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ICÍAR OCHOA DE OLANO
Martes, 10 de mayo 2016, 21:15
El Museo Metropolitano de Nueva York (Met) volvió a desenrollar la alfombra roja para acoger el desfile de invitados a la fiesta que cada año organiza y así inyectar un buen chute de dólares al instituto de moda que tutela. Es el novamás en el calendario social de la Gran Manzana.
Si el año pasado la anfitriona del sarao, la editora de 'Vogue' Anna Wintour, decretó que la temática de la cita sería China, esta vez, el 'dress code' tenía que girar en torno a la tecnología. La propuesta ha servido para revelar dos cosas: una, que la moda y la ciencia son como los Roper, un matrimonio imposible, y, dos, que el futuro, como decía Fernando Arrabal, ya está aquí... desde hace mucho tiempo.
La excepción corrió por cuenta de Karolina Kurkova, Claire Danes y Beyoncé. Gracias a la alianza entre Marchesa e IBM, la modelo checa pudo lucir un vestido «emocional» e interactivo a base de flores incrustadas de led que cambiaban de color en función de los comentarios de los 'tuiteros'.
La actriz paseó un modelo de princesita de Zac Posen que brillaba en la oscuridad y la cantante se enfundó en un Givenchy de látex. Visto lo visto (eso y mucho color plata), va a ser que Johnny Rotten y su cresta estaban en la razón cuando vociferaban aquello de 'no hay futuro'. Muy punky.
En su salsa se mostraron Madonna -quien reconoció a los periodistas que Wintour no le habla- y Lady Gaga, quienes honraron sin cortarse a los ochenta. La primera, con un Riccardo Tisci y, la segunda, con raíces y sin falda, de Versace.
Por su parte, la actriz Kate Mara recurrió a un Paco Rabanne de los sesenta; la 'top' Alejandra Ambrosio a un «pesado e incomódo» Balmain a lo Barbarella; y Lupita Nyong'o, a un Calvin Klein metálico en color verde apio -precisan los expertos- que completó con un homenaje capilar a Nina Simone.
Irreconocible acudió Kate Perry en un Prada que customizó con un tamagotchi -por lo tecnológico e igual que su nueva pareja, Orlando Bloom, que también lució uno-, mientras que la vecina más ilustre del barrio, Sarah Jessica Parker, vistió un incomprensible Monse. Ni rastro de odiseas.
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