Frank Cuesta, en pie de guerra con su exmujer y a punto de perder su santuario

Son duros tiempos para el herpetólogo leonés Frank Cuesta. El español lidera un proyecto para proteger a distinos animales en un santuario en Tailandia desde hace años. En los últimos días ha explicado en redes sociales que su exmujer Yuyee, la madre de sus hijos y a quien ha estado ayudando mientras ella estaba en la cárcel, le pedía dinero por ocupar el terreno que, en realidad, está a su nombre. Había comunicado que Yuyee le había dado un «ultimátum de 'o lo tomas, o lo dejas'», y podría perder el santuario, algo que supondría «una de las mayores pérdidas» de su vida.

Recientemente ha hecho un directo en la plataforma 'Kick' donde ha explicado como se ha resuelto finalmente todo este asunto. «El santuario Libertad, después de trabajar desde hace muchísimo tiempo, después de comprar una casa y un terreno, decidí comprar este sitio, dejando un dinero para la familia, a mi exmujer, Yuyee para que tuviera gastos. La casa y el terreno está a su nombre, y se hizo una reforma de unos 70.000 euros a principios de este año que pagué yo», ha comenzado señalando.

El presentador de programa como 'Wild Frank' o 'Frank de la jungla' ha explicado cómo había sido su situación financiera con Yuyee a lo largo de estos años: «Desde que yo he tenido familia aquí en Tailandia he sido yo el que ha cubierto los gastos porque era la persona que hacía llegar más dinero, y en ese sentido siempre ha estado todo cubierto, los gastos de mis hijos han sido cubiertos por mí y solo por mí. Mi mujer ha ganado su dinero, pero ha sido suyo. El dinero que yo he producido ha sido para toda la familia. Ella tampoco ha trabajado mucho, pero así es como hemos funcionado y nunca ha habido problemas con el dinero».

Parece que los problemas en esta materia han llegado, según Frank, con la nueva pareja de Yuyee: «Teníamos una relación bastante buena, y hace un tiempo la cosa empezó a cambiar, y nuestra relación también, no sé si por su nueva pareja, que yo no tengo nada contra ella, pero coincide en el tiempo con que la relación se enfriase hasta llegar al desacuerdo de que la casa se ponga a nombre de mis hijos».

De ellos, también señala que se sienten «decepcionados» con su madre: «Al ver eso, pensé 'hostias, a ver qué pasa con la tierra'. Mis hijos están bastante decepcionados con todo esto porque todo iba a estar en nombre suyo, desde el principio del acuerdo. He estado callado durante muchos años, y lo que quiero ahora es dejar claro que he cuidado a esta familia durante todo el tiempo en el que esta familia ha funcionado, y voy a seguir cuidando a mis hijos, que son lo más importante».

«Se me ha dado un ultimátum de 'lo tomas o lo dejas', y yo obviamente no quiero perder este santuario, que sería una conmoción, no para mí, sino para muchos animales que habría que cazarlos, meterlos en cajas y llevarlos a centros de rescate. Los animales, en este sitio, ya tienen todo, y perder el santuario para mí sería un desastre ecológico personal, y no lo puedo dejar ir», ha expuesto. «He construido este santuario con mis propias manos y es un trabajo todos los días, no a nivel físico, sino a nivel moral, porque hay que tenerla para estar aquí, y después de todo lo que hemos formado era un crimen perderlo», ha añadido, apenado ante la situación.

Una situación por la que ha ofrecido muchas vías para salir: «He dado opciones de todo tipo. He ofrecido 50.000 dólares y que el santuario estuviese dividido en cuatro partes, tres de mis hijos y una parte para su madre. He ofrecido un 40% para la madre y un 60% para mis hijos y tampoco. He ofrecido un 49% para la madre y un 51% para mis hijos, y tampoco. He ofrecido de todo».

«Me decían: 'Has hecho esto para que se le echasen encima'. Se merece que se la echen encima, aunque no lo quiera. Pero lo que yo estoy recibiendo ahora mismo es algo tan sumamente amoral... es el karma. Yo mal nunca le voy a desear porque es la madre de mis hijos, pero la cosa ha cambiado muchísimo. Para mí, moralmente, lo ha perdido todo».

Finalmente, ha llegado un acuerdo con Yuyee en el que pagará 225.000 euros en cuatro veces. Cada vez que pague se dividirá en una parte y se pondrá a nombre de Zorro (uno de sus hijos). Esto equivale a unos 50.000 euros digamos por cada una de las cuotas. «Yo me voy a morir, pero el santuario seguirá, y eso lo decidirán mis hijos, no otra gente. Mucha gente dirá que esto es un chantaje. Sí, pero es legal. Yo tengo que pagar el santuario que construí, recomprarlo a la persona en la que yo confiaba», ha zanjado.

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