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MILAGROS LÓPEZ DE GUEREÑO
Miércoles, 17 de agosto 2016, 20:07
Madonna celebró la noche del lunes su 58 cumpleaños acompañada por su hija Lourdes León, cubana por parte de padre, y un numeroso grupo de amigos y bailando salsa sobre una mesa del bar-restaurante La Vitrola, un negocio privado situado en pleno corazón de La Habana Vieja. Su hijo Rocco, con quien ya ha hecho las paces tras meses sin hablarse, no estaba entre el ejército de guardaespaldas, asistentes y estilistas.
Louise Veronica Ciccone, nombre real de la conocida y polémica intérprete, anunció antes en su cuenta de Instagram su viaje a Cuba en un vuelo privado con la etiqueta #CubaLibre. No explicó si le gusta mucho el cóctel o había segundas intenciones políticas. Para evitarse complicaciones, ayer utilizó la misma red social para decir: «¡Gracias a todos mis fans y a todos aquellos que están en mi equipo por sus saludos de cumpleaños! ¡Ustedes saben cómo hacer sentir especial a una chica!».
Los admiradores locales quizá no se hayan enterado de lo que Madonna dijo en Instagram, pero la mejor red local, Radio Bemba, funcionó a la perfección. Para cuando la diva del pop llegó al lujoso hotel Saratoga, el mismo elegido por otras celebridades como Beyoncé y los Rolling Stone en sus visitas a la isla, decenas de cubanos y periodistas montaban ya guardia con la esperanza de verla de cerca.
La cantante logró burlar esa vigilancia. Salió por una puerta de servicio y quiso caminar por las calles habaneras pese a la hora, ya de madrugada. Si había creído que iba a pasar desapercibida, se equivocó. Vestida de negro y con un sombrero del mismo color, fue reconocida por la gente de inmediato. «No lo puedo creer. Es Madonna», decía una joven. Otros le gritaban «Ailoviu, ailoviu» sin ningún complejo por la mala pronunciación. El paseo se hizo pesado de tanta gente que le salió al paso e hizo trabajar bastante a sus guardaespaldas. Así que acabó por montarse en una camioneta para llegar a su destino. Un coche patrulla los siguió por si las moscas.
No era necesario. Si algo tienen los cubanos es su carácter hospitalario y más con cantantes y famosos que, después del deshielo con Estados Unidos, llegan en avalancha para ver la ciudad 'vintage' por excelencia. Madonna no iba a ser menos. Para trasladarse del aeropuerto a la capital, lo hizo en unos remozados 'almendrones', como se conoce a los coches estadounidenses de los años 50.
Ella y su hija Lourdes, fruto de su relación con el actor cubano Carlos León, quien además fue su entrenador personal, montaron en dos Chevrolet 57 descapotable y un Chevrolet 56, respectivamente. Las Kardashian usaron esos mismos vehículos cuando estuvieron en mayo para rodar un capitulo de su 'reality show'.
En La Vitrola, Madonna hizo lo que mejor se le da: se movió al ritmo de 'Guantanamera' y de las canciones de Compay Segundo. Al menos cuando hoy abandone la isla podrá decirse: «¡Que me quiten lo bailao!».
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