Fabiola de Osborne: «Lijar muebles es mejor que ir al psiquiatra»

Le va a hacer la competencia a su marido presentando ahora un programa sobre parejas que llevan casados medio siglo. ¿Se ve usted aguantando a Bertín tantos años?

Hacerle competencia a él es complicado (risas). Y bueno, nunca se sabe, pero contra todo pronóstico ya llevamos diez años. El aniversario nos ha pillado un poco de sorpresa porque siempre se nos olvidan las fechas; somos un desastre para eso.

Se casó con un 'sex symbol', ¡menuda presión!

Un 'sex symbol' que se había relajado muchísimo (risas). Ahora se está poniendo las pilas otra vez. Yo le digo que no sé si me interesa esto de que se revalorice.

¿Y cómo va de celos?

Nada de nada. Los celos no aportan nada a una relación. Ese sentimiento de posesión no van conmigo.

Usted apareció en un videoclip de otro 'sex symbol', Julio Iglesias. ¿Quién ha ligado más: Julio o su marido?

¡No tengo ni idea! Le tendríamos que preguntar a ellos; que echen un pulso a ver. Creo que Julio por edad le sacará un poquito de ventaja, ¿no? Estarán ahí, ahí.

En el futuro podría ser la condesa del Donadío de Casasola... aunque ya optó a otro título: Miss Venezuela. ¿Tuvo que pasar antes por quirófano?

Allí pasamos todas; es como un requisito imprescindible. Yo lo único que pedí es que no me transformaran. Tenía una nariz que no correspondía a mi cara, muy ancha y muy fea, y me la tocaron para compensarla con mi cara. Lo consiguieron, porque nadie piensa que la tengo operada; no es la típica nariz respingona.

Muchos la definen como una madre coraje por su lucha con su hijo Kike, con lesión cerebral.

A través de mi figura le doy sitio a muchas madres que he conocido en la fundación y no tienen posibilidad de que se les vea y sí que son madres corajes. Yo tengo ayuda, medios... por eso siempre me titulo solo como «madre».

Ya que presentaba 'Bebé a bordo', ¿vendrá un tercero?

Si me aseguraran que voy a tener niña a lo mejor me lanzo (risas). Aunque embarcarme ahora en una maternidad me da cosa porque les quitaría tiempo a mis hijos... y Kike necesita dedicación.

Alguno se sorprendería si la viese...

Taladrando, pintando, arreglando muebles... ¡Me encanta! El cabecero de nuestra cama, que era un mamotreto superalto de madera, lo tapicé y arreglé yo.

O sea, que es una manitas.

Síiii. Muchos de los muebles que tengo en casa los he lijado y les he dado mi toque. Me relaja mucho. Ponerme a pintar una pared o lijar un mueble lo hago casi como terapia cuando estoy muy agobiada. Es como una vía de escape.

¿Es mejor que ir al psiquiatra?

Por supuesto. ¡Y más barato!

¿Cuál ha sido su último capricho?

Me he comprado un bolso al que le había echado el ojo. Pero no muy caro; jamás me gastaría mil euros en un bolso. Mi tope puede ser 200... que ya es decir.

¿Cómo le sentó que Carlos Herrera dijese que su cocina era...?

¡Un váter! A mí no se me ocurre ir a la casa de nadie y criticarle públicamente; la confianza da asco (risas). Pero Carlos es muy gracioso.

Ya que por su casa han pasado casi todos los políticos ¿se vería usted como diputada?

No sirvo para eso. Hay que tener mucha sangre fría y yo no puedo. Si yo oigo una canción romántica y me pongo a llorar... No podría asimilar que una decisión mía pueda afectar negativamente aunque sea a una sola persona.

Venezuela se ha puesto de moda con Podemos...

Estos señores últimos que han pasado, Chávez y ahora Maduro, han pisoteado los derechos humanos. Ahora gracias a Dios está empezando a salir a la luz un poco todo esto. Al final es, como decía Lola Flores, que hablen de mí aunque sea mal. Creo que Pablo Iglesias aprovecha un poco este tirón; ha dicho que Venezuela es un ejemplo a seguir... y eso me preocupa muchísimo.

¿Se le erizan los pelos con solo pensarlo?

Por supuesto. Todos queremos un discurso diferente, porque las cosas se han hecho muy mal, pero no copiando un modelo que ya se ha visto que no solo no funciona, sino que es peor aún de lo que tenemos. Yo he vivido las dos realidades.