherente. Dio las gracias a su madre, que estaba entre el público -«Tú eres mi Rocío», le dijo-, y reivindicó la necesidad de dar más espacio a las mujeres en el cine -«Somos muchas; somos la mitad»-, pero, como a otros galardonados, le quitaron el sonido a su micrófono antes de que pudiera terminar. Así que al día siguiente lo gritó en Twitter: «¡Techo, comida y dignidad para todos!».

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La intérprete andaluza utiliza las redes sociales a menudo, pero es muy discreta con su vida privada. Lleva una temporada sin pareja -«Soy difícil y lo sé»- y vive con su gata Mafia y su perro Hugo. Tiene cinco tatuajes: en las muñecas, una clave de sol y una de fa; en la nuca, una mariposa; debajo del pecho izquierdo una Marilyn Monroe -una de sus actrices favoritas, junto a Gena Rowlands y Anna Magnani-; y un quinto dibujo en un lugar 'secreto'. En sus pocos ratos de tranquilidad aprovecha para ver series como 'House of Cards' o 'Louie'.

Cuando ganó su primer Goya aseguró que quería tener los pies en la tierra, porque a pesar del premio no la llamaban para trabajar. Ahora, con dos, será más difícil no dejarse llevar...

Creo que va con la personalidad. Estoy encantada y conseguir los dos Goya que tengo es increíble, pero tampoco quiero pensarlo mucho porque corres ese riesgo. Los actores tenemos fama de ser un poco vanidosos. Pero estamos hablando de arte: hay que estar en constante crecimiento, seguir poniéndote retos y ser consciente de que no lo sabes todo. Siempre hay algo que aprender, siempre hay algo nuevo que dar. Ahora quiero pensar en lo próximo y vivirlo como lo he vivido hasta ahora.

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