Carolina Cerezuela, junto a Carlos Moyá, antes de la entrega Premio Mallorquines de Verano. R. C.

«Entre Carlos y yo sigue habiendo mucha química»

Gente al Sol ·

Carolina Cerezuela recibe el premio 'Mallorquines de Verano' en Palma: «Aquí tengo una calidad de vida increíble»

arantza furundarena

Palma

Sábado, 6 de agosto 2022, 00:15

«Ya me he hecho dos gazpachos y unas cuantas cosas más y eso que tengo la tensión baja», proclama divertida Carolina Cerezuela antes de que den las nueve y media de la mañana. Y es que esta imparable madre de tres hijos se levanta a las siete y media hasta en verano. A sus 42 años, la mujer del tenista Carlos Moyá está viviendo con entusiasmo su vuelta a la tele. Desde hace un par de semanas presenta con Christian Gálvez el concurso de Telecinco 'Esta noche gano yo'. Pero ayer por la noche la que ganó fue ella al recibir en el hotel Valparaíso el trofeo 'Mallorquines de verano' por su amor incondicional a la isla que descubrió de la mano de su marido.

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Un año más, la fiesta 'Mallorquines de verano', instituida en Palma por el prestigioso relaciones públicas Tommy Ferragut, reunió a unas 80 personas del mundo de la cultura y el periodismo en la terraza de la mítica suite 702 del hotel Valparaíso, legendario 'cuartel general' de Julio Iglesias y refugio de otras muchas celebridades internacionales. Cerezuela es la octava premiada a la que Toni Ferrer, director general del GPRO Valparaíso Palace, entrega la imponente palmera de vidrio soplado de Gordiola, el trofeo que ya recogieron en años anteriores famosos como Diandra Douglas, Kyril de Bulgaria, el exembajador norteamericano James Costos y Norma Duval.

Con unas espectaculares vistas del atardecer de la bahía de Palma como fondo, la cena corrió a cargo del chef del hotel anfitrión, Carlos Botella, que elaboró un menú a base de productos de proximidad en maridaje con los vinos mallorquines Pla i Llevant y los licores Moyá, divertida coincidencia con el apellido del extenista y marido de la premiada, también presente en la fiesta. «Yo no había estado en Mallorca hasta que conocí a Carlos», explicó la actriz, nacida en Elche. Hoy, sus hijos estudian en la isla, y dos de ellos son mallorquines de nacimiento. «Mallorca es una parte fundamental de mi historia. Aquí en 15 minutos estás en escenarios diversos y espectaculares, hay una calidad de vida increíble. Y yo ya me he hecho tan mallorquina que no voy a la playa en julio y agosto. La disfruto otros meses del año».

«A mis 42 años he dejado atrás los remordimientos y me he hecho más disfrutona»

Mientras recupera, como ella dice, «el sabor de la tele», tras cinco años sin presentar un programa, Carolina procura no hacer mucho caso a las audiencias. «Estrenar en verano siempre es un poco pinchar en hueso», alega. El concurso va de retos, y ella se confiesa adicta a la adrenalina. «Mi mayor reto es ser madre de tres hijos, algo difícil de gestionar en un mundo tan convulso, porque además yo estoy empeñada en que crezcan emocionalmente sanos y seguros». Sus niños son Carla, de casi 12 años, Carlos junior (9) y Daniela (8).

Con el tenista mallorquín Carlos Moyá, actualmente principal entrenador de Rafa Nadal, lleva Carolina 15 años, y en ese tiempo les han inventado muchas crisis, sobre todo cuando ella decidió formar un dúo musical con Jaume Anglada... «A día de hoy -desvela la actriz- Carlos y yo seguimos siendo y haciendo lo que dijimos que haríamos y seríamos. Nuestra prioridad es la familia y nuestra agenda es tan variada que no incluye la rutina. Viajamos mucho y nos da tiempo a echarnos de menos». Y luego está la atracción... Algo que en palabras de Cerezuela «no se puede forzar, a ti te pone tu chico o no te pone. Y en nuestro caso sigue habiendo mucha química. Es una cuestión de piel».

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Tras un reciente concierto con Anglada en el claustro del convento Santo Domingo de Pollença, Cerezuela ha decidido tomarse unas vacaciones. «Toca aflojar», razona. Y eso incluye una escapada en familia y muchos días de relax en la isla... «Si algo me ha dado la edad ha sido serenidad, seguridad en mí misma y aplomo. A mis 42, he dejado atrás los remordimientos y me siento más disfrutona que nunca».

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